“Se murió Viglietti«, me escribe Daniel, y me manda esta foto. “Con él se va toda una época”, dice también.
Me pasa con estas cosas, pienso yo; estas cosas del pasado; me pasa que me llenan de melancolía porque me recuerdan lo que fui, es decir, lo que hice y lo que quise hacer, lo que imaginé, lo que deseé, lo que no cumplí ni se me cumplió. De repente el último verano, de repente esa magdalena que Proust nos pone en la mano para que regresen ciertas cosas.
“Y aunque no creo que haya que predicar que cualquier tiempo pasado fue mejor”, sigue diciendo Mordzinski, “no puedo negar que son muchos los sueños que se han perdido. El flaco forma parte de aquellos…”.
Yo recuerdo que en los 90 hice 500 kilómetros para ver actuar a Viglietti y a Benedetti en Casa de América. “¡Sí!”, exclama Daniel. “Ese dúo era pura poesía. Recuerdo el final de un concierto en Alicante donde Viglietti se queda aplaudiendo larguísimos minutos al poeta y se lo ve a Mario incómodo”.
Esta es una fotinski musical. Poéticomusical. “Lástima por la música y lástima también por los sueños. A desalambrar”. Le ha salido del alma a Daniel. Y a mí me viene el susurro de Víctor Jara cantando esa canción de Viglietti: “Yo pregunto a los presentes/si no se han puesto a pensar/Que la tierra es de nosotros/Y no del que tiene más”.
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