¿Cuánto tiempo perduran los recuerdos? ¿Cuánto tarda en desvanecerse cualquier juventud perdida? ¿Sólo quedan de esos tiempos los baisers volés, los besos robados, de la canción de Charles Trenet que iluminaba la inolvidable película homónima de Truffaut? “Todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza el tiempo en su costumbre”. En esos melancólicos versos plasmaba Garcilaso de la Vega el devenir de lo ingrato del paso del tiempo. Algo de eso, mucho, hay en Windy City (1984), una modesta y sentimental película dirigida por un tal Armyan Bernstein y que vi en el Festival de Cine de Montreal en agosto de 1984. Una y otra vez la he intentado recuperar, sin ningún éxito. Creo que no se llegó a estrenar en España, aunque en internet figure un título, Los pícaros, en nuestro idioma, ni se ha editado en DVD, pero perviven todavía en mí, y aún se aclaran más los recuerdos, cuando reviso las notas que tomé tras su proyección en el festival.
Windy City cuenta una serie de fracasos encadenados en la vida un tanto desarrapada de Danny (John Shea), un escritor al que las hojas del calendario le aprietan tanto como un viejo traje de boda que necesitas vestir a fecha fija. Danny parece anclado en los años infantiles y juveniles, en los que con sus amigos, provocativamente autotitulados The Rogues, soñaban emular las hazañas y piraterías del capitán Blood disfrazado de Errol Flynn y zarpar en un bajel a todo trapo camino de cualquier aventura que se cruzara en su singladura.
Pero la vida acaba arrasando todo. Danny intenta que sus amigos no entreguen la cuchara de sus sueños de viajes piratas, y planea al menos uno, en el que con uno de los veleros en los muelles naveguen, viento en las velas, a través de las aguas del lago. Pero todos han dimitido de esos sueños. Mickey es propietario de un concurrido night club, Pete es un reportero televisivo a la caza de noticias, Marty regenta un pequeño negocio, Bobby se dedica a su familia y Eddy es un quebrado broker al que quizás le aguarde la cárcel. La vida disuelve los sueños. Sólo Danny y el fiel Sol (Josh Mostel), su mejor amigo, vagabundean la vida con aquellos sueños incólumes. Un beso furtivo, un beso robado en un club, parece reabrir la vía del amor perdido de Danny por Emily, pero ésta le dice que ya es demasiado tarde. Se casa. La vida arrolla todo, Sol confiesa a Danny que padece una leucemia terminal y casi a la vez Danny, espoleado por Sol, corre y corre por la ciudad deseando parar la boda de Emily.
Quizás no todo esté perdido, quizás los Rogues embarquen en un bajel velero y pirata, gritando al viendo sus viejos sueños, un homenaje, un entierro vikingo para el vitalista y leal Sol. Quizás Windy City es un hermoso, franco, emocional, sin trampa ni cartón, melodrama. De los buenos, de los que dejan huella en tus recuerdos. Armyan Bernstein escribe un guión muy fluido a la hora de provocar las emociones de situaciones dramáticas, que no por sencillas dejan de encubrir los desencantos de una imposible juventud perdida. Podría ser una película sobre el fracaso, pero lo es más sobre la necesidad de encontrar razones para superar el desencanto de los sueños no cumplidos. Bernstein dirige Windy City con clásica claridad, de manera directa, sin coartadas, confiando en el personaje visual que es Chicago y en un reparto que se encarna en los personajes como si fueran sus propias biografías. Uno se demanda dónde diablos viven y habitan los programadores de plataformas visuales y editores de DVDs y Blu-Ray. Ignoran el número excepcional, que no se ocultan precisamente, de películas que harían felices a muchos de nosotros. Como Windy City.
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Windy City (1984). Producida por Alanes Halanes para CBS Theatrical Films. Escrita y dirigida por Armyan Bernstein. Fotografía de Reynaldo Villalobos. Montaje de Clifford Jones. Música de Jack Nirzsche. Diseño de producción, Bill Kenney. Vestuario, Betsy Cox. Interpretada por John Shea, Kate Capshaw, Josh Mostel, Jim Borrelli, Jeffrey DeMunn, Eric Pierpoint, Lewis J. Stadlen, James Sutorious, Niles McMaster, Lisa Taylor, Nathan Davis. Duración, 103 minutos.
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