¿Cómo puede un error de cálculo acabar siendo un prodigio? Ese es el caso del galeón sueco Vasa. Fue concebido para ser la mayor nave de guerra de su tiempo pero las prisas y los caprichos del rey Gustavo Adolfo II llevaron al desastre: El enorme galeón fue golpeado por unas rachas de viento que hicieron que se inclinara y se inundara a través de los portones de los cañones. Era el 10 de agosto de 1628 y el Vasa se hundió junto con casi toda la tripulación.
La nave permaneció siglos bajo el lodo del lecho marino ya en pleno siglo XX pudo ser rescatado del fondo del mar en sorprendentes buenas condiciones gracias a la composición del agua. Hoy en día puede verse en el museo dedicado a este galeón que ha llegado a nuestros días.
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