Un poco de nostalgia barata. Para ciertas generaciones los veranos siguen sabiendo a tardes de Nocilla, piscina y series de televisión con delicioso complejo de salvador blanco. Reivindicamos cuatro de ellas de las que es imposible que no se acuerden.
El Equipo A es, quizá, el paradigma de este esquema de serie de caballero andante. Unos pintorescos veteranos del Vietnam —a los que, ya sabe, “si se los encuentra quizá pueda contratarles”— se dedican a arreglar ese mundo que los abandonó disparando balas y destrozando mobiliario urbano sin matar nunca a nadie. Entonces nada sabíamos del tiránico y violento comportamiento de George “Hannibal Smith” Peppard con el resto del reparto, ni nos hacía falta. Sus persecuciones, característica música de Mike Post y el desfile de coches destrozados nos servía para soñar. Mil veces emitida y vuelta a emitir por las privadas, ahora pueden verla en Gol TV (aunque afortunadamente algunos pudimos adquirirla en DVD).
El Coche Fantástico, con sus verdaderamente icónicos títulos de apertura, se merece otro lugar en el memorable kitsch televisivo de la época. Su emisión en las calurosas tardes de TVE fue superada, como en el caso anterior, por el uso y abuso de Antena 3, aunque las aventuras de Michael Knight resistieron el desgaste de las repeticiones. Ahí estaban, al fin y al cabo, las larguísimas piernas de David Hasselhoff y los chistosos comentarios de la primera IA medianamente decente tras Hal 9000, nuestro querido KITT, con voz del Homer Simpson Carlos Revilla (DEP). También los saltos turbo boost y la variada gama de innecesarios derrapes, el gemelo malvado de Michael y la anecdótica presencia de espectaculares damas. Algunos todavía conservamos la foto infantil subidos al Pontiac Trans Am en el Parque de Atracciones de Madrid.
MacGyver era harina de otro costal. La serie ha resistido un remake medianamente exitoso con Lucas Till, pero nada que ver con el carismático Richard Dean Anderson posando en la cola de un avión en sus títulos de crédito. El enésimo caballero andante de la tele americana del momento era un ingenioso héroe que se negaba a portar armas pero era capaz de convertir cualquier objeto cotidiano en el remedio para sus problemas. Ubicada los sábados por la tarde, MacGyver evolucionó hacia el tratamiento de ciertos problemas sociales del momento, desde las drogas hasta la delincuencia juvenil, pero nada de eso impidió que se convirtiera en el ídolo sexual de las hermanas de las hermanas de Marge Simpson, Patty y Selma.
Corrupción en Miami. Pasamos a un nivel superior y, por qué no decirlo, un tanto prohibido para esas almas cándidas infantiles de los 80. Las tramas de la serie producida por Michael Mann, que más tarde firmaría Heat o Collateral, eran definitivamente adultas y pese a su horario familiar, hacían uso de la violencia y mostraban un tapiz moral ciertamente pesimista. Vestían, eso sí, una excelente estética visual en tonos pastel y, también, una concepción musical (además del mítico tema de Jan Hammer, la serie revolucionó el uso de temas musicales en productos televisivos) revolucionaria. Miami Vice era una serie tremendamente agria y pesimista, pero sumamente carismática. Apenas nada salía bien en la lucha criminal de Crockett y Tubbs, policías de incógnito que, eso sí, disponían de medios sin fin y excelentes trajes para desempeñar su labor.
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