Este libro debería ser reseñado en greguerías. Decir, por ejemplo: “La greguería es la risa del aforismo”. O “Pombo es el ataúd de la solemnidad”. O quizás mejor, elaborar una larga serie de frases casi inconexas y culminantes de esas con las que Ramón llevaba como a trompicones sus textos. Ramón: el que dominaba el arte de escribir mal y decir bien. Pero yo no soy Ramón, y debo resignarme por ello a una prosa menos despeinada.
Es cuestión de antiguo debatida, cuándo fue fundada la famosa tertulia: se barajan fechas que van de 1912 a 1915, pasando por el otoño de 1914. Andrés Trapiello, por ejemplo, afirma en su prólogo a Pombo (I 7) que la tertulia fue instituida en 1912, opinión que parece seguir la expresada por Ramón en la edición refundida de Pombo en un volumen (1941, 44-45). Sin embargo, en Automoribundia Ramón dará a entender que fundó la tertulia entre la declaración de la Primera Guerra Mundial (hacia agosto de 1914), y la Exposición de Pintores Íntegros (Madrid, marzo de 1915). Gaspar Gómez de la Serna dirá en 1963 que si bien en 1912 Tristán (el alter ego de Ramón) lo muestra ya entrando algunas tardes en Pombo, y aunque Ramón mismo dijera en el Pombo de 1941 haber elegido ese café en 1912, aún no se refiere a la tertulia, sino a un mero sitio para su ocasional recogimiento. Siguiendo al Ramón de Automoribundia, Gaspar data el comienzo de la tertulia tras el comienzo de la guerra, en el otoño de 1914. En cuanto a la versión que propone 1915 como año de la fundación, puede aducirse en su favor que será en esa fecha cuando se publique la “Primera Proclama de Pombo”. Es, en todo caso, la fecha elegida por Alaminos López para fechar el inicio del tema de su libro.
Antiguo director del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, que publicara anteriormente otros trabajos sobre Ramón (entre ellos Los despachos de Ramón Gómez de la Serna: Un museo portátil “monstruoso”, 2014; Greguerías ilustradas de Ramón Gómez de la Serna, 2017), Alaminos López se ocupa en este de la historia intrínseca de la tertulia, de las crónicas ramonianas y de su recepción, la coetánea y la posterior. Es incuestionable la devoción invertida en este proyecto, la amplitud del saber de Alaminos López, si acaso algo estorbado por la manera de organizar el enorme caudal de datos que maneja.
Ramón y Pombo conforman una dupla indisoluble. La tertulia es el unigénito de Ramón, es consubstancial con él (y el catolicón supersticioso que habitaba en Ramón se hubiera quizás escandalizado por este blasfematorio juego de palabras de un ateo). Claro que hubo antes y después otras tertulias y peñas, no solo en Madrid, pero ninguna como Pombo. Y los libros de Ramón (1918, 1924) y sus posteriores artículos en la prensa, que van desde la carcajada hasta la amargura (como en el Almanaque de 1935), son el mejor retrato del autor, la mejor definición de Pombo y como el monumento y epitafio a una época gloriosa que terminaría con la Guerra Civil. Después, Pombo ya no es Pombo. Cobija, apenas, a obsecuentes sin esprit.
Ramón no era solo el organizador de la tertulia. No invitaba y esperaba que vinieran los comensales, no: protestaba, rogaba que la gente viniera. Subsisten billetes en los que se queja de que alguien aún no ha pasado por allí, de que hay libros para repartir, a menudo gratis y con su firma, de que se verá y oirá lo más nuevo que Madrid y el mundo tienen para ofrecer.
Por Pombo pasaron todos: escritores, artistas, pensadores, condes bálticos. Es ahí donde Ortega detecta “la última barricada” y debe defenderse de los ataques de los jóvenes, donde se homenajea por primera y última vez a “Don Nadie”, donde se conocen Borges y Alfonso Reyes, donde un Borges imberbe anuncia petulantemente estar traduciendo la Ilíada. El futuro ultraísta Guillermo de Torre es ya en 1916 un exaltado, que anda en busca de maestro. Cansinos lo deriva a Ramón, según este relata en Pombo I (1918)… Y así se podría seguir hilvanando historias, a cuál más interesante. Solo se echa de menos a mujeres.
Alaminos López ha leído todo lo escrito por Ramón sobre su tertulia (menos en sus cartas), y casi todo lo que se ha dicho de él y de Pombo. Lo ha recopilado en este libro denso: minucioso registro de vicisitudes, recuerdos, anécdotas en los que se refleja la vida espiritual de la España del primer tercio del siglo XX.
Su lectura puede complementarse con la de otro volumen de la serie, del pombiano José Gutiérrez Solana: Madrid, escenas y costumbres.
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Autor: Eduardo Alaminos López. Título: Ramón y Pombo (Libros y tertulia, 1915-1957). Editorial: Ediciones Ulises (Colección Madrid, 4). Venta: Todostuslibros y Amazon.
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