John Ford llamó a su despacho en la Fox a Henry Fonda, con quien aún no había trabajado, y con no muy buenas palabras le reprochó que se negara a interpretar a Abraham Lincoln en una película que preparaba el estudio y que iba a dirigir Ford. “No vas a interpretar al Gran Emancipador, sino a un pobre abogadillo de pueblo”. Fonda, fuera por la visión de Ford o por las presiones del estudio acabó interpretando a ese abogadillo de pueblo en una película memorable, Young Mr. Lincoln (El joven Lincoln, 1939) y logró, con sus andares pausados, su figura desgarbada pero no carente de gracia, su lenguaje reposado, ingenioso, muy natural, su aire abstraído, una actuación memorable.
El joven Lincoln era una de las películas favoritas de Serguei M. Eisenstein que escribió un magnífico artículo crítico sobre la película, era también una de las favoritas de John Ford, y yo coincido, humildemente, con ellos.
Todo funciona con una misteriosa armonía, dibujando el retrato de un hombre que camina, ignorándolo, hacia su Destino, que Ford filmará de manera magistral para cerrar la película, cabalgando hacia un tormentoso ocaso a lomos de una modesta mula. El guión de Lamar Trotti, y la soberbia puesta en escena de Ford subrayan la bondad perezosa de un joven Lincoln, un tipo capaz de dar todo por un barril de libros entre los que se encuentra el tesoro de los Comentarios de Blackstone, sobre el common law. Una muestra de su pasión por la justicia que le lleva a solventar algunos casos salomónicamente y defender, primero de una turba de linchadores, y, luego en la sala de vistas, a un joven forastero acusado injustamente de asesinato. Un tipo del pueblo, diestro leñador, que participa con jocosa alegría de las fiestas del 4 de julio en Springfield. Ford, como hará en El hombre que mató a Liberty Valance, resalta el carácter popular, directo de las raíces de la democracia americana, casi de la misma manera en la que la describía admirado Alexis de Tocqueville en La democracia en América.
Pero pienso que lo que nos fascina, nos hace entrañable e inolvidable esta película de John Ford a los que la admiramos, es su profunda y misteriosa sencillez de forma, de estilo, que revela poco a poco, sutilmente, la profundidad con la que el cineasta nos desvela la vida y el alma de un solitario, como otra tantos en su filmografía, dispuesto a sacrificarse por la comunidad, una idea cristiana que vertebra buena parte de la obras de Ford.
Esa indirecta indagación del personaje alcanza momentos de extraordinaria belleza y emoción cuando Abe Lincoln conoce y se enamora perdidamente de Ann Rutledge (Pauline Moore) y le confiesa cuanto le gusta el color pelirrojo de su cabello. Caminando ambos por un bosque junto a un río, sus planes de vida, su amor, atraviesan como un cometa el nervio dramático de la película. Mediante una elipsis que Ford monta sobre el mismo paraje desolado de un invierno inclemente, nevado, el río helado, descubrimos que Ann ha muerto, y ante su tumba, Abe habla con ella, con esa intimidad con la que Ford hace revivir, el altar de los muertos de Henry James y Truffaut, nadie está muerto mientras vive con nosotros y evocamos con fe su vivo recuerdo, y le pide consejo sobre su futuro. Una ramita decide si se queda en el pueblo o se marcha camino de una vida pública. Las hermosas imágenes se pueblan con una melodía, compuesta por Alfred Newman, que invade de melancolía, la de los amores perdidos y nunca olvidados, cuanto vemos. Ford la volverá a utilizar en El hombre que mató a Liberty Valance, otra misteriosa historia de amor perdido, el de Hallie (Vera Miles) por Tom Doniphon (John Wayne) que lo sacrificó todo porque ella fuera feliz con Ranson Stodard (James Stewart).
Young Mr. Lincoln (El Joven Lincoln , 1939) . Producida por Darryl F. Zanuck. Dirigida por John Ford. Guión de Lamar Trotti. Fotografía de Bert Glennon. Dirección de arte de Richard Day y Marl Lee Kirk. Música de Alfred Newman. Montador, Walter Thompson. Vestuario, Royer. Interpretada por Henry Fonda, Alice Brady, Marjorie Weawer, Paulien Moore, Ward Bond, Donald Meek, Milburn Stone, Francis Ford, Dorris Bowdon. Duración, 101 minutos.
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