Que no paren de asesinar, que no se cansen de descuartizar, desmembrar, despedazar, acuchillar, destripar. Les pido a los psicópatas que no flaqueen en su cometido. Les animo a que arranquen orejas con bisturís, troceen a sus víctimas con sierras eléctricas, disuelvan a sus víctimas en ácido. Por favor, que su ansía de sangre no disminuya; que no dejen de matar. Porque si llegase ese momento —Dios no lo querría; Satán tampoco—, Blas Ruiz Grau tendría que dejar de escribir sobre ellos, y sus seguidores no tendríamos más «Asesinos en Serio«.
Ahora le llega el turno a la segunda parte de Asesinos en serio. Y este nuevo dream team de psicópatas es igual de despiadado y sangriento que el anterior. Por sus páginas pasan la viuda negra Belle Gunnes, que casi acaba con medio Illinois; el maníaco del martillo —también conocido como el asesino del ajedrez— Aleksandr Pichushkin, que arrebató el récord de asesino en serie más prolífico de Rusia a Chikatilo; el estrangulador de Boston, Alber DeSalvo, sobre cuyo caso siempre han sobrevolado todas la interrogantes; el monstruo de los Andes, Pedro Alonso Pérez, el mayor psycho killer de la historia; y también uno de los personajes más siniestros de nuestro país, Joaquín Ferrández Ventura, secuestrador, violador y asesino en serie. Aunque si tengo que quedarme con un capítulo del libro elijo el dedicado a José Antonio Rodríguez Vega, «el mataviejas». Todo fue tétrico, oscuro y sanguinario en su existencia: su obsesión sexual con su madre, los delitos cometidos como «el violador de la moto», una carrera criminal que terminó con la vida de 16 mujeres y que tuvo un final de lo más gore: dos reclusos acabaron con su vida en la cárcel de Topas después de asestarle 113 puñaladas. Uno de esos dos presos, a la entrada al juicio por el asesinato de Rodríguez Vega, gritó una de las frases más icónicas de nuestra crónica negra: «He matado al mataviejas».
[ttt_showpost id=»85616″][/ttt_showpost]
Además de contar las vidas de cada uno de esos monstruos, Blas reflexiona sobre los motivos y las causas. Ahora que está tan en boga el true crime —acabamos de estrenar una nueva sección en esta web firmada por Alba R. Prieto, que te recomiendo— es un buen momento para incidir en ese origen del mal. Ruiz Grau hace siempre en las biografías de los asesinos una referencia a su infancia. No todos los que tuvieron una niñez marcada por los abusos y la violencia se convirtieron en criminales, pero sí que parece ser uno de los factores determinantes. En el perfil que trazó de Chikatilo Blas revive uno de los debates más controvertidos: ¿el psicópata nace o se hace? En esta segunda obra vuelve a plantearlo. El enigma sigue sin resolverse. Hay demasiadas aristas. Quizás debamos dividir las culpas entre la genética y lo ambiental, la predisposición natural y la educación y el entorno familiar. Psicópatas hay más de los que pensamos. Y a buen seguro habremos sufrido a más de uno, en el instituto, en el trabajo, pero no todos dan ese paso para convertirse en homicidas.
Asesinos en serio 2 se lee del tirón, con avidez y entusiasmo, mientras devoras una tableta de chocolate con sal conociendo los horribles crímenes de los protagonistas de este ameno ensayo. Blas contagia las ganas de avanzar en la obra con su estilo lleno de ritmo, con su astuta ironía —que arranca múltiples sonrisas entre tanta víscera— y una precisión en la presentación de los perfiles digna de un experto neurocirujano del noir. Que no dejen de matar, por favor, yo necesito leer ya la nueva entrega. Y mientras llega esa ansiada tercera parte me conformo sabiendo que el 11 de noviembre saldrá a la luz su nueva novela, El cuento del lobo. Me temo —espero— que habrá más muertes.
—————————————
Autor: Blas Ruiz Grau. Título: Asesinos en serio 2. Editorial: Oberon. Venta: Todostuslibros y Amazon
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: