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Prólogo de La cueva del cíclope, nuevo libro de Arturo Pérez-Reverte - Zenda
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Prólogo de La cueva del cíclope, nuevo libro de Arturo Pérez-Reverte

Este viernes Alfaguara publica una novedad muy especial de Arturo Pérez-Reverte: La cueva del cíclope, una recopilación, a la venta solamente en formato electrónico, ordenada por temas, de sus tuiteos sobre libros, autores y literatura, escritos durante los diez años que el novelista cartagenero acaba de cumplir en Twitter. Ofrecemos aquí el prólogo del libro,...

Este viernes Alfaguara publica una novedad muy especial de Arturo Pérez-Reverte: La cueva del cíclope, una recopilación, a la venta solamente en formato electrónico, ordenada por temas, de sus tuiteos sobre libros, autores y literatura, escritos durante los diez años que el novelista cartagenero acaba de cumplir en Twitter. Ofrecemos aquí el prólogo del libro, escrito por el autor de la recopilación, nuestro colaborador habitual Rogorn Moradan.

 

«(APR) Es la primera vez que entro en esta cueva del Cíclope. Si alguna vez más lo hago, pondré la marca (APR) al principio. Prometo dejarme caer de vez en cuando: un libro leído o por escribir, cualquier cosa. Me siento aquí como virgen en cuartel. Abrazos. Gracias a todos. Lo dejo por hoy. Vuelvo a la lectura de lo que tenía entre manos: Breviario mediterráneo, de Matvejević(30 de marzo de 2010)

«Acabo de ver un telediario, uno más de este país absurdo donde todo disparate tiene su asiento, cada tonto su voz pública y cada demagogo su escaño, y he tomado una decisión: no volveré a comentar nada en Twitter, o intentaré no hacerlo, sobre política o sociedad en España. En adelante, quien me siga en Twitter sólo debe esperar aquí comentarios personales sobre libros, cine, amigos, memoria y vida. Procuraré ceñirme a eso. De lo otro me borro, por simple higiene personal. Confío en que esto explique mis silencios, y que me comprendan. Un saludo.» (1 de marzo de 2020)

Diez años (menos un mes) transcurrieron entre estos mensajes enviados desde la cuenta @perezreverteabierta en Twitter en febrero de 2010. Como se explicará en ella misma más adelante, fue un amigo de Arturo Pérez-Reverte, Leandro Pérez Miguel, de la empresa de desarrollo web Tres Tristes Tigres, quien convenció al escritor para que probara esta nueva forma de comunicarse con sus lectores. En la década siguiente, Arturo escribió unos 45.000 mensajes (tweets, según los llama la propia página, tuits o tuiteos, según fue prefiriendo el propio Arturo y ahora la RAE, a propuesta suya precisamente).

En los primeros meses de existencia de la cuenta, el intercambio se parecía mucho a los llamados «encuentros digitales» que empezaron a abundar con el desarrollo de internet, a su vez herederos de las llamadas telefónicas de los oyentes a los programas de radio para hacer preguntas a los invitados. Así, a Pérez-Reverte los tuiteros le preguntaban por su próxima novela, por recomendaciones de libros, por cómo se organizaba para escribir o por ese detalle sobre uno de sus libros que siempre habían querido comentarle y nunca habían podido, por ejemplo, entre muchos otros asuntos. El autor contestaba a estas preguntas y además expresaba sus opiniones sobre diversos temas o se enlazaba a sus artículos de prensa, tanto nuevos como antiguos, para explicarse más por extenso. Ese tipo de preguntas y consultas siempre ha estado presente desde entonces, pero poco a poco los encuentros fueron adquiriendo sus propias normas y personalidad. A menudo, ahora no son los lectores los que comienzan un interrogatorio, sino que reaccionan ante los comentarios del escritor sobre algún tema de política, actualidad, cine, libros, etcétera. Además, Pérez-Reverte durante años estableció la costumbre de usar Twitter una sola vez por semana, habitualmente los domingos hacia las siete de la tarde, cuando escribía ráfagas de entre sesenta y cien mensajes en un par de horas o tres, y hasta la próxima. Algunos usuarios le hacían saber que preferirían que lo hiciera de otra forma «porque me satura el timeline», pero éstas eran las reglas. Se tomaba o se dejaba. Es decir, que Pérez-Reverte fue pionero, si no inventor, del famoso «abro hilo» / «hilo va», tan frecuente hoy en Twitter que hasta la propia aplicación ha facilitado la lectura de esta forma de comunicar.

"Prometo dejarme caer de vez en cuando: un libro leído o por escribir, cualquier cosa. Me siento aquí como virgen en cuartel."

Poco a poco, se empezó a ver que era un problema la creciente cantidad de seguidores y la imposibilidad de responder a todos, o incluso de poder leer todos los mensajes que le llegaban, dadas las limitaciones técnicas de Twitter. En las más de dos horas de su contacto cada vez que se conectaba, la cuenta recibía unos dos mil tuiteos, y cada uno de ellos «empujaba» hacia abajo a los anteriores, que a su vez tapaban los que le habían llegado durante el resto de la semana. Además, muchos usuarios de Twitter ni siquiera sabían que entonces la página tenía un límite de tuiteos máximo por cada media hora. Si se escribían demasiados en ese tiempo, Twitter te decía que lo dejaras estar un rato, y así alguna vez Pérez-Reverte se tuvo que ir sin poder escribir la conocida despedida que adoptó para cerrar el quiosco en cada sesión: «Clic». Desde hace muchos años, el novelista recibe una cantidad de mensajes, cartas y correo tradicional que nunca ha tenido tiempo de contestar, y Twitter, que parecía ofrecer la ventaja de poder llegar a donde el papel y la tinta no alcanzaban, pronto fue quedándose corto también. «Empieza a pesar, como a Porthos en la gruta de Locmaría», tuiteó en una ocasión. Para el segundo aniversario de la cuenta @perezreverte, ésta tenía más de 320.000 seguidores, y en septiembre de 2012 pasó de 500.000. Hoy cuenta con más de dos millones.

Otra cosa en la que Pérez-Reverte fue también un adelantado fue en verse convertido a través de Twitter en fuente de contenido clickbait para diversos medios de comunicación, tanto tradicionales como solamente digitales, donde una «noticia» consiste simplemente en «esto es lo que ha dicho tal persona en Twitter», a veces añadiendo editorializaciones del «tuiteriodista» de turno y a menudo descontextualizando y hasta manipulando con muy poca ética periodística el material. De hecho, hoy día hay gente que principalmente sabe de Pérez-Reverte por estos artículos de clicar y tirar. A raíz de que algunos de sus tuiteos empezaran a aparecer en los medios, especialmente a partir del comentado «affaire de las lágrimas del ministro Moratinos», el novelista escribió que «aquí hay que venir como los kamikazes japos. Dándote lo mismo. O no venir. Dicho lo cual, convertir charlas informales, casi de barra de bar, en titulares de prensa, es una barbaridad». Así fue como se llegó a lo que el propio Pérez-Reverte llamó «el bar de Lola», una quedada virtual con los amigos en el mismo sitio y en el mismo momento cada semana, donde los parroquianos habituales empezaban a recordar charlas anteriores y hasta a tener chistes privados para veteranos, como el escote de Lola, la compañía de Chuck Norris o las cenas a base de puto venado. Incluso los propios tuiteros escribían cosas como «que abra Lola ya, que nos estamos congelando aquí fuera», o le pedían, como buenos españoles, cada uno una cosa: una caña, una fanta (o mirinda), un café solo, una ginebra azul, un cortao, para mí un poleo. El cacharrito de los entonces 140 caracteres, el «chisme ese de bailar el Twist», quedó así convertido en una adaptación digital de la institución más popularmente española que existe: el bar.

El caso es que Pérez-Reverte desde el principio ha usado Twitter como una navaja suiza de más de una utilidad, en lugar de dejar que fuera Twitter quien lo usara a él. Si no te cabe la frase en un tuiteo, usa dos en lugar de recortar las palabras. Si quieres decir algo largo, usa diez tuiteos seguidos, o veinte (muchas jornadas del bar de Lola solían empezar así). Si escribes rápido, cuida la ortografía en lo posible, pero tampoco pasa nada si te equivocas, por muy académico que seas. Si quieres promocionar tus libros, o los proyectos de tus amigos (o incluso de desconocidos que lo piden amablemente), hazlo sin empacho alguno, y si a veces el contacto con las personas queda en un segundo plano para ayudar a asociaciones que trabajan con perros o a gente que ha perdido a sus mascotas, lo mismo. Si más adelante quieres abrir menos el bar, y pasar a modo Francotirador Reverte (un tuiteo, un muerto), y que cualquiera de estas cosas te lleve a bloquear a alguna gente o a perder seguidores (y quizá a ganar dos por cada uno perdido), la cuenta es tuya, y la colina desde la que oteas también. Es tu casa, son tus reglas, y si de todos los bares tuiteros del mundo elegiste este, estas son las normas de la casa.

"Pérez-Reverte desde el principio ha usado Twitter como una navaja suiza de más de una utilidad, en lugar de dejar que fuera Twitter quien lo usara a él."

Otra cosa que muchos usuarios de Twitter no saben es que esta red social solamente permitía acceder a los últimos 3.200 tuiteos de cada cuenta, incluso en la tuya propia. No es que los anteriores se borraran, pero no estaban accesibles, para ayudar a la página a funcionar mejor, de forma que quien no se hubiera pasado antes por el bar no iba a poder recuperar esas conversaciones más tarde. Y hoy en día, cuando cualquier cuenta típica de Twitter tiene decenas de miles de mensajes enviados, resulta casi imposible acceder a todo lo que uno ha publicado. Twitter en principio se creó para enviar el tipo de mensajes rápidos que no merece la pena guardar una vez cumplen su cometido, pero a veces algunas cuentas contienen pepitas de oro que merece la pena preservar, y la de @perezreverte es una de ellas. A los pocos meses de abrirse, me di cuenta de que a Twitter se lo llevaba el viento rápidamente y de que, a diferencia de otro tipo de páginas, como por ejemplo foros de debate, iba a ser prácticamente imposible acceder a los mensajes antiguos de Pérez-Reverte, así que empecé a copiarlos para la página capitan-alatriste.com, dedicada a su obra desde 2005, del que soy moderador. Más adelante, hice una especie de recopilación de «preguntas más frecuentes» con el ánimo de intentar evitar que el novelista tuviera que contestar a las mismas cuestiones todo el tiempo (y aun así, todavía le ocurre), que cada vez iba creciendo más, aun descartando mensajes intrascendentes. Todo esto llevaba su tiempo y era bastante laborioso, porque antes Twitter no enlazaba cómodamente la pregunta de un usuario con la respuesta de otro, como ahora, sino que para encontrar la pregunta original tenías que irte a la cuenta de la persona que la había hecho y buscarla entre sus tuiteos, lo cual podía llevar un rato en medio del aluvión dominical. El hecho, sin embargo, es que hoy en día Twitter se ha convertido en una herramienta tan omnipresente en política, economía, noticias, cultura y demás que muy pronto (si no está sucediendo ya) va a empezar a resultar esencial para escribir cosas como las biografías y los libros de historia sobre hechos ocurridos en el siglo XXI: presidentes de naciones, científicos en busca de soluciones contra virus, opinadores y analistas de cualquier signo y toda clase de personalidades con influencia están dejando claves continuamente sobre nuestro mundo (y el suyo) en Twitter, y en el futuro esos 140 (luego 280) caracteres serán imprescindibles a la hora de entender lo que pasó o lo que se pensó entonces. No es por establecer comparaciones, pero si alguna vez apareciera una lista de la compra hecha por Miguel de Cervantes, se analizaría hasta la saciedad, se manejaría con guantes blancos y se pondría en un marco. En este libro no se va a llegar a tanto, pero sí que creemos que resulta útil conservar lo que hasta cierto punto pueda ser valioso de la cuenta que nos ocupa.

Llegamos así al motivo de esta recopilación, que nace con ese espíritu precisamente, el de facilitar que quien esté (más o menos) interesado en la obra de Arturo Pérez-Reverte pueda leer las respuestas a preguntas anteriores que le han hecho o simplemente eche un rato oyendo a la concurrencia hablar sobre esos temas sobre los que él ha dicho ahora, tras diez años de singladura entre amigos y enemigos, que prefiere concentrarse: libros y memoria. Sobre marinos, sobre narcotraficantes mexicanas o sobre espadachines del siglo xvii. Sobre Ulises, sobre Don Quijote, sobre el Gatopardo, sobre la mejor edición de cada obra. Sobre uso del lenguaje, novelas en construcción o adaptaciones literarias al cine. Sobre Historia y sus interpretaciones, y sobre el oficio de escritor. Sobre insultos y sobre felicitaciones. Al igual que ocurre con cualquier velada con amigos, habrá cosas instantáneamente olvidables y otras que quizá dejen un poso, o abran una senda por la que continuar pensando en solitario al salir del bar. Tal libro, tal película, tal reflexión… A varios tuiteros ya les ha pasado, y a veces vuelven para contar su aventura a los parroquianos. Pérez-Reverte alguna vez escribió que Twitter le parecía muy interesante «para ver lo que ocurría al otro lado de la colina». Siguiendo su cuenta, también él nos ha dejado ver parte de su colina a los demás: las alabanzas, los insultos, las peticiones, los troleos y las valiosas aportaciones que le llegan a un escritor de éxito, que se ha metido en esta cueva sabiendo a lo que se enfrentaba, y que da a cada uno según lo que recibe.

"Esta recopilación nace con el espíritu de facilitar que quien esté (más o menos) interesado en la obra de Arturo Pérez-Reverte pueda leer las respuestas a preguntas anteriores que le han hecho o simplemente eche un rato oyendo a la concurrencia hablar sobre libros y memoria"

En 2016, cuando Pérez y Pérez-Reverte, Leandro y Arturo, fundaron la página literaria Zenda y me enrolaron en el viaje, pensé que podría ser un buen lugar para colocar algunos de estos mensajes en una botella, centrándonos de entre todos ellos en el tema que ocuparía a todos los «zendadanos»: los libros y la literatura, alejándonos de zascas más o menos sonoros o de políticos que ya no están en el cargo. Así, en los cuatro años siguientes se publicaron en Zenda cien entregas, aproximadamente cada dos semanas, de «50 tuiteos sobre literatura» cada una, excepto monográficos dedicados a cada uno de sus libros, que cuentan con bastantes mensajes más a veces, como los consagrados a las sagas de Alatriste y Falcó o La Reina del Sur. Y ahora todo eso está aquí, destilado en el presente libro electrónico, con cientos de tuiteos más que los publicados hasta ahora en Zenda. En total son unas 300.000 palabras de extensión (por comparar con novelas del propio Pérez-Reverte, El Asedio tiene unas 212.000 y Todo Alatriste 480.000), por lo cual se recomienda írselo bebiendo de caña en caña, quizá saltando de un tema a otro, o dejando varios días entre sesión y sesión, al igual que se hace al quedar con los amigos.

La presente recopilación está dividida en cuatro partes. La primera, «Libros y escritores», contiene tuiteos sobre eso precisamente: comentarios del autor y los lectores sobre obras y autores de todas las épocas y lugares. A veces es un intercambio de opiniones, otra veces, una recomendación, otras, una duda aclarada… La segunda parte, «Territorio Reverte», recoge los mensajes sobre la propia obra del autor, a menudo respondiendo a consultas de los lectores, desde amplias generalizaciones sobre sus novelas hasta detalles en torno a una sola palabra, pasando por la impresión que haya dejado cada una en cada tuitero. Está ordenada cronológicamente por libro, empezando con El húsar y terminando, por ahora, con Sidi. La tercera parte, «El oficio de escritor», agrupa tuiteos sobre el día a día de un artesano de la tecla, desde sus costumbres para trabajar hasta las relaciones entre sus personajes, pasando por eventos, entrevistas, convicciones y gustos personales y feedback de los lectores de todo tipo, desde el más elogioso al más insultante. Y la cuarta parte, «Recomendaciones», es para quienes quieran ir directos al tema. Es de lo que más le preguntan (qué libro recomienda de cada tema, qué edición aconseja de cada libro, qué traducción sugiere de cada autor), y aquí están todas juntas, con material de lecturas propuestas suficiente para varios años.

"Pérez-Reverte alguna vez escribió que Twitter le parecía muy interesante «para ver lo que ocurría al otro lado de la colina». Siguiendo su cuenta, también él nos ha dejado ver parte de su colina a los demás: las alabanzas, los insultos, las peticiones, los troleos y las valiosas aportaciones que le llegan a un escritor de éxito"

Este libro no tiene índice onomástico, dado que siendo un libro electrónico la función de «buscar» del dispositivo que esté usted utilizando la sustituye y hasta mejora con creces. Si quiere ir directamente a algo en concreto, sólo tiene que escribir «Galdós», «Conrad», «Siglo de Oro», «novela negra», «Falcó», o cualquier otra clave de búsqueda que desee, y podrá acceder directamente a las frases que contengan esos términos. También puede incluso buscarse a sí mismo, porque aquí estará usted si ha recibido alguna vez una respuesta o retuiteo de @perezreverte en torno a temas librescos, aunque algunos mensajes muy similares entre sí se han eliminado. En algunos casos se han agrupado tuiteos sobre el mismo autor, libro o tema, de manera que suenen, leídos seguidos, como una conversación fluida, pero, como ocurriría en un debate en persona, a menudo se vuelve sobre temas ya tratados un tiempo más tarde, y esa sensación de eterno retorno al territorio conocido y compartido, o de ya saber esta vez cuál va a ser la respuesta (¿alguna vez dirá Pérez-Reverte que sí, que lo próximo que escriba será un nuevo Alatriste?), también se deja ahí deliberadamente.

Por último, decir que se ha corregido la ortografía tanto de las preguntas como de las respuestas. El interés de esta recopilación está en entender las cosas con la mayor claridad posible, no tanto en servir de retrato sociológico de cómo una persona conocida y sus seguidores usan una cuenta de Twitter, o de si recortan las palabras, se comen tildes, se dejan espacios tras los puntos y las comas o si alguien puso una b en vez de una v por falta de ortografía o porque están juntas en el teclado, así que esperamos que sea útil el haberse tomado esta libertad.

«Y ahora, tras ponerles estos alegres cascabeles a la tarde dominical, me voy al bar de Lola, a tomar unas copas con los amigos.»

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Autor: Arturo Pérez-Reverte. TítuloLa cueva del cíclopeEditorial: Alfaguara. VentaAmazon

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