En medio del primero de los confinamientos que paralizó nuestra actividad, Rosa Sánchez de la Vega dio alas a su vocación y a su pasión, la radio y la literatura. Lo hizo creando un rincón para conversar, un espacio quincenal en el que se encontraría con un autor para exprimir la esencia de su último título o repasar su trayectoria. Así nació Rosa Pasapágina, el podcast literario de la cadena SER, que se abre paso como uno de los acontecimientos culturales de las ondas.
Rosa Pasapágina no ha parado desde entonces. Retransmite cada semana una nueva entrevista, nutre de contenidos sus perfiles en redes sociales, alimenta el hambre de cultura de quienes, en aquellos meses aciagos, nos encontramos ligeramente a la intemperie.
Zenda se reúne con Rosa Sánchez de la Vega para conocer un poco más el origen de su espacio radiofónico. Descubrimos con la periodista los títulos que la apasionan, los autores que son esenciales en su biblioteca y los planes que tiene para el futuro más inmediato de Rosa Pasapágina.
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—¿Qué es Rosa Pasapágina?
—Rosa Pasapágina es un programa de charlas (no me gusta decir entrevistas). Lo que hago es hablar con el autor sobre la obra que acaba de publicar, su trayectoria, si acaba de recibir un premio… No es una entrevista al uso, se profundiza un poco más en su obra.
—¿Qué van a encontrar los oyentes que se acerquen por primera vez al programa?
—Lo que van a encontrar es un programa diferente en el que previamente he leído el libro y entresacado los entresijos de la lectura. El oyente va a escuchar el libro del que estamos hablando pero de una forma diferente. Se lo vamos a acercar para que sepa la opinión del autor, las dificultades que ha tenido, por qué ha tenido esa idea… Sin desvelar nada, pero siempre dando pistas que solo el autor sabe que tiene que responder.
—De pequeña, ¿soñó alguna vez con una actividad como esta?
—Sí. Lo que he hecho ha sido fusionar mis dos pasiones: la lectura, escribir y el micrófono. El micrófono es para mí algo vocacional, así que estoy encantada con lo que estoy haciendo.
—¿Fue usted niña lectora? ¿Qué relación tiene con la literatura?
—Sí, desde pequeña. Desde que recuerdo leo. Imagino que como todos. Siempre ha habido cuentos en casa. El primer libro que yo recuerdo que me enganchara fue Cien años de soledad. A partir de ahí comencé a demandar más lecturas.
—¿De dónde surgió la idea de esta colaboración?
—Empecé con un programa cultural en Cadena SER, era un programa quincenal en el que comenzamos con la historia del libro. Después estuve en Radio Inter con un programa de dos horas de duración que también era cultural. Ahí ya empecé a meter alguna entrevista. A partir de ahí vino el confinamiento, todo el mundo se bloqueo (¡yo también!), pero se me ocurrió la idea de hacer entrevistas para entretener y para llevar la actualidad de lo que se estaba publicando. Empezamos así con este programa.
—¿De dónde surgió el nombre del programa?
—Surgieron dos, pero me pareció que “Pasapágina” era precisamente eso. Aunque todo lo que había hecho estaba ligado a la cultura, ésta era una manera de pasar página e ir directamente al autor. Ya no me iba a dedicar a la cultura sólo, sino al autor. Un autor al que yo siempre había visto al otro lado, magnificándolo, y creo que lo que sentía como lectora, ese querer acercarme a él, lo podía transmitir al oyente.
—Ha entrevistado a escritores como Vicente Vallés, Máximo Huerta, Pilar Eyre o María Zaragoza. ¿Qué entrevistados desea que acudan al programa?
—Entrevistaría a todos los escritores, pues creo que no se debe diferenciar, pero si me hablan de autores a los que me hubiese gustado, te voy a decir uno que ya no está pero que con él descubrí la novela negra, que entonces me pareció que era la mejor manera de escenificar esa intriga, Henning Mankell. Me hubiera encantado poder entrevistar a Mankell. ¿Actual? Estoy feliz, de momento no tengo ninguno que se me resista, voy a decirlo así.
—¿Cómo prepara cada uno de sus programas?
—Primero veo un poco lo que va a llegar: las novedades. Después pido a la editorial que me mande el libro físico (no me gusta leer en pantalla, me gusta subrayar, me gusta anotar). En ese sentido, el dossier siempre me ayuda. En esa forma de subrayar busco párrafos o aspectos que tengan que ver con el capítulo o con la historia, pero que solo sean una pista. A partir de ahí empiezo a hacer las preguntas, que nunca salen correlativas. A la hora de montar la entrevista es cuando me pongo delante del ordenador.
—¿Qué se esconde tras el espíritu del programa? ¿Qué persigue con este espacio?
—Lo que persigo es que el oyente sepa de qué estamos hablando, cuál es la historia que el oyente se anime a leer, que tenga una orientación sobre lo que va a leer o sobre lo que no ha leído nunca pero sobre lo que, de repente, se le enciende la chispa. Quiero también transmitir al autor mucho respeto por lo que ha hecho, porque creo que se lo debemos.
—¿Cuáles son los ingredientes de una buena entrevista?
—Los ingredientes de una buena entrevista son que desde el minuto cero el autor sepa que se ha leído la obra, ese respeto; que no sea una entrevista al uso, y que haya conexión. Creo que el autor tiene que saber que la persona que le está entrevistando sabe de lo que está hablando y sabe lo que le ha costado hacerlo y lo que se está disfrutando con él.
—¿Cómo es Rosa Sánchez como lectora?
—Caes en una tesitura complicada, porque cuando leer forma parte de tu trabajo te vas haciendo cada vez más exigente. Si es lectura como trabajo, te puedo asegurar que la disfruto igual, pero es verdad que cuando tienes un periodo de vacaciones increíblemente quiero seguir leyendo, pero leo otras cosas. Por ejemplo, saboreo la poesía, leo novelas de aventuras…
—¿Ha vuelto a leer sin un lápiz en la mano?
—No. De hecho, cuando no lo tengo hago una captura de lo que me gusta y pongo la página en la que está. Es que… ¡hay tanto en un libro que es muy interesante sacarle jugo!
—¿Qué libros recomendaría?
—Recomendar es elegir un autor. Depende un poco en función de lo que le guste a cada lector. Más que libros te puedo hablar de algo que se está haciendo mucho, y es novelar la Historia. Creo que es muy importante, porque la Historia la tenemos que conocer. La Historia la han hecho, sobre todo, gente anónima: la que ha sufrido, la que ha vivido… Creo que novelar la Historia tiene muchísimo trabajo para el autor y un aprendizaje muy fácil para el lector a la hora de saber qué ha ocurrido realmente. ¿Libros? Uno que me gustó especialmente es El jinete del silencio, de Gonzalo Giner, que es muy laborioso, ¡una historia tremenda! Tiene un personaje autista que se comunica con el caballo. Hay ahí un despertar de emociones increíble.
—¿Qué libros hicieron que amase la literatura?
—Cien años de soledad, Nada, de Carmen Laforet y descubrí a Marwan hace poco. Tiene una poesía, que él llama “apátrida”, que es una maravilla. Y Mankell es para mí el dueño de la novela negra.
—Después de todo este tiempo entrevistando a escritores, ¿no le ha llamado a usted el gusanillo de la escritura?
—Sí. He escrito y publicado dos novelas. Tengo una tercera novela en corrección. Digamos que esa aspiración se agranda. ¡Quiero hacerlo bien! También escribo relatos en un periódico digital y en papel, y escribo en una revista digital.
—¿Cuántas horas dedica —de media— a la preparación de un programa?
—Te vas a asustar, pero sí que puedo dedicarle sus 10 horas diarias.
—¿Cree que en Rosa Pasapágina hay espacio para libros de fondo, que no sean novedad?
—Sí, claro. Por supuesto. Muchas veces hay un escritor con una trayectoria determinada o al que le dan un premio…
—¿Está el programa abierto a otras ramas de la literatura (como la literatura infantil o juvenil)?
—Sí. Al principio sólo hacía novela, pero seguí con la poesía, temas de salud, deporte… Está abierto a todo.
—¿Qué libros cree que deberíamos haber leído todos antes de abandonar el colegio?
—Es que lo de obligar a que un niño lea es poco producente. Me inclinaría por Cien años de soledad y Agatha Christie. Estoy descubriendo que hay muchos escritores que le hacen un homenaje en sus libros, a esa habitación cerrada de la que ella hablaba.
—Las novelas de intriga son un imán para que un niño se enganche a la lectura.
—Llevaba a mis hijos a la biblioteca y allí descubrí unos libros de mitología griega explicada para niños. A partir de ese momento mis hijos se engancharon a la lectura.
¿Qué tres libros se llevaría a una isla desierta y por qué?
—El jinete del silencio, Pisando los talones, de Mankell, y un libro de poesía. También me podría llevar a Carmen Laforet. Y un libro en blanco —si me lo permites— para escribir (risas). Sería de “justicia” hablar de Bernardo Atxaga: Desde el otro lado es un libro maravilloso, como él, a quien tuve el placer de entrevistarle. Creo que me lo llevaría también a una isla desierta.
—¿Qué libro regaló este Sant Jordi?
—La biblioteca de fuego, que es el título que ha ganado el Premio Azorín. Es un homenaje a esas personas anónimas que se ocuparon de que la Biblioteca Nacional siguiera teniendo esos libros, que no se quemaran del todo… Creo que la cultura es la base de todo.
—¿Qué idea de futuro tiene para su sección? ¿Hasta dónde quiere llegar?
—Me gustaría que la Cadena SER de Madrid se hiciera mucho más eco del programa que estoy haciendo. A pesar de que el podcast llega a todas partes, es cierto que la radio se está haciendo cada vez más visual, y por tanto si fuera posible que se viera en el podcast de la SER en Madrid creo que llamaría mucho más la atención. Esa es mi aspiración.
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