Andrea Abreu Los Festivales literarios son fundamentales en mi vida. En primer lugar, me brindan la posibilidad de fotografiar y conocer nuevos escritores que necesito para comprender la dimensión real de ese gran atlas de la vida que es la literatura. Después, la alegría de encontrarme con amigos que quiero y admiro. Y por fin, la oportunidad de preguntarme qué rumbo llevan mi proyecto creativo y mi vida.
En el vuelo de Madrid a La Palma tarareaba una canción de León Gieco:
«Casi casi nada me resulta pasajero
todo prende de mis sueños
y se acopla en mi espalda
y así subo muy tranquilo la colina
de la vida”.
Soy un trotamundos, participo a lo largo del año en Festivales literarios por todo el planeta. El 29 de febrero cumplí mis bisiestos 15 años, y ese mismo día mi vida profesional se puso en modo pausa durante siete largos meses.
El regreso al ruedo literario se ha producido el 15 de septiembre, en la III edición del Festival Hispanoamericano de Escritores, en Los Llanos de Aridane de la isla canaria de La Palma. La propuesta de Nicolás Melini de participar en dos conversatorios y la posibilidad de volver a mi terreno de juego predilecto me llenaban de ilusión y de dudas.
¿Cómo sería volver a retratar…?, ¿enmascarado?, ¿le pediría a los escritores que se quitaran las mascarillas, recuperaría las sensaciones y las mariposas de la emoción de antaño, o me estrellaría entre las olas de mis incertidumbres contra playas de arenas tan negras como la realidad que vivimos?
La organización del Festival y el Ayuntamiento tomaron medidas sanitarias draconianas y sin concesiones: un primer test a nuestra llegada, un protocolo por el cual se pasaría un segundo test PCR en caso de dar positivo y hasta un tercero si fuera necesario. Y se habilitaron apartamentos donde pasar una eventual cuarentena. Por suerte, todos fuimos declarados aptos para participar en esta gran fiesta de la literatura.
El cariño de las escritoras y escritores invitados, la hospitalidad del mundo insular y la generosidad del mundo de la Cultura de Los Llanos de Aridane alimentaron mi entusiasmo y curaron mi desazón. Sólo puedo dar las gracias y enviar un agradecimiento especial a los fotógrafos palmeros Juancho y Stefania, cómplices en esta aventura.
Fuimos durante los días del festival un grupo unido por una pasión común y por la dulce gula de la literatura.
El Festival Hispanoamericano de Escritores de Los Llanos de Aridane solo tiene tres años vida, pero ya ocupa un lugar privilegiado en esas carreteras festivaleras por las que la literatura recorre el mundo. Suma y sigue.
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