Imagen de portada: Archivo Nietos de Joaquín Amigo
Fue la casualidad la que quiso que el archivo personal de Joaquín Amigo apareciera en mi vida. Una extraña casualidad, una especie de azar que se materializó en un momento difícil, cuando la pandemia del coronavirus nos tenía confinados en casa. Durante parte del mes de marzo, todo el mes de abril y el de mayo de 2020 estuvimos en nuestras casas sin poder salir más que para comprar lo indispensable. Y tuve la fortuna de poder quedarme en Madrid junto a mi esposo y cerca de mi familia. Podría haberme pillado en Iowa City, que es donde trabajo impartiendo clases de escritura creativa y estudios culturales, ya que soy, aparte de escritora, teórica de la historieta. Estaba en España en plena gira de mi novela El mapa de los afectos, que había ganado el premio Nadal ese 2020 y que también quedó paralizada por la pandemia.
En la novela Amigo encontrarás la historia de Inés Sánchez Cruz, una poeta mexicana que llega a Madrid en noviembre de 2019 a hacer una investigación en el archivo de Joaquín Amigo. A mi protagonista, que también es profesora en Estados Unidos, le sucederán muchas cosas en Madrid, y a la vez que trata de dar sentido a su vida y su pasado, tratará de avanzar en sus investigaciones y tomar apuntes para lo que será un largo ensayo sobre Joaquín Amigo.
El archivo de Joaquín Amigo me ha permitido escribir mi novela, ha ayudado a desarrollar al personaje de la poeta mexicana Inés y a construir una atmósfera de posibilidades literarias en donde la propia María, nieta de Joaquín Amigo, se transforma también en personaje para resolver la trama. Yo estoy detrás de todas las escenas como la narradora que observa y acompaña a los lectores. Pero el archivo de Joaquín no se termina con mi novela, al revés, comienza con mi novela y no deja de sorprenderme.
Yo quería que el lector sintiera la misma emoción y tuviera las mismas dudas que mi protagonista. Las tres cartas de Lorca están sin fechar, pero por el contexto de la novela Inés trata de adivinar la época. Hay una desde Lanjarón con papel del Gran Hotel España, e Inés, mi protagonista, creerá que es de 1926. Es una carta de tres folios a media cuartilla que da respuesta a una carta que le manda Joaquín Amigo desde Granada y en la que le manda un cuento primerizo de un tal Fernán Gómez. Joaquín se lo envía desde Granada a Federico para pedirle sus impresiones un 7 de agosto. Por lo que enseguida imaginé que la respuesta de Federico era también de agosto. Lo que me faltaba por fijar era el año. A Inés la pongo a buscar las referencias que hay de las visitas de Lorca a Lanjarón. Lee el libro de Gibson sobre Lorca y trata de aproximarse.
Todavía me siguen resonando las cartas de Lorca y de Amigo hablando de Fernán Gómez y de su cuento. ¿Cómo sería aquel cuento que Joaquín definía como “literatura imperfectamente primorosa”? El cuento que Federico, al contestar a su amigo Joaquín, describía como “revestido de pelusilla adolescente” y que le sorprendía “como una luz de plata y vidrios de Venecia”. Lorca comparaba las imágenes que aparecen en el cuento del muchacho con las del escritor francés Giraudoux. Y añadía una interesante alusión a su libro Escuela de los indiferentes, que calificaba de “divertida bobería lírica”. Cuando vi esa referencia, busqué información sobre el libro y descubrí que había sido publicado por primera vez en España traducido en 1921, del original francés de 1911. Esa obra se ha descrito como el itinerario intelectual y vital de Giraudoux, y los estudiosos la han calificado como lírica de aprendizaje que aunaba tres relatos donde la emoción eclipsaba la acción y la pasividad de los personajes contrastaba con una marcada expresividad poética.
Pero para Lorca el joven Fernán utilizaba imágenes tocadas por la “realidad emocional”, mientras que Giraudoux estaba impregnado de “realidad intelectual”, y Lorca subrayaba ambas realidades diferenciadas en su carta. Lorca se tomaba en serio el análisis y elegía con cuidado las palabras que definían a cada uno: “Nuestro amiguillo escribe entre flores y el otro entre tristezas… pues eso… me gusta más… Fernán Gómez”.
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En estos meses, cuando estoy en Madrid, continúo ordenando el archivo; porque mi personaje Inés trabajó 21 días en los papeles, pero yo todavía saco tiempo para seguir analizándolo y cumplir con la promesa de mi personaje de contar todo lo que hay en un ensayo. Y hoy, 15 de marzo de 2022, sucedió la magia de los descubrimientos. María, la nieta de Amigo, y yo dedicábamos la mañana a seguir catalogando los papeles, a tratar de descifrar el trazo de las cartas a mano, y ordenar todas las hojas. Y justo hoy, que la mañana trajo arena del desierto a la ciudad y había teñido los cristales de los coches y de las ventanas con un polvo anaranjado, apareció el cuento de Fernán Gómez. Fue después de anotar que hay una carpeta azul llena de todos los programas de los conciertos que escuchó Joaquín en la década de los veinte, de ver los programas de la memoria del colegio residencia “Akademos” del año 1931-1932, y contemplar ensimismadas una foto de sus siete alumnas del Liceo Femenino Santa Teresa que le mandaban un recuerdo de admiración y cariño, apareció el cuento de Fernán Gómez. María y yo dimos un brinco emocionadas. Primero encontramos una carta de Fernán Gómez del 3 de agosto. Era de media cuartilla y estaba escrita a máquina, con letra color morado. En la esquina superior izquierda había escrito a mano su nombre y justo debajo “Niño tonto un poco literato. Compone poesías, y hace articulitos de… crítica”. Luego a máquina comenzaba con un “Querido Joaquín: Ahí tienes mi primer cuento para que lo leas y veas qué tal te parece”. María y yo nos miramos, no dábamos crédito: ¿se refería al cuento que luego le manda Joaquín a Lorca a Lanjarón? Seguimos leyendo muy intrigadas: “No sé si te disgustará te haya dedicado este mamarracho pero como espero nunca salga a la luz pública; no verá la gente nunca tu nombre, ‘dilecto de Sofía’, al frente de ese asesinato”. María y yo nos reímos y seguimos leyendo, pues se compromete a dedicarle alguna otra vez algo mejor. Luego le explica que la copia del cuento está muy mal hecha, ya que la hizo en una máquina extraña pues la suya estaba en reparaciones. Al final le explica que irá a su casa a las 11 de la mañana y que si Joaquín no se ha levantado pensará que se ha molestado por la dedicatoria de lo que define como su pobrecito cuento. Después de un abrazo fuertísimo de amigo y gran expresión de cariño aparece la firma manuscrita, y justo debajo ha puesto 3 de agosto. Y en la esquina de la izquierda en triple exclamación y escrito a mano: “¡¡¡Te ruego leas mi cuento hasta el final!!!”
Algunos papeles después, apareció un cuento de Fernán Gómez. Estaba en siete medias cuartillas mecanografiadas en morado. Llevaba el título “PRIMAVERA” en su primera página. María yo nos pusimos nerviosas, ¿sería este el cuento que analiza la carta de Lorca? ¿El del incipiente mes de marzo? Pienso entonces que marzo trae la primavera, y miro nerviosa a María. ¿Será este el boceto “tan espiritual y tan raramente medido” que describe Lorca?
Al leer el cuento las dos temblamos: casi al comienzo de la página tres, aparece Ukrania escrito con k. A María se le pone la piel de gallina, me muestra el pelo de la muñeca erizado. ¿Qué hace la palabra “Ukrania” en este cuento? Tratamos de entender el contexto de la trama en la que, al parecer, el protagonista del cuento está desayunando ensimismado con su vecina, y las sensaciones que le rodean. Nota la primavera en sus labios y en la sensualidad de la fruta y piensa en lo que para él significa el nombre de Isabel. Y de pronto lee el periódico buscando la respuesta a esa fragancia de olores y colores de flores. La prensa se ha olvidado de la primavera porque suceden otras cosas: “Pero los periodistas lo habían olvidado hablando de las redacciones de los presupuestos generales y de las noticias de Ukrania y Constantinopla, bajo la luz aséptica de las redacciones”. Esa oración, que contrastaba con las sensaciones de la primavera, estaba llena de historia. Avanzo hasta el final del cuento, está firmado y fechado en Granada a 2 de agosto de 1925. Le pregunto a María qué pasaba en Ucrania a finales de julio y comienzos de agosto de 1925. María busca en el móvil alguna respuesta, ¿qué estaría sucediendo en aquel momento? ¿Por qué hay noticias de Ucrania? El cuento habla de las emociones de la primavera y del amor adolescente, pero los periódicos de entonces y de ahora piensan en Ucrania. Parece increíble: cómo es posible que aparezca Ucrania en este cuento —vuelvo a repetir—, y de esta forma, como parte de las noticias. María y yo nos miramos en silencio y volvemos al cuento.
En la misma página tres, al final del último párrafo, está la frase que recoge y celebra Lorca en su carta a Joaquín: “Él sabía que a los muchachos de ojos verdes les gustaban los caramelos”. ¡Aquí está! —gritamos—, María y yo la hemos encontrado a la vez. La carta de Lorca cita esa misma oración y la celebra diciendo: “Escribir esto en Granada, y a los quince años, en medio de la podredumbre oficial y el empacho arqueológico, me llena de consuelo y suave esperanza”.
—María, podemos datar con precisión la carta que manda Lorca desde Lanjarón, es de agosto de 1925.
—No me puedo creer que salga Ucrania —me responde consternada.
—Tienes razón, es increíble, pobre Ucrania, su historia es dolorosísima, igual que su presente.
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