En este omoshiroi que os sirvo en Zenda publico un diario de lecturas y conversaciones sobre libros.
Domingo, 15 de octubre
Preparo la clase de mañana sobre Leila Guerriero. Regreso —en realidad nunca me voy, porque están en la parte más visible de la biblioteca y los consulto a menudo — a Plano americano, Zona de obras, Teoría de la gravedad…
La cita es larga, pero la incluyo porque remarca la necesidad de aprender de los Maestros. Aquí la Maestra Guerriero en Frutos Extraños:
Por aquellos días en los que el periodismo empezó a ser la excusa perfecta para meterme en la vida de las monjas y de las mucamas, de los actores y de los presos, y en los que la escritura de ficción empezó a quedar atrás porque el periodismo sació un hambre de realidad que yo no sospechaba que tenía, estudiaba los textos de Caparrós con la minucia de un arqueólogo y la impunidad de un alumno predador, poniendo atención a la manera en la que él presentaba o describía a tal personaje, a la forma en la que resolvía un cambio de tiempo o de escenario. Leyéndolo no sólo me educaba sino que conseguía altas dosis de algo que, sin pudor ni vergüenza, puedo llamar inspiración.
Lunes, 16 de octubre
Siempre hay preguntas, como si me estuviera entrevistando, al principio de la conversación. Almorzamos una vez al año y me cuenta que dos de sus hijas viven en Madrid y trabajan al mismo tiempo que estudian. Ha adelgazado y está mejor de aspecto. Estornudo tres veces, con contundencia y muy seguido, como si fuera mi abuelo Agustín. No, no estoy resfriado. Tampoco es Covid, que ahora hace falta aclararlo. Dos compañeras del Departamento que están en la mesa de al lado se ríen y luego me preguntan que qué me pasa. Nada, nada. Sigue sin llegar el yogur de macedonia. Si aparece, tocaré las fanfarrias. Por ahí llega…
Martes, 17 de octubre
En el taller de recuerdos al que me he apuntado como un polizón de un Transatlántico de 1927, apunto ideas, fragmentos y retazos para una posible historia. ¿Tú qué haces aquí?
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Presento mi libro de Hiroshima —que también es de Kokura, Nagasaki y Fukushima — en Benahavís, uno de los municipios más ricos de España. Amparo de la Gama me recoge en Marbella. Su coche, rojáceo, sube con alegría la pequeña montaña y resiste los años como un XXX [aquí me falta una metáfora. No la incluyo porque no se me ocurre nada bueno. Estos corchetes, ni estas tres XXX, son un descuido. Espero que no lo quite el editor de Zenda].
Antes de entrar en el salón de actos, la camarera nos ofrece unas pastas jugosísimas y un café con leche. Quedan diez minutos y empieza a venir gente. Me hago una foto con una señora de la antigua Prusia. En la charla nipona acabé hablando del periodismo y el poder político. Firmo libros y cenamos en el centro de Marbella. De vuelta a Málaga —no conducía— me quedo dormido escuchando la radio.
Miércoles, 18 de octubre
Todo salió bien. Lo celebramos en un almuerzo muy adelantado. Comer antes de tiempo es ir ganando espacio al día. De postre, un plátano perfecto de textura, sabor y tamaño. La tarde amanece con gran brío, como un estreno de los 80 en la Gran Vía. El Unicaja gana un partido. Celebro cada triple. El libro sigue esperando, impaciente, en la mesita de noche. ¿Cuándo llegará el mejor momento?
Jueves, 19 de octubre
En los Premios de La Opinión de Málaga José Luis González Vera me pregunta por la foto en Benahavís con la señora de Prusia. “No sabía quién era, pero parece alguien importante”, me dice. González Vera fue mi profesor de Lengua Española cuando era estudiante de Periodismo en un Martiricos, aquel espacio que parecía una “Facultad panameña”, como decía Díaz Nosty. González Vera consiguió más tarde una plaza de docente en un Instituto. Sigue escribiendo poemas y ahora volverá a sus columnas.
José María de Loma, cómplice, asalta de nuevo el jamón ibérico y me cuenta detalles de su dietario semanal que devoro cada domingo. Siempre estoy esperando a que aparezcan Amaya y Rafa. Incluso.
Periodistas que han sido mis alumnas hacen piña y van de un lado a otro. No, no buscan canapés. Buscan noticias. Quizá alguna confidencia. ¿Dónde vamos luego? Saber que con esa edad después del fin de una fiesta habrá otra fiesta. Siempre quedará algún sitio abierto en la ciudad.
Al salir, llueve y llueve. La gran noticia esperaba fuera.
Viernes, 20 de octubre
Haruki Murakami recibe el Princesa de Asturias. Muchos no entienden por qué no ha pronunciado el discurso. Ha tenido un diálogo con estudiantes y concedido solo una entrevista: a la agencia Efe. Sí, yo también solicité tener una interviú, como decían los periodistas de hace un siglo, con el autor japonés. Le hubiera preguntado más por su obra de no ficción que por sus novelas.
Sábado, 21 de octubre
Cenamos en casa de unos amigos que viven muy cerca de casa. La madre de ella reside en Canadá. Su padrastro sonríe en una mezcla de bondad ingenua trufada de un encanto de quien lo sabe ya todo de la vida, pero está dispuesto a escuchar y dejarse sorprender. Preguntan por el día a día en Málaga, por la vida de barrio, no la ciudad del turista. Llegan las niñas, muy rubias y tan distintas, y saludan con cariño. La piscina está iluminada. El vino, en su punto. Toñi elige un helado riquísimo. Suena de fondo música brasileña que ‘cazo’ en Shazam. Todo es delicioso. Días después aún escucho las carcajadas. Aquella noche.
Domingo, 22 de octubre
Homenaje a Ramón Lobo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Me encantaría haber ido. Willy Altares, su hermano de elección, lo ha organizado con detalle. El amor entre amigos es el más puro. Muchas veces hablé con él de la muerte, tan cerca en la corresponsalía de guerra. Fui su alumno en un curso de reporterismo que impartió en Madrid. Daba ejemplos muy prácticos, explicando el proceso creativo de sus reportajes. Conversamos en una terraza, un verano en Málaga prepandémico, sobre la soledad y los vaivenes del amor.
Todos náufragos me cautivó por su desnudo emocional. El héroe inexistente lo compré en el Vips de la Plaza de los Cubos, una dura noche de invierno tras un cierre en El Mundo hasta las 2.000 y pico de la noche. Para mí, siendo un periodista moderno, era el último gran reportero clásico, el que había bebido y asimilado lo mejor del trabajo del enviado especial. Miro su blog. La última entrada es del 23 de enero de 2020. Celebra su cumpleaños. “65 y coleando”. Así le recordaré siempre.
Lunes, 23 de octubre
Alberto López Malax narra en clase su experiencia como corresponsal de guerra freelance en Oriente Próximo y en Colombia. Leo un Testigo Directo de principios de siglo que arrancaba así desde Bent Jbeil, al sur del Líbano:
“Es igual que Danny Glover, el actor negro de Arma letal. Al decírselo pone cara de circunstancias mientras sus compañeros se ríen y dicen que es verdad. Son soldados de las islas Fiji pertenecientes al contingente de tropas de Naciones Unidas en el Líbano”.
Aquí cuenta cómo intentó entrar en Chechenia.
Miércoles, 25 de octubre
Txema Martín conversa con Manuel Jabois en el Centro Cultural La Malagueta. Es el estreno del ciclo ‘Entre líneas’. Acaba de publicar Mirafiori. Me ha gustado mucho: ‘La soledad era yo’.
“Miré el mapa. ¿Dónde me puedo ir a terminar la novela? Tenía que acabarla contrarreloj y entonces pensé en un sitio con mar”. Málaga, pero no la ciudad. Quería un sitio cercano y también lo suficientemente alejado. Benajarafe. “Era el sitio ideal para escribir”.
Jueves, 26 de octubre
No conozco casi nada de Inteligencia Artificial. En un taller descubro un universo que no veo tan aterrador como algunos prevén. Pruebo la IA pidiéndole documentación para un artículo. Me introduce datos ficticios que suenan verosímiles. Lo chequeo y no aparece por ningún lado. Se los ha inventado. ¿Y si alguien con menos experiencia lo hubiera dado por bueno y publicado? Lo mismo sí hay que asustarse. Esto de la IA de 2023 me suena a conectarme en Internet por Infovía en 1995.
Viernes, 27 de octubre
El cortometraje de Laura del Río evoca una época. El amor entre un nativo de la Costa del Sol y una extranjera. Merece la pena verlo. Por la ambientación, diálogos creíbles y un velero que es testigo de todo.
Sábado, 28 de octubre
Héctor Márquez dirige la colección Aula Savia (Ediciones del Genal) que estrena sus tres primeros volúmenes: La consolación de la clorofila, de Aina S. Erice; Naturaleza en calma, de José María Montero, y Emboscadas, de Joaquín Araújo.
El prólogo de Héctor, que capitanea el proyecto cultural de El Tercer Piso de la Librería Proteo, exhibe claridad y franqueza: “Me gustan las plantas, la Naturaleza, los libros, la creatividad y la capacidad que tienen los seres humanos de unirse y reconocer sus errores. Me gusta compartir lo que me apasiona y propiciar encuentros”.
Bien cierto que es así. Cuando yo entré a trabajar en Diario 16 Málaga, él se acababa de ir. Nunca coincidimos en una redacción, pero sí en muchas coberturas y ruedas de prensa de Cultura en los últimos 90. Aprendí de él a preguntar con intención y me leía sus crónicas en Sur y El País como una lección de escritura. Apuntaba frases, giros y verbos.
Estos textos, prosigue Héctor sobre la colección Aula Savia, son “hermosos, cercanos y rigurosos para ser disfrutados como quien contempla un prado en primavera, escucha el canto nupcial de un pájaro o ve desplegarse las flores de un almendro”.
Así arranca Erice su capítulo ‘El reino de otoño’:
Otoño (秋)
Entre los árboles
se filtra la luz de la luna;
viéndola, con el ánimo exhausto, sé
que el otoño por fin ha llegado.(Anónimo, Kokin Wakasku c. 920)
Todo empieza en un viaje de 24 horas que se le hace más llevadero gracias a una librería de Tokio. Allí encontró un libro en inglés traducido al español como El paisaje lingüístico japonés: reflexiones alrededor de palabras esenciales. Los ideogramas del otoño, la importancia del cambio de estaciones y esos rojos y dorados que seducen.
José María Montero lamenta en su Naturaleza en calma el Periodismo de borrascas, la espectacularización de la realidad. “Sí, el periodismo es otra cosa, y por eso yo, que soy periodista, me echo a temblar cuando se anuncia la llegada de una borrasca, la desaparición de un menor o el comienzo de un incendio forestal”.
El volumen de Joaquín Araújo recoge columnas escritas para El Confidencial en 2021 y 2022. Tienen títulos que ahondan en nuestra naturaleza, tan amenazada: “El verde, la verdad más grande, amenazado”. “¿Podemos seguir usando la palabra biosfera?”. “¡En otoño búscate en el bosque!”.
Lunes, 30 de octubre
Miro tus fotos que me miran.
Tenés la fortaleza
de quien aún no sabe qué le harán,
te reís con derroche.Y me rodeo
con mis propios brazos
para abrazar en mí lo que hay de vos
Martes, 31 de octubre
Cristina llega a Dublín con Jorge y Jorgito en plena noche de Halloween. Pone fotos en el grupo de wasap de la familia delante de la puerta del Temple Bar Pub. Carlota, que está allí el curso académico, está más alta, advierte Mamá. Ya no es una niña. Es una adolescente con la cabeza muy bien amueblada, con ilusiones, certezas, las ganas tremendas de aprender, de saber más. Juega muy bien al baloncesto. Aquí escribe su orgulloso tito y padrino.
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