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Vidas de Nietzsche, de Miguel Morey - Zenda
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Vidas de Nietzsche, de Miguel Morey

«Llave para acceder al pensamiento de Nietzsche no hay», termina diciendo Morey en el prefacio que Zenda publica íntegro, «pero acaso aquí se encuentren un buen puñado de ganzúas”. Prefacio Nietzsche anduvo media vida armando un libro sobre los sabios arcaicos griegos, que nunca quiso dar por concluido. Y continuó viviendo el resto de su...

Crecido de la semilla de Nietzsche, una biografía (1990), cuyas opciones básicas mantiene, Vidas de Nietzsche (Alianza editorial) se beneficia de la mucha mayor contextualización que ha posibilitado a Miguel Morey el nuevo material del filósofo traducido a lo largo de los últimos treinta años (fundamentalmente su Correspondencia y los Fragmentos póstumos). Este libro, elaborado a base de estampas heterogéneas que se articulan en torno a hitos de su existencia, da a conocer la vida del «escritor» Nietzsche con la eventual pretensión de servir de introducción a su lectura y de exponer su pensamiento (nunca de explicarlo), apostando, además, por una radicalización de su figura «inactual», es decir, a salvo de las numerosas interpretaciones, lecturas y recepciones que sufrió con posterioridad a 1930.

«Llave para acceder al pensamiento de Nietzsche no hay», termina diciendo Morey en el prefacio que Zenda publica íntegro, «pero acaso aquí se encuentren un buen puñado de ganzúas”.

Prefacio

Nietzsche anduvo media vida armando un libro sobre los sabios arcaicos griegos, que nunca quiso dar por concluido. Y continuó viviendo el resto de su vida siguiendo la estela de los problemas que surgieron de aquellas reflexiones. Nietzsche supo desde siempre, por su instinto de lector, que entrar en el universo de cualquiera de aquellos filósofos era acercarse a la propuesta de una posibilidad de vida. Y que en eso consistía precisamente su grandeza, en haberse apropiado de su existencia de hombres, inventando miradas posibles con las que conducirla; nuevas perspectivas, otro modo de pesar y medir. A lo largo de su vida, Nietzsche pasa por muchos momentos en los que su propio pensamiento avanza mirándose en ese espejo, sobre esa convicción; y llevando la vida que corresponde a alguien que ha decidido tomar su propia existencia en sus manos, hasta el final.

En su apariencia externa, el proyecto de libro sobre los sabios arcaicos estaba imaginado a la manera de un clásico que Nietzsche conocía muy bien, las Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio, donde a propósito de cada filósofo se entretejen anécdotas y pensamientos. Nietzsche retuvo ese latido entre la anécdota y el pensamiento como algo sustancial. Por su adiestramiento como filólogo, Nietzsche estaba habituado a que fueran las anécdotas en las que aparecía un término determinado las que acabaran estableciendo su sentido. Ahora, para el filósofo, la tensión se desplaza; ahora se da entre la invención de otro modo de pesar y medir la vida, y su puesta a prueba en una existencia que ha decidido tomar la propia vida a su cargo. Nietzsche vivió en un vaivén constante entre los dos términos, todo su arte del aforismo nos brinda una casuística formidable al respecto, pero no sólo. Su correspondencia está plagada de referencias a sus ensayos con los espacios y los empleos del tiempo, el clima, las estaciones y las ubicaciones geográficas, sus dolencias y sus remedios, sus dietas, las buenas y malas compañías, sus horas diarias de paseo, lectura o escritura, el tiempo para la música también, y sus tipos, sus efectos… Incluso en las menudencias, su atención era minuciosa siempre; por ello, puede decirse que, mientras pudo, Nietzsche llevó una vida experimental, inventándose y poniéndose a prueba, en un ensayo-error sostenido. Llegó a establecer este tipo de vida como ideal incluso, y lo fijó en numerosas consignas. Tal vez la más contundente sea aquella con la que tituló uno de sus aforismos, «hábitos breves». Probó muchas vidas a lo largo de su vida, Nietzsche. Y de esto es de lo que trata este libro.

Este libro en sus orígenes era otro libro. Su transformación comenzó con la propuesta de publicación, en esta colección, de un antiguo libro mío, Nietzsche, una biografía. Aquel libro fue un encargo de Esther Tusquets para una colección de biografías, en la editorial Lumen; se trataba de elaborar un relato de la vida de Nietzsche que «pudiera servir a la vez de primera introducción a su pensamiento»2. Elaboré mi texto entonces teniendo ya presente la lección de Diógenes Laercio tal como el propio Nietzsche la entendió, como un entramado entre las anécdotas más significativas de su vida y los momentos más rompedores de su pensamiento. Las condiciones formales de aquel texto eran las que se correspondían con un libro que debería poder venderse en los quioscos, dicho rápido; como por ejemplo, no superar los cien folios, ni llevar notas a pie de página. Ahora, la invitación a volver a publicarlo venía acompañada de la suspensión de aquellas limitaciones, lo cual, ya de por sí, comenzó a dar lugar al presente libro. Empezó a nacer por sí mismo y sin avisar casi, a partir de las primeras modificaciones que se introdujeron en el anterior. Cuando dio las primeras señales de vida, se hizo evidente que el libro anterior sería un primer material básico para un ejercicio de reescritura. Con ello quiere decirse que se trata de otro libro, claro, de ahí el cambio de título, pero también que se mantienen las opciones básicas que allí se establecieron.

En su momento, Nietzsche, una biografía se presentaba ante todo en negativo, no era ni un estudio crítico ni una investigación biográfica; cosa en la que se ratifica el presente texto. Lo que se proponía era «apuntar, en una colección de estampas, los datos elementales de ese enigma acuñado a finales del siglo pasado…». Es sobre la base de aquellas estampas que comenzó a construirse este libro; primero atendiendo a lo más urgente: subsanar errores y colmar las ausencias. Pero el tema de las ausencias resultó más complejo de lo previsible, porque al final no sólo hubo que subsanar las ausencias que se detectaban en el texto, sino también las de su contexto. Y es que, a finales de los años ochenta no estaban traducidos al español ni los seis volúmenes de la Correspondencia de Nietzsche ni los cuatro de sus Fragmentos póstumos; por lo tanto, en mi texto de entonces tuve que limitarme a citar sólo aquellas cartas y aquellos póstumos que eran asequibles al lector en español, a través de antologías o selecciones. Ahora ya no es el caso, lo que cambia por completo el panorama. Hasta el punto de que, en esta ocasión, seguir el día a día de su correspondencia, acompasándola con las anotaciones de sus cuadernos póstumos ha sido la dinámica que ha conducido esta reescritura, la primera de todas y por encima de todo. Los siguientes criterios se desprendieron a partir de aquí.

El presente texto sigue siendo una colección de estampas, que se agrupan por capítulos según las etapas biográficas que han quedado establecidas convencionalmente, y que se articulan alrededor de una colección de hitos bien atestados, como son sus escritos, que se han seguido en su orden de composición y en los avatares de su publicación. En general las estampas son bastante heterogéneas, tanto pueden elaborar una anécdota menor de la vida cotidiana como proceder al comentario de un texto concreto; las hay panorámicas y planos de detalle, grandes juegos teatrales y menudencias de ratón de biblioteca, las hay incluso que son sólo un apunte para hacerse una idea del contexto, pero sobre todo cada una de ellas está iluminada según la ocasión y lleva la velocidad y el ritmo que le corresponde.

Lo que se va a leer es la vida de un escritor. El hilo conductor viene dado entonces por el modo en que Nietzsche entra, se sostiene y sale de cada uno de los puntos más relevantes de su vida de escritor, con sus picos y sus valles. Si se quiere, cada una de las estampas no hace sino aportar un aspecto más, de cara a la composición de la figura del escritor Nietzsche. Pero en este caso se trata de componer una figura que está en continuo movimiento, donde importan más los gestos que las formas, y no queda sino seguir sus danzas. Con el agravante de que, siendo el escritor Nietzsche un filósofo, la danza de sus gestos también se da en el pensamiento, y era obligado seguir sus pasos también ahí. En su vida anterior, este libro se había comprometido a servir de «primera introducción al pensamiento de Nietzsche»; libre ahora de este compromiso, el libro se propone si acaso servir de introducción a la lectura de Nietzsche. Mostrar de un modo que pueda seguirse el recorrido vital del escritor Nietzsche implica inevitablemente seguir el desarrollo de un pensamiento que va cuajando en una serie de escritos, y así se ha hecho. Pero únicamente con la finalidad de ir estableciendo, a propósito de cada texto, indicaciones de lectura que facilitaran el dar con el ángulo preciso para no salir rebotado al comenzar la lectura de alguna de sus partes, o para encontrar el modo adecuado de entonar interiormente tal o cual problema o concepto, especialmente los más repetidos, los más grandilocuentes. No hay intento ninguno de interpretar el pensamiento de Nietzsche, de lo que se ha tratado es de exponerlo, de facilitar su acceso.

Siendo una invitación a la lectura, este libro comienza aplicándose la regla. Del mismo modo que no se reducen los textos mediante una explicación a algo que no sean ellos mismos, tampoco se ha procedido a recortar fuera de su contexto las frases que se citan. Se ha intentado siempre citar el período completo en el que se insertan, y que era necesario hacerlo así es en ocasiones de una evidencia clamorosa. Aunque tal vez haya que hacer una salvedad al respecto con el relato del Zaratustra, cada uno de cuyos libros ha sido narrado en una sola respiración continuada. Pero en general se ha permanecido fiel en todo lo posible a la probidad filológica en cuanto a citas y referencias, aun sin seguir el estándar académico.

Si mediante la composición por estampas se rendía un homenaje al perspectivismo nietzscheano, en lo que hace a la bibliografía secundaria utilizada, el homenaje se dirigiría a la inactualidad de Nietzsche, a su componente intempestivo. El problema ya surgió con ocasión de Nietzsche, una biografía, que por el tiempo en el que fue publicado hubiera debido ofrecer una visualización postmoderna de Nietzsche. En lugar de eso, se optó por darle un corte clásico, que se situara como al margen de las líneas de fuerza de la interpretación filosófica del pensamiento de Nietzsche entonces vigentes. Esta apuesta por un Nietzsche inactual se ha radicalizado aquí, desestimándose la ayuda de cualquier texto sobre Nietzsche posterior a 1930, con raras excepciones, la mayoría de las veces obras de expertos, editores o traductores. Se ha entendido que por esos años concluye la primera fase en la recepción de Nietzsche, pegada a los propios textos, sin voz alguna en derredor que impartiera la doctrina al respecto. En cualquier caso, es a partir de entonces cuando comenzarán los cursos y seminarios sobre Nietzsche (Jung, Heidegger…), se anuncia ya su futuro universitario, su nueva aclimatación al medio del que huyó; y todo esto, a los efectos, es un poco como la supervivencia psiquiatrizada de sus últimos once años, apenas tiene ya que ver con las vidas que vivió como escritor, Nietzsche. En compensación por esta limitación, se han examinado una buena parte de sus lecturas de entonces en las ediciones que él leyó, se han localizado préstamos y citas; aunque a menudo no haya referencia a ello en el texto, ha sido una tarea muy útil, de cara a lo que un actor llamaría la composición del personaje.

Que no hay una llave de acceso al pensamiento de Nietzsche es bien sabido. El propio Platón ya insistía en que, por lo que hacía al pensamiento, no cabía resumirlo por recurso a ninguna fórmula [μαθήματα]. Que sólo cuando se han frecuentado largo tiempo determinados problemas y se ha vivido con ellos, de repente [ἐξαίφνης], la comprensión brota en el alma, como la luz surge de la chispa [ἀπὸ πυρὸς… φῶς], y crece por sí misma a continuación [αὐτὸ ἑαυτὸ… τρέφει]; escribe en la Carta VII (341c-d), y se diría que está hablando de la lectura y de la relectura también. Serle de ayuda al lector en estos menesteres del leer y releer a Nietzsche es todo lo que se propone este libro.

Llave no hay, pero acaso aquí se encuentren un buen puñado de ganzúas.

Cuando estaba concluyendo este libro me llegó la noticia del fallecimiento de Jacobo Muñoz, un profesor y un amigo respetado y querido desde hace muchos años. Recuerdo ahora su insistencia en que volviera sobre lo hecho en Nietzsche, una biografía y le añadiera un centenar de páginas, que le subiera un grado el nivel de detalle… Finalmente se presentó la ocasión y se encontró la fuerza para llevarlo a cabo, aunque tarde. Quisiera que al menos las páginas de este libro sirvieran para rendirle memoria y homenaje.

L’Escala, Primero de mayo de 2018

Zur Erziehung. — Allmählich ist mir das

Licht über den allgemeinsten Mangel unserer

Art Bildung und Erziehung aufgegangen:

Niemand lernt, Niemand strebt darnach,

Niemand lehrt — die Einsamkeit ertragen.

F. Nietzsche, Morgenröthe, § 443.

[Sobre la educación. — Poco a poco, he ido

viendo claro cuál es el defecto más general de

nuestro tipo de formación y de educación:

nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña —

a soportar la soledad.

F. Nietzsche, Aurora, § 443.]

Sich häuten. — Die Schlange, welche sich

nicht häuten kann, geht zu Grunde. Ebenso

die Geister, welche man verhindert, ihre

Meinungen zu wechseln; sie hören auf, Geist

zu sein.

F. Nietzsche, Morgenröthe, § 573.

[Mudar la piel. — La serpiente, cuando no

puede mudar la piel, perece. Igualmente los

espíritus a los que se les impide cambiar de

opinión, dejan de ser espíritu.

F. Nietzsche, Aurora, § 573

—————————————

Autor: Miguel Morey. Título: Vidas de Nietzsche. Editorial: Alianza. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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