El de Wallace Stevens es uno de los nombres más prominentes de la poesía en inglés del siglo XX. Su trabajo, en la línea del modernismo anglosajón auspiciado por T.S. Eliot, configura una de las obras poéticas más ambiciosas de la tradición contemporánea. Hoy en Zenda traducimos sus Trece maneras de mirar a un mirlo.
Trece maneras de mirar a un mirlo, de Wallace Stevens
I
En veinte montañas nevadas,
la único que se movía
era el ojo del mirlo.
II
Dividido en tres mentes,
igual que un árbol
en el que hay tres mirlos.
III
El mirlo revoloteaba en el viento otoñal.
Era una pequeña parte del engaño.
IV
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
V
No sé cuál preferir,
la belleza de las inflexiones
o la belleza de las insinuaciones,
el mirlo mientras silba
o justo después.
VI
El hielo cubría el ancho ventanal
con cristales salvajes.
La sombra del mirlo
lo cruzó, de un lado a otro.
Su gesto
dibujó en la sombra
un motivo indescifrable.
VII
Oh delgados hombres de Haddam,
¿por qué imagináis pájaros de oro?
¿Acaso no veis cómo el mirlo
pasea en torno a los pies
de las mujeres alrededor?
VIII
Conozco nobles acentos
y ritmos lúcidos, ineludibles;
pero, además, sé
que el mirlo juega un papel
en todo aquello que conozco.
IX
Cuando el mirlo escapó de la mirada,
delimitó el borde
de uno de muchos círculos.
X
Viendo a los mirlos
volar en una luz verde,
incluso las más armónicas bandadas
gritarían con violencia.
XI
Cruzó Connecticut
en un carro de cristal.
Una vez, lo perforó el miedo
al confundir
la sombra de su equipaje
con unos mirlos.
XII
El río está en movimiento.
El mirlo debe encontrarse en pleno vuelo.
XIII
Anocheció durante toda la tarde.
Nevaba
y estaba a punto de nevar.
El mirlo se posó
sobre las ramas del cedro.
Traducción del inglés de Adrián Viéitez.
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