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Verte que te quiero verme: Ory y Lorca - Zenda
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Verte que te quiero verme: Ory y Lorca

Consideraciones de interés, muchas. Como las coincidencias estilísticas que Ory propone entre el Lorca joven de sus primeros libros y el Lorca adulto, o cómo se diseccionan las inquietudes religiosas del poeta, sus referentes espirituales, filosóficos. Qué interesante para el lector ver cómo Ory relaciona a Unamuno o a Nietzsche, a san Juan de la...

La idea es lugar común, pero es cierta: los autores son clásicos porque su discurso fue relevante en un tiempo, pero sobre todo porque ese tiempo es y será cualquier tiempo. El clásico es clásico en la medida en que siempre suena contemporáneo, coetáneo, de hoy. Aunque el lenguaje se construya sobre la sintaxis o la gramática de otro siglo, aunque los elementos formales de la novela, del ensayo o del poema sean los de otra época. Así ha sido en Cervantes, en Sor Juana Inés de la Cruz, en Galdós. Así será en Ramón Gómez de la Serna o en García Lorca. Sobre este último la editorial El Paseo acaba de publicar un ensayo de Carlos Edmundo de Ory donde, de poeta a poeta, el gaditano reflexiona, analiza y divaga sobre la poesía lorquiana. Es un texto extraordinario por dos motivos: primero, por el inesperado hallazgo (cuántos años sin saber de este manuscrito); segundo, por las interpretaciones de Ory sobre Lorca. Por la exégesis de este ensayo que no incurre en comentarios consabidos, que no concede sitio a la etiqueta fácil, a lo ya tantas veces dicho.

Consideraciones de interés, muchas. Como las coincidencias estilísticas que Ory propone entre el Lorca joven de sus primeros libros y el Lorca adulto, o cómo se diseccionan las inquietudes religiosas del poeta, sus referentes espirituales, filosóficos. Qué interesante para el lector ver cómo Ory relaciona a Unamuno o a Nietzsche, a san Juan de la Cruz o a la URSS, a Wordsworth o a Antonio Machado con las influencias primeras, con los ecos primeros de la obra de Lorca. En el ensayo se va de los orientalismos a las vanguardias, de la contraposición del estilo neopopular de Alberti al del propio Lorca.

"Uno de los capítulos más sobresalientes del libro es ese en el que Ory nos enseña a leer el Romancero gitano"

Uno de los capítulos más sobresalientes del libro es ese en el que Ory nos enseña a leer (nos enseña a leer, de nuevo, como si no lo hubiésemos conocido) el Romancero gitano. Con un amplísimo saber, no solo de la poesía, sino de las humanidades, de la historia del hombre, de su relación con el mundo que le tocara vivir en cada época, el poeta gaditano empieza a relatar sus apuntes sobre el poema lorquiano. Cómo es esa relación de nombres dispares, de culturas distintas, cómo vuelve a unir, con argumentos solventes, a Góngora, a Mallarmé, a Virgilio y a Platón. Algunos párrafos que describen una lección en torno a la significación del quejío en nuestra literatura: “¿De dónde procede el desgañitado “ay” de Lorca? Sin duda alguna, del llanto de la guitarra, ese pozo de penas. Del dramatismo de un pueblo habitado por gitanos cristianizados. De una honda cristiandad expresionista a lo Grünewald, llena de llagas sanguinolentas”. Y sigue: “Existe, desde luego, una inmensa poesía mundial de cuitas, que no data solo del Romanticismo. En muchas partes se encuentra la exclamación desgarrada que participa del misterio del dolor y de la angustia humana. En la lírica española, desde los Duelos y los Trenos medievales, el Cancionero Anónimo del siglo XV al XVI, el Romancero, el siglo de oro y la poesía popular hasta la aparición de los ismos, pasando por toda la poesía barroca de tormentos del alma, el poeta sabe ser maestro de gemidos”.

"Leemos la comparación de algunos poemas de Salvador Rueda con otros de García Lorca, donde es evidente la influencia del primero sobre el segundo"

Otro aspecto que conviene señalar: no hablamos de un estudio académico. Lo que evita el corsé del academicismo, que es síntoma de rigor, pero que en ocasiones también de prejuicios y de límites preestablecidos. Aquí habla un poeta con la mirada y el lenguaje del poeta. Se puede decir que es crítica literaria, pero por estilo y fórmulas, también tiene mucho de poema. Cómo nombra, cómo adjetiva, cómo etiqueta. Se puede comprobar en el último capítulo, donde vuelve la lección magistral. En este caso, sobre el símbolo de la rata en la poesía lorquiana, cómo ellas suponen imagen de desolación, de desesperación, de un tiempo de tristeza, odio y depresiones. El animal es sentido y es contexto.

Al final del libro, como cierre, como última nota de curiosidad, leemos la comparación de algunos poemas de Salvador Rueda con otros de García Lorca, donde es evidente la influencia del primero sobre el segundo. Tanta es la influencia que hasta se podría calificar, por decirlo de algún modo, imitación. Porque Lorca no es un creador adánico (¿quién lo es?) y en este ensayo se explican muy bien sus recursos, sus métodos y sus referentes. Sus orígenes. De dónde viene. Aquellos espejos donde él se vio para que otros lo vieran. Tal como Ory, unos años después, hizo. Como otros, tantos años después, verte que te quiero verme, harán.

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Autor: Carlos Edmundo de Ory. Título: Lorca. Editorial: El Paseo. Venta: Amazon y Casa del Libro

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Gonzalo Gragera

Escritor. Colaborador en En COPE, The Objective, Zenda y CTXT. @Gonzalo_Gragera

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Ricarrob
Ricarrob
8 meses hace

Los puntos de vista pueden diferir y, de hecho, difieren. El mío es que, acercándose mucho la opinión a la de usted, sr. Barrero, me refiero al insigne Lorca, lo único que ha hecho el sr. Margallo es cargar la munición contra la derecha (que conste que yo no lo soy, no me considero de ningún partido político existente en España). ¡Qué estúpido! Llega a un nivel de cretinismo solo parangonable con el zapaterismo. ¡Todo un artista al echar piedras contra su propio tejado!

Apate de la munición que usted ha disparado, sr. Barrero, no deja de ser la opinión o las expresiones de una sola persona. No achaque usted dicha opinión particular a todo un colectivo. Dejemos que en España pueda haber una derecha civilizada ya que no existe una izquierda civilizada. Es como querer ampliar las acciones del sr, Koldo a todo el colectivo de izquierda. ¡Claro que la derecha tiene sus puntos negros y sus estúpidos! La izquierda también. Como decían antes los antiguos: y en mi casa a calderadas.

Gente como usted, sr. Barrero, contribuyen cada vez más en España a una polarización extrema que nos perjudica a todos. Su artículo es lícito siempre que achaque la opinión vertida solamente a una persona, a un cretino.

Felix Arellano
Felix Arellano
8 meses hace

Uno no sabe si Lorca fue partidario de una dictadura militar, lo que parece claro es que era anticomunista. Dentro del contexto de polarización extrema que nos rodea, que Margallo subrayara algo que es poco conocido (que Lorca no era de izquierdas, pese a que su figura haya sido secuestrada por la izquierda), es un hecho a apoyar. La vida intelectual de la España de los años 30 no era una de rojos y azules, buenos y malos. Se conocían entre ellos independientemente de sus ideas y hubo héroes y canallas en ambos bandos

Josey Wales
Josey Wales
8 meses hace

La legitimidad republicana se la cargó el PSOE y el PCE cuando se alzaron en armas en 1934 y cuando alcanzaron el poder en 1936 con pucherazo, secuestros de actas, amenazas y piquetes en los colegios electorales, y con un resultado invalidado por el Tribunal de Garantías Constitucionales (equivalente a nuestro Tribunal Supremo). La legitimidad republicana se la cargó la izquierda revolucionaria con cientos de huelgas, asesinatos, quema de iglesias y colegios religiosos, descarrilamiento de trenes, robos, palizas y bombas desde 1931 a 1936. La legitimidad republicana se la habían cargado los pistoleros de Indalecio Prieto cuando fueron a sacar de su casa, para matarlo, a Gil Robles; y al no encontrarlo, se cargaron a Calvo Sotelo. Las checas que montaron el 19 de julio y las listas de personas a eliminar no fueron una improvisación.

Mi gratitud a los alzados, a los caídos por Dios y por España, contra los criminales rojos. Mi gratitud a Franco por haber puesto las bases del desarrollo español, por la Seguridad Social, por la sanidad y educación universal y gratuita, por el seguro de paro y de invalidez, por la pensión de jubilación, por las universidades públicas, por la electrificación y alcantarillado a las zonas rurales, por las becas, por las viviendas de protección oficial, por las pagas extra, por la industrialización, por la elevación del nivel de vida, por la erradicación del analfabetismo, la extensión de la vacunación, por la seguridad y la libertad que conocí de niño (y hoy no tienen mis hijos) cuando podía andar sin temor por cualquier lugar y dejábamos las puertas de la casa abiertas de par en par todo el día, por las cajas de ahorro y el crédito barato con el que mis padres compraron su primera vivienda y su primer coche, etc. Gracias, Franco, de parte de un nieto de republicanos.

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