Con una historia que desde finales del siglo XIX comenzó a ser un cuento muy difícil de contar cuyo final aún no se vislumbra 118 años después, Puerto Rico ha sido en sí mismo un generoso manantial para infinidad de escritores que han hecho del cuento un género fundamental en su producción literaria.
Esta contundente representatividad del cuento en una isla donde la creatividad desborda los contornos físicos de su geografía caribeña ha sido más que manifiesta en un proceso generacional que parece haber tenido su “big-bang” con la llamada Generación del 50 que incluye nombres de la talla de Enrique Laguerre, Emilio Díaz Valcárcel, José Luis González, Abelardo Díaz Alfaro y René Marqués, sin duda alguna pilares de una tradición literaria —y sin duda también cuentística de gran calibre— en la que más tarde se destacarían maestros como Magali García Ramis, Edgardo Rodríguez Juliá, Ana Lydia Vega, Luis Rafael Sánchez, Rosario Ferré, Olga Nolla, Juan Antonio Ramos y Manuel Ramos Otero, por mencionar solo unos cuantos de una extraordinaria camada forjada a galope entre las décadas de los 70 y los 80.
Lejos de menguar con la llegada de los 90 y del nuevo milenio, esa efervescencia de narradores -potenciada en parte —quizá— por las nuevas tecnologías como recurso para la publicación y diseminación- ha continuado en ebullición, con el género del cuento como una de las avenidas más transitadas para apalabrar esa vocación por contar el gran cuento de una isla que, de tanto ser colonia, no encuentra la manera de ser cabalmente país, incertidumbre que suele impregnar esa larga crónica contada a contrapunto por las obras de ese vasto coro de escritores.
Varias han sido las antologías que han intentado recoger con más o menos éxito —y mediante el filtro de diversos criterios— la producción cuentística puertorriqueña de los últimos tres cuartos de siglo, entre ellas la realizada por Efraín Barradas, titulada Apalabramiento: Cuentos puertorriqueños de hoy, y En el ojo del huracán. Nueva antología de narradores puertorriqueños, a cargo de Mayra Santos-Febres y Ángel Darío Carrero.
Enfocada en textos escritos a partir del inicio del nuevo milenio, la doctora Ana Belén Martín Sevillano publicó recientemente Puerto Rico indócil: Antología de cuentos puertorriqueños del Sigo XXI, una interesante selección de obras que lanza un revelador haz de luz sobre un cuerpo de escritores en el que —como ella misma acepta en el prólogo de libro de la colección Calembé de la editorial Algaida— “hay ausencias”.
No obstante esas omisiones -voluntarias o no- sin duda Puerto Rico indócil es la primera gran antología de la huella que el cuento ha dejado en Puerto Rico —y viceversa, desde luego— con un destilado de escritores que se desmarca de criterios generacionales, estilísticos y temáticos, sin otro afán —asevera Martín Sevillano— de “mostrar la riqueza y diversidad de la literatura puertorriqueña de este siglo, considerando a un tiempo textos que proceden de autores de muy diferente edad y perfil, y con proyectos literarios muy diversos”.
De la misma manera que la antóloga reconoce ausencias en su selección final, no es menos cierto que, para otros juicios, en esta antología habrá presencias un tanto forzadas o —por lo menos— fuera de contexto, como parte de un grupo dominado por nombres de incuestionable jerarquía que no sólo cultivan con autoridad el cuento, sino también géneros como la novela y la poesía.
Aunque “no son todos los que están, ni están todos los que son”, entre los que sí son y están representados por alguno de sus mejores relatos cabe mencionar a Sofía Irene Cardona -“La viuda en jardín”- Luis López Nieves -“El gran secreto de Cristóbal Colón”-, Ana María Fuster Lavin -“La dignidad de los muertos”-, Luis Negrón -“Por Guayama”- Mayra Santos Febres -“La Pastora”-, Mario Cancel -“La Bala”- Vanessa Vilches Norat -“Pasadizo”-, Carlos Vázquez Cruz -“Cómo se pela un huevo”-, Edgardo Sanabria Santaliz -“Bajo la cama”-, Juan Duchesne Winter –“Gotcha (Variaciones sobre un tema de Goethe)”-, José Rabelo -“Gran André Ladán”- y Lourdes Vázquez -“Insomnio”.
Claro que esta apreciación no es exhaustivamente inclusiva. Reconozco —como la antóloga— que en esta lista muy mía hay ausencias, solo cuestión de gustos, nada personal. Es solo mi selección de su selección, solo eso, así de simple.
Como refrendo de la incertidumbre antes mencionada en el ADN de buena parte de la narrativa puertorriqueña, esa que se teje en torno al concepto de identidad, Martín Sevillano comenta que “los textos aquí seleccionados no solo cuestionan la idea de la docilidad, sino la misma idea de la nación y de la identidad a ella adscrita”. “Son textos que, cada uno a su manera, plantea una realización libre de las posibilidades del ejercicio y del espacio literarios”, concluye.
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Título: Puerto Rico indócil: Antología de cuentos puertorriqueños del Siglo XXI. Autor: Varios. Editorial: Agalda. Edición: Papel y Kindle
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