Cien cruces arrastradas nació, como muchas obras recientes, durante el período de confinamiento y en la más estricta soledad. Y su argumento, que hoy tacho de azaroso, partió de las siguientes preguntas: ¿Qué sucedería si el presidente de un país tuviera que enfrentarse a una sociedad perfecta? ¿Cómo afrontaría el hecho de saberse inferior a los demás, de no tener sus recursos intelectuales, de carecer, a diferencia del resto, de la ética y los principios que solventan los conflictos? ¿Cabría emplear la mentira contra quienes, por razones ignotas, tienen inoculado el beneficio de la verdad?
Comencé un día 10 de marzo. Recuerdo la víspera con emoción, porque me sabía capaz de todo lo que puede acontecer a un escritor durante la fase de construcción literaria. Era factible el éxito, por supuesto, pero también la desesperación y el abandono. Podía construir —y culminar— una historia que se antojaba excepcional, y también fenecer en el océano, entre cuartillas cuyo único destino es regresar a la blancura. Ello hizo que ansiara postergar el inicio alterando la geografía de la trama. También amenacé con retomar otros proyectos que yo sabía muertos, solo para alejarme de este y evadir ese hecho mayúsculo que supone el fracaso. Pero no lo hice.
Confieso que no fue sencillo encontrar el tono y la voz que vehiculasen la historia. Aseguraba José Saramago que el novelista debe escuchar cada una de las palabras que vertebran el relato para cerciorarse de su exactitud; mis lecturas interiores solo traían farfulla. Padecí varios inicios infructuosos y caminé en círculos, guiado, quizá, por un mismo sonido del que no sabía desprenderme. La tragedia del protagonista era excepcional —porque excepcional es la lucha de un gobernante contra la perfección del prójimo— y por tanto poética. No estaba ante una oda, pero sí —y el lector se percatará de ello— ante una odisea. Debía, por tanto, refugiarme en los textos clásicos y absorber su misticismo. Debía, sin abandonar las claves de la novela, cantar el sufrido viaje del presidente.
Cien cruces arrastradas es una historia sobre el poder, la inmigración y el compromiso colectivo; y también una fábula, con aires de poema, que me ayudó a profundizar en el dilema de la soledad, cuando más solos y ciegos nos hallábamos los unos de los otros.
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Autor: José Luis Díaz Caballero. Título: Cien cruces arrastradas. Editorial: Velasco Ediciones. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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