Quienes lean La sombra de Julio César, de Andrea Frediani (Roma, 1963), se encontrarán con un libro que cuenta pinceladas de treinta y ocho años de la vida de Julio César, concretamente el periodo que va desde el año 88 a.C. hasta el 50 a.C. No es una biografía, ni tampoco un relato pormenorizado de la Guerra de las Galias, ni un diario. Es algo distinto y atractivo, incluso para quienes tienen un conocimiento detallado de la figura de quien llegó a ser dictador de la República romana.
Andrea Frediani se da cuenta de que en el libro VIII, transcrito por el secretario de confianza de César, Aulo Hircio, desaparecieron partes fundamentales referidas al periodo que corresponde al tiempo comprendido entre el final de la Guerra de las Galias y el inicio de la guerra civil que enfrentó a Julio César con Pompeyo. En este corto periodo de tiempo faltan los capítulos que narran un hecho determinante en la vida de César, como fue la ruptura de su relación de amistad con Tito Labieno. Este vacío del libro VIII lo aprovecha Frediani para novelar una hipótesis plausible de lo que pudo haber ocurrido para que se rompiese esta amistad de décadas, y la comienza narrando cómo se conocen Julio y Tito. Ambos, a lo largo de los años, lograron convertirse en complementos perfectos; decían los hombres a su mando que “donde no era capaz de llegar Julio César, llegaba Labieno”. Fue tal la confianza que el procónsul tenía en él que cuando viajaba fuera de la Galia Labieno se quedaba al mando del ejército. En el relato de su primera campaña Julio César únicamente cita a Labieno de entre todos sus generales. Al convivir con César, su admiración por la capacidad militar, política e intelectual va en aumento, mostrando en todo momento una lealtad inquebrantable. A lo largo de la narración alaba las múltiples capacidades que demuestra su superior jerárquico y amigo. Le considera un estratega civil y militar calculador, capaz de elaborar planes sofisticados, afirmando: “Julio César era verdaderamente bueno en estas cosas, y en mil más”.
En la narración, la voz en tercera persona permite conocer los pensamientos de los protagonistas y descubre al lector cómo van aflorando las insidias, envidias, maledicencias y calumnias, tanto por los allegados a César como por el hijo de Labieno. Por su personalidad ególatra, Julio César no podía permitir que su amigo le hiciera sombra, aunque sí estaba dispuesto a que viviese bajo la suya. César estaba convencido de que los dioses le estaban preparando el camino para ser el primer ciudadano de Roma, y por consiguiente el primero en el mundo. Como muestra de esta personalidad narcisista, César, antes de la decisiva batalla frente al rey germano Ariovisto, gritó, elevando los brazos al cielo y dejándose oír:
Fortuna, tú que siempre me has sostenido, demuéstrame una vez más que soy tu hijo predilecto y concédeme la victoria incluso en estas circunstancias, que pueden hacer de mí el primero de los romanos en conseguir dos grandes éxitos en tierras extranjeras en un solo año. Y tú, Venus, que finalmente has concedido que salieran del anonimato, dame fuerza de realizar gestas que testimonien tu grandeza. Y tú Marte, sostén mi acción y premia mi audacia.
Una personalidad como la de César, tan narcisista, dotada de un ego inmenso, no puede permitir que la admiración que sienten los legionarios por su lugarteniente sea superior a la que sienten por él. Labieno, por su parte, conociendo a César, y a la vista de su comportamiento, empieza a plantearse si su general tiene la intención de acabar con la república y reinstaurar la monarquía, un cambio de régimen que, como muchos otros, no está dispuesto a tolerar.
El libro describe de manera pormenorizada la grandeza, emoción y entrega con que los ejércitos luchan en las batallas que se producen en suelo galo. De igual manera recrea la vida cotidiana, la compra de voluntades y la corrupción política que impera en Roma.
Andrea Frediani, al objeto de reforzar la narración, inicia cada capítulo con un fragmento de un texto clásico que ilustra sobre lo que va a desarrollarse a continuación. Hay párrafos de Plutarco, de Dión Casio, de los propios libros de los Comentarios a la guerra de las Galias y también de la Guerra Civil.
La historia transcurre a lo largo de los paisajes de Roma, Hispania, Vesontio, Samarobriga, Ravena, Gergovia, Alesia y Uxellodunum, permitiendo al autor crear una ficción literaria de un episodio desconocido de la Historia de Roma. Tito Labieno, al perder la admiración por parte de su amigo, se da cuenta de que solo busca el poder total, haciendo gala de una crueldad y de una inmoralidad sin parangón, por lo que decide abandonar la compañía de quien había sido su amigo desde la infancia. Ya no está dispuesto a secundar sus delirios de grandeza, ni ayudarle a que se convierta en un tirano; toma partido por su rival Pompeyo. En el momento de partir, le dice en la cara a César:
«Si tenemos que enfrentarnos en el campo de batalla como adversarios, para ti seré el más implacable de los enemigos. Y si te encuentras a mi merced, no esperes piedad. No pretenderé clemencia, ni la ofreceré» (…). A César aquello debió de parecerle una defección de un hombre del cual no había podido prescindir ni en su carrera civil ni en la militar, al menos durante los últimos quince años.
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Autor: Andrea Frediani. Traductor: Juan Carlos Gentile Vitale. Título: La sombra de Julio César. Editorial: Espasa. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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