¿Por qué gustan tanto las novelas históricas? ¿Por qué se venden tan bien? Me gustaría hacer una reflexión sobre este tema, que me intriga, como lector pero sobre todo como escritor.
Hay que pararse a pensar, tomar unas notas y reflexionar sobre ellas, dejar que el pensamiento trabaje allí donde la reflexión se detuvo la última vez que volviste un poco sobre este tema.
Lo curioso es que yo me he interesado en este género sobre todo cuando empecé a escribirlo. Me acuerdo que mi profesor Amancio Labandeira, cuando todavía estaba en la carrera me animó a hacer una novela sobre el Cid, algo que logré años después, en 2006, si no recuerdo mal, aunque se publicó en 2008.
Sí, me gustaría hacer una reflexión, por ejemplo, fijándome en las reacciones de los lectores. Me han enseñado mucho los comentarios de los lectores sobre mis novelas históricas, y lo que observo en ellos cuando los veo hojear o comprar mis novelas históricas en las Ferias, sobre todo en las Ferias del Libro de Madrid, que es donde yo veo más gente y donde paso más tiempo con los lectores.
En las Ferias a veces parece que no aprendes gran cosa, y que te repites mucho al hablar de los libros, al presentarlos ante los lectores, pero en verdad estás recibiendo una información preciosa. También aprendes a vender libros, a vender en general, aprendizaje en absoluto desdeñable en nuestra sociedad. En esto Alberto Santos, uno de mis editores, es un auténtico maestro.
También, creo yo, cuenta en el tema que trato hoy mi experiencia como escritor. He escrito tres novelas históricas, y ahora estoy con la cuarta, que no sé si llegará a buen puerto. Cuando empiezas un libro, y más una novela, más todavía una novela histórica, no sabes si la acabarás, qué fortuna tendrá. Casi me conformaría con que llegase a puerto, simplemente, porque lo cierto es que para mí el auténtico éxito de un libro, el primero, es terminarlo.
Es posible que esta faceta mía de la novela histórica sea la que más gusta a los lectores, o por lo menos son libros que siempre se venden bien. Por lo que veo en la venta de mis libros, en las Ferias, lo que se vende se vende mucho, mientras que lo que no se vende no se vende nada, o prácticamente nada. Pero en este caso no creo que sea mérito mío, sino del género, de la feliz conjunción de la novela y de la Historia, y en concreto de personajes históricos que gustan o interesan mucho al público. Son libros muy buenos para el escritor nuevo o desconocido, porque mi experiencia es que el lector, si le interesa el personaje, te compra el libro aunque no te conozca.
Mi mérito está en escribirlas, es decir, culminarlas, y en realizar el trabajo ingente que exigen. Efectivamente, lo difícil es hacerlas, culminar esas empresas, porque lo fácil es abandonarlas. Son los libros más difíciles a los que me he enfrentado, fundamentalmente por la documentación, ahora que lo pienso. El libro en sí no es difícil, quiero decir la narración, el desarrollo de la historia; pero hay que prepararse muchísimo para poder escribirlo, incluso cuando tu novela no vaya a ser muy fiel a la Historia. En esto de la fidelidad hay muchos grados, y mis tres novelas históricas responden a tres grados diferentes.
Resumiendo, en mi experiencia una novela histórica, sólo por ser histórica, lleva mucho más trabajo que cualquier otra novela, y me atrevería a decir que cualquier otro libro. Mi novela sobre Fernando el Católico, Fernando el Católico. El destino del rey, no me llevó mucho tiempo, aunque leí muchos libros para hacerla, pero mis libros sobre Carlos V y sobre el Cid me llevaron años.
¿Por qué interesa el Cid? ¿Fernando el Católico? ¿Carlos V? Tantos otros. Yo creo que su interés es perenne, permanente, y esto es muy importante para mí a la hora de hacer uno de estos libros.
Considero que en el éxito de estos libros ejerce un poder especial el encanto del pasado, de la Historia; la seducción del pasado, de la Historia.
Ya unir novela con Historia me parece una maravillosa alquimia. La novela le da la vida a la Historia, le da dinamismo, la anima. Si el escritor es bueno, pueden ser novelas buenas, o muy buenas, y pueden ser apasionantes porque la Historia ya de por sí lo es.
En realidad, novela e Historia, que parecen elementos tan opuestos, participando ambos de lo mismo, la narración, me parecen muy complementarios. ¿Por qué? Porque en el fondo la Historia es la mejor historia, por tanto la mejor novela, y la novela a su vez necesita los mejores temas, que la Historia le regala. Esto, tan sencillo, me parece muy importante.
Más de una vez me ha recordado Luis Alberto de Cuenca que en la antigüedad la Historia se entendía como un género literario, y que el haber descuidado ese género literariamente quizá haya producido que éste haya perdido interés para los lectores, en cierto modo. Yo creo que hay una gran pasión por la Historia, aparte de una necesidad, y que muchos lectores la satisfacen en la novela histórica.
Tal vez escribir y leer novela histórica signifique de algún modo devolver a la literatura lo que en origen pertenecía la literatura. Cuando leo libros de Historia para documentar novelas históricas encuentro esos libros, aparte de muy interesantes e instructivos, difíciles de leer y no demasiado entretenidos.
Precisamente es posible que la novela histórica venga a aportar a los lectores lo que no le dan los libros de Historia. Además, los libros de Historia los hacen los historiadores, que yo creo que no se preocupan mucho, en general, por seducir al lector, sino de otros objetivos, como ser rigurosos, por ejemplo, mientras que las novelas históricas las escriben muchas veces escritores, que sí que se preocupan por divertir, por seducir a lector.
Pero yo, como autor de novelas históricas, nunca olvido de agradecer y rendir homenaje a los historiadores que me dan con su trabajo la mejor información para escribir mis novelas.
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