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Proyecto Itinera (XLIX): Causas y efectos del estornudo - Zenda
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Proyecto Itinera (XLIX): Causas y efectos del estornudo

El Proyecto ITINERA nace de la colaboración entre la Asociación Murciana de Profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) y la delegación murciana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Su intención es establecer sinergias entre varios profesionales, dignificar y divulgar los estudios grecolatinos y la cultura clásica. A tal fin ofrece talleres prácticos, conferencias, representaciones teatrales,...

El Proyecto ITINERA nace de la colaboración entre la Asociación Murciana de Profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) y la delegación murciana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Su intención es establecer sinergias entre varios profesionales, dignificar y divulgar los estudios grecolatinos y la cultura clásica. A tal fin ofrece talleres prácticos, conferencias, representaciones teatrales, pasacalles mitológicos, recreaciones históricas y artículos en prensa, con la intención de concienciar a nuestro entorno de la pervivencia del mundo clásico en diferentes campos de la sociedad actual. Su objetivo secundario es acercar esta experiencia a las instituciones o medios que lo soliciten, con el convencimiento de que Grecia y Roma, así como su legado, aún tienen mucho que aportar a la sociedad actual. 

Zenda cree que es de interés darlo a conocer a sus lectores y amigos, con la publicación de algunos de sus trabajos.

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El invierno ha llegado también, aunque sea fugazmente, a la cálida región de Murcia, dejando su manto de nieve sobre las tierras del Noroeste, de la mano del Nuevo Año en el que se entretejen la sensación del día de la marmota y la confianza de los más optimistas en que el 21 será el año del reencuentro, de los besos y abrazos aplazados, para quienes salgamos incólumes de la que aún nos espera. En medio, los más cautos y moderados, y en un extremo los imprudentes y los negacionistas.

"El estornudo en sí es un acto reflejo fisiológico tan antiguo como el ser humano y que encierra también creencias y supersticiones que tratan de explicar sus causas y efectos"

La realidad inmediata es que se cierne sobre nosotros la amenaza de la gripe en sus múltiples variantes, y que los fríos traerán como consecuencia lógica por los contrastes de temperaturas el típico resfriado estacional con su congestión nasal, toses y estornudos como reacción de defensa de nuestro cuerpo a una infección vírica, defensa que en estos momentos está clasificada como arma de potencial destrucción masiva. No es extraño ver a quien, ante la inminencia del estornudo, se levanta la mascarilla para dejarle vía libre, y tampoco ha terminado de asentarse entre la población una costumbre que hace ya siete años me sorprendió en mi estancia en la neoyorquina Ithaca por lo que para mí tenía de insólita: la de estornudar o toser sobre la manga en el improvisado nido de la flexión del brazo para evitar su dispersión en forma de repentina ducha que más de una vez todos hemos sufrido ante la incontinencia sorpresiva del estornudador de turno.

El estornudo en sí es un acto reflejo fisiológico tan antiguo como el ser humano y que encierra también creencias y supersticiones que tratan de explicar sus causas y efectos.

En el libro etiópico de Henoc, apócrifo del Antiguo Testamento, se nos dice así acerca de Leviatán: “Su estornudo hace brillar la luz, y son sus ojos cual los párpados de la aurora. De su boca brotan antorchas, chispas de fuego se escapan. De sus narices sale humareda…”

También en el libro de Job, al hablar de los monstruos primitivos se dice de Behemot que “sus estornudos son llamaradas…”

Hay tablillas ugaríticas en las que se hace referencia al estornudo, y en sumerio vemos que, al igual que el esputo, guarda valores mágicos y es usado con fines maléficos por brujos y hechiceras, gesto que se mantiene hoy en día como señal de desprecio, despojada de la conciencia de su origen.

"En la Odisea asistimos al sonoro estornudo de Telémaco tras el parlamento de su madre, que es celebrado por esta e interpretado como señal de buen agüero para ella y pésimo para los pretendientes, como premonitorio de su inminente muerte a manos de Ulises"

Tanto los egipcios como los griegos consideraban que los estornudos eran uno de los medios de los que usaban las divinidades para hacer advertencias a los mortales. Dependiendo del momento del día en que se estornudase se consideraban de buen o mal augurio —por lo general era buena señal si se producía el estornudo por la tarde y mala por la mañana, pero era pésima si el momento de estornudo era al levantarse de la cama o de la mesa. Por otra parte, estornudar hacia el lado izquierdo era positivo y negativo hacerlo hacia la derecha. Y el hecho de que un dios estornudara se consideraba señal de asentimiento y por tanto favorable.

En la Odisea (Canto XVII, 541-546) asistimos al sonoro estornudo de Telémaco tras el parlamento de su madre, que es celebrado por esta e interpretado como señal de buen agüero para ella y pésimo para los pretendientes, como premonitorio de su inminente muerte a manos de Ulises, que ha llegado a Ítaca y se encuentra embozado en su disfraz de anciano mendigo con el que la diosa Atenea le protege ocultando su identidad a la espera de pasar a la acción y recuperar su reino. “«Si Odiseo llegara a su tierra patria haría pagar enseguida, junto con su hijo, las violencias de estos hombres.» Así habló, y Telémaco lanzó un gran estornudo y toda la casa resonó espantosamente. Rióse Penélope y dirigió a Eumeo aladas palabras: «Marcha y haz venir frente a mí al forastero. ¿No ves que mi hijo ha estornudado ante mis palabras? Por esto no puede dejar de cumplirse la muerte para todos los pretendientes; nadie podrá alejar de ellos la muerte…»” en la Anábasis de Jenofonte, una de las mayores epopeyas de la historia, que relata la expedición de diez mil soldados griegos como mercenarios bajo el mando de Ciro el joven, y su posterior regreso una vez Artajerjes da muerte a su hermano, nos cuenta que, tras un discurso pronunciado por él mismo, un soldado estornudó, lo que desencadena que todo el ejército, en un impulso unánime, se postrara ante la divinidad. En ambos casos se trata de adivinación inductiva, basada en la observación de fenómenos considerados signos evidentes (seméia) de la voluntad divina, en este caso un presagio acústico (cledón) y a la vez fisiológico.

Lo mismo ocurre en el Himno homérico a Hermes, en el pasaje en que el dios, recién nacido, deja escapar una ventosidad seguida de un estornudo, y Apolo le responde: “¡Ánimo, niño de pañales, hijo de Zeus y Maya! Encontraré después las poderosas testuces de mis vacas, incluso con estos presagios…”

"En lo referente a los musulmanes, contamos con los reglamentos del estornudo de las enseñanzas del fundador del Islam, el Profeta Muhammad, en los que entre otras cosas trata acerca de lo que debe decir quien estornuda"

Ante el estornudo, es común que quienes están presentes emitan una fórmula de salutación que pretende ser apotropaica, esto es, protectora y conjuradora del mal. Así, los griegos, como ya indica Homero, solían decir “Vivid” o “Que Júpiter te conserve”. Los romanos exclamaban “Salve”, y los cristianos se sirvieron del nombre de Jesús, o bien de la tríada de Jesús, María y José, o incluso del propio nombre de Dios, sin duda por no considerar que en este caso fuera invocado en vano.

Egipcios, fenicios, sumerios, acadios, hebreos, griegos o romanos en Occidente, y chinos, tibetanos y japoneses, entre otros, en lo que respecta a Oriente, se han interesado por el fenómeno, y sus interpretaciones han llegado a nuestros días prácticamente idénticas a las originarias.

En lo referente a los musulmanes, contamos con los reglamentos del estornudo de las enseñanzas del fundador del Islam, el Profeta Muhammad (Mahoma, ca. 570-632), en los que entre otras cosas trata acerca de lo que debe decir quien estornuda.

"Como hemos visto, el acto de estornudar no implica necesariamente enfermedad. Hay otros muchos motivos que lo provocan, como la respuesta a estímulos tan variados como el deseo sexual"

Tres siglos después, Ibn Sina (Avicena, 980-1037), médico, filósofo, científico y polímata musulmán de nacionalidad persa, escribió que un estornudo continuado anuncia generalmente el principio de una enfermedad, por lo que cuando se oye a alguien hacerlo se pide a Dios que aparte el peligro.

En 1493, Elio Antonio de Nebrija hace uso del término sternutamentum en su Lexicon seu paruum vocabularium.

A caballo entre el siglo XVIII y el XIX, Giacomo Leopardi escribe un ensayo sobre los errores populares de los antiguos que dedicaba todo un capítulo al estornudo.

Alfonso Reyes escribe también a propósito de estornudos literarios (Obras completas VIII, FCE, México, 1996, pp. 313-314), obra a la que remitimos al lector interesado en el tema.

"Uno de los padres de la ginecología, Sorano de Éfeso, recomendaba en el s.II d.C. el estornudo como método anticonceptivo complementario del coitus interruptus"

Como hemos visto, el acto de estornudar no implica necesariamente enfermedad. Hay otros muchos motivos que lo provocan, como la respuesta a estímulos tan variados como el deseo sexual: la llamada “rinitis de la luna de miel”, que según estudios médicos —como los del otorrinolaringólogo Mahmood Bhutta, del hospital John Radcliffe de Oxford (Reino Unido) y el psiquiatra Harold Maxwell, del hospital universitario West Middlesex—, afecta a algunas personas, en su mayoría mujeres, que entran en una espiral de estornudos cuando se excitan sexualmente o piensan en practicar sexo. Al parecer la clave se encontraría en una conexión fallida del sistema nervioso autónomo, que se encarga de realizar sin control consciente tareas como el bombeo de sangre por parte del corazón, la digestión o la dilatación de las pupilas ante una disminución de la luz.

En todos los casos se trataría de un fallo genético heredado, según un artículo publicado por estos médicos en la revista Journal of the Royal Society of Medicine.

Otros factores que acostumbran a provocar el estornudo pueden ser las alergias, la luz brillante —estornudo fótico—, la inhalación de sustancias irritantes de la mucosa nasal como aceites requemados o pimienta, o la sensación de saciedad.

"De esa película se exhibieron dos versiones, la no censurada y la que se estrenó en España tres años más tarde, en la que se omitieron las escenas más explícitas, incluida una de lesbianismo e incesto entre dos de las amazonas"

Uno de los padres de la ginecología, Sorano de Éfeso, recomendaba en el s.II d.C. el estornudo como método anticonceptivo complementario del coitus interruptus. La mujer debía retirarse a tiempo, contener la respiración y provocarse un estornudo estando en cuclillas, para evitar que el esperma llegase al útero. En otros tratados médicos de la Antigüedad también se aconseja como ayuda para la expulsión del feto en la labor de parto. Hipócrates de Cos, en su aforismo trigésimo quinto, en el que por primera vez aparece la palabra histeria dice “en una mujer atacada de histeria, o que tiene un parto difícil, el estornudo que le sigue resulta favorable”. Efectivamente, se creía que el estornudo colocaba al útero en su verdadero lugar —etimológicamente su significado es “lo que está completamente detrás”—.

Como curiosidad, en la película Las amazonas, de 1973, dirigida por Terence Young, en cuyo argumento colaboró Robert Graves, y que gira en torno a los encuentros sexuales que estas mantienen una vez al año con el fin de procrear, una de las amazonas tiene alergia a los hombres y eso hace que estornude cada vez que tiene cerca a alguno. De esa película se exhibieron dos versiones, la no censurada y la que se estrenó en España tres años más tarde, en la que se omitieron las escenas más explícitas, incluida una de lesbianismo e incesto entre dos de las amazonas.

En su obra Epidemias, escrita en el 412 a.C., el ya mencionado Hipócrates refiere que en su época —vivió entre el 460 y el 370 a.C.— tuvo lugar una gran epidemia, y aunque dice que se ignora qué tipo de agente patogénico la provocó, sin embargo hace una detallada descripción del cuadro clínico de un resfriado, introduciendo el término catarrhae —del griego καταρροος, que deriva a su vez de la raíz indoeuropea *sreu, que significa fluir—.

"Algunas de las reacciones fisiológicas o emocionales son también actos comunicativos susceptibles de ser interpretados de un modo distinto según la cultura"

Desde entonces hasta nuestros días los ortomixovirus, además de las epidemias anuales de tipo estacional, han causado numerosas pandemias. Francisco Guerra, médico humanista, especialista en Farmacología y autoridad mundial en Historia de la Medicina precolomina y filipina, heredero de la pasión bibliófila de su paisano Menéndez Pelayo, cita a Joaquín Villalba, quien en 1802 sugiere en su obra Epidemiología española o historia cronológica de las pestes, contagios, epidemias y epizootias que han acaecido en España desde la venida de los cartagineses hasta el año 1801 (Madrid, 1802-1803, imprenta de Mateo Repullés. Copia digital Valladolid: Junta de Castila y León. Consejería de Cultura y Turismo, 2009-2010.), que la gripe apareció en España procedente de Italia el año de 590 d.C., último del pontificado de Pelagius II (579-590), porque hubo entonces una epidemia con sus características, y de ella quedó la costumbre de responder a los estornudos que presagian el síndrome, con la salutación Dominus tecum. El nombre de “influenza”, que recibe la gripe en Italia y en las lenguas anglosajonas fue acuñado en Florencia como neologismo latino durante una terrible peste ocurrida en 1357, ya que los astrólogos y médicos —la adivinación y la medicina primitiva tienen puntos en común en las civilizaciones antiguas que abrieron el camino a las ciencias— atribuyeron el morbus epidemicus hactenus inauditus a una perniciosa influencia astral (influentia coeli).

Algunas de las reacciones fisiológicas o emocionales, muchas de ellas sonoras, ya sea con emisión consciente o inconsciente del sonido, como puedan ser, además del citado estornudo, el llanto, la risa, el grito, la tos, el bostezo, el eructo, el hipo, el castañeteo de dientes, las exhalaciones y suspiros, son también actos comunicativos susceptibles de ser interpretados de un modo distinto según la cultura.

"Los más precavidos pueden optar por permanecer en la intimidad de su hogar, lejos del mundanal ruido y protegido de todo contacto físico"

Todas ellas tienen en común producir secreciones en las que viajan micropartículas expelidas incluso al hablar o respirar, que en el caso del estornudo recorren una trayectoria de hasta ocho metros y a una velocidad que se ha calculado en aproximadamente 70 km/h. Se trata de las gotas de Flügge, que reciben el nombre del bacteriólogo alemán que las identificó en 1890, y que dio lugar a que siete años más tarde Jan Mikulicz Radecki promocionara el uso quirúrgico de máscaras de gasa. Por lo general estornudamos para deshacernos de una sustancia que está irritando nuestro aparato respiratorio y con frecuencia el estornudo se repite de forma sucesiva, la mayor parte de las veces en número de tres. En su trabajo sobre Creencias populares, supersticiones y fraseología en Polonia, publicado en el Centro Virtual Cervantes, M. Koszla-Szymanska, J. Pietrzak y J. Aparicio Morgado, recogen que si una persona estornuda una vez, significa que alguien la está alabando; si estornuda dos veces, la están criticando, mientras que, si estornuda tres veces, quiere decir que alguien se ha enamorado de ella. Y, si estornuda cuatro veces, es que tiene catarro…

No es raro en estos tiempos advertir gestos de reprobación o molestia ante su involuntaria emisión, especialmente si se produce en un espacio cerrado. Es deseable tener la precaución de cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo, o, en su defecto, buscar el refugio de la parte interna del codo. Los más precavidos pueden optar por permanecer en la intimidad de su hogar, lejos del mundanal ruido y protegido de todo contacto físico, o bien hacerse con un escudo protector de estornudos portátil, el sneeze guard shield protector de los que ya provee el mercado, por si las moscas… Por cierto, también la presencia de estos u otros insectos puede provocar y provoca el anatematizado aaaatchíssss.

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Rosario Guarino

Rosario Guarino Ortega (Barcelona, 1968). Doctora en Filología Clásica, es profesora en la Universidad de Murcia y Vicepresidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos en Murcia. Ha publicado los poemarios Palimpsesto Azul (Raspabook 2014), Florida Verba (Dokusou 2017) – "Premio al Libro Murciano del año 2017”- y Los márgenes del tiempo (MurciaLibro 2019). Ha participado en las revistas literarias Caxitán, Ágora, papeles de arte gramático, Cuerno de la luna, La Galla Ciencia, Gatos y Mangurrias, Gealittera y Manifiesto Azul, y en las antologías Palabras en libertad (Alicante 2012), Ángel de Nieve (Playa de ákaba 2016), Platero y Nosotros (Murcia 2017), Antología de Mujeres con voz (Quadrivium 2018), Versos que abrazan II. Poesía contra la violencia de género (Ayto. Almería, Dip. Almería y Fundación Arte Ibañez Cosentino 2019) y Versos para bailar o no (Almuzara 2019).

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