La poesía ha servido como coartada a Julia Roig —autora de relatos y poemas (Vinalia Trippers), colaboradora de Culturmas y Muzikalia y autora del blog missdesastresnaturales— y a Pablo Cerezal —autor de obras como Diego Vasallo, trayectoria de una ola (Parkour Poético, 2024) y Diario de Corea (Versátiles Editorial, 2021) y colaborador en Ethic y La Razón— para lanzar un proyecto, Parkour Poético, en el cual el espectador, el lector, es igual de importante que el creador. Aquí todo es bidireccional. No se trata de un recital de poesía al uso. Hay experimentación y también liberación.
En Zenda hablamos con los creadores de Parkour Poético sobre sus fundamentos, planes y aspiraciones.
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—¿Cómo nace el proyecto Parkour Poético?
—Parkour Poético nace de la pasión por la palabra y la necesidad de desnudarla para detenernos en ella, para deambularla a solas. Nace con la firme intención de huir de los recitales y actos poéticos al uso. Deseábamos que el oyente tuviera una labor activa y a la vez solitaria, privada, única y siempre impredecible. Deseábamos que el asistente se sintiese como nosotros siempre habíamos soñado sentirnos con respecto a la poesía: invadidos por el verbo. Vivimos tiempos de velocidades insanas y de omnipresencias imposibles, y somos conscientes, pero también sabemos que se puede excavar un oasis en el caos y saltar a él, sin que importe la profundidad, sin ensayos y sin miedo. De ahí surgimos y surge lo que hacemos.
—¿Por qué esos ojos vendados?
—Esa venda simboliza el quedarnos a solas comprendiendo que la única huida posible es, siempre, hacia dentro, que estamos desarmados y que debemos confiar y dejarnos llevar por la palabra y lo que esta congrega en lo más íntimo de nuestro cuerpo.
—¿Parkour Poético está abierto a más creadores o es un proyecto cerrado?
—Parkour Poético es un árbol lírico y creativo que sigue creciendo. Creemos en la frondosidad de las ideas y en la emoción, pero está y siempre estará enraizado en dos voces que fluyen y confluyen y no necesitan ni recomendaciones ni aliento, las de Julia Roig y Pablo Cerezal. Somos y seremos dos únicos predicantes, pero todo creador es bienvenido en este templo. Comulgamos con la creatividad en todas sus expresiones. Sin ir más lejos, en el aspecto audiovisual contamos siempre con el pulso del tótem del videoarte: José Ramón da Cruz. Hemos contado y contamos, igualmente, con la lírica afilada de Diego Vasallo. De hecho, hemos propiciado el encuentro entre ambos. Nada nos satisface más que catalizar colaboraciones que dan en Poesía más allá del verbo. En el resto y ahora mismo somos impredecibles y abiertos, nuestras ramas son infinitas.
—¿Cómo es un recital poético sensorial?
—Cuando hablamos de desnudar la palabra hablamos también de desnudar nuestros sentidos, de afilar el verbo para hacer que recorra nuestra piel, nuestra entraña, incluso nuestro pasado. La piel es de quien la eriza, dicen, y nosotros queremos demostrar que la palabra siempre puede llegar más lejos, más hondo y, a lo Lorca, no queremos adeptos, queremos amantes. En Parkour Poético hemos contado con público que transita desde los diez años hasta los ochenta, y es sorprendente la extensa paleta de emociones que nos han transmitido, demostrándonos que cada salto es diferente e inesperado y que la palabra es como el agua, penetra en nuestros sentidos de infinitos modos. Parkour Poético no es solo un salto, es un viaje, y sólo lo puede vivir y explicar quien decide viajar con nosotros.
—¿De qué forma interactuáis con el público en esos recitales?
—Es un secuestro en toda regla, los hacemos nuestros, sin tibiezas.
—Diego Vasallo, trayectoria de una ola ha sido la primera edición de vuestro sello editorial. No es casual que hayáis elegido a un artista como él, que ejemplifica ese movimiento del nombre de vuestro proyecto, que transita entre la poesía y la música.
—Entre la poesía, la música y la pintura. No es casual pero no es premeditado, es fruto de la búsqueda y de los encuentros que inspira, del no detenerse y del no pretender encajar en nichos de demanda per se. Queremos crear desde dentro, por impulso vital, y disfrutar del camino todo el tiempo. No hay metas ni cintas que cortar. Los proyectos deben seguir vivos y prender la mecha del siguiente salto. Fuego eterno, a lo Lynch incluso, fuego camina conmigo, así entendemos la creación. Diego representa gran parte de lo que sentimos cuando hablamos de Poesía y, de una manera u otra, teníamos que enredarle en esta tela de araña hermosa que, sin prisa, tejemos.
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—En la obra no podían faltar las referencias a Rafael Berrio.
—No podía faltar, jamás, el hijo ingobernable de la luz del sol. Berrio es el faro alucinante que no deja de brillar para quienes aún saben que hay luz en la deriva. Todo el que le conoció le ama, y los demás se lo están perdiendo. La honestidad, la genialidad y la libertad se encuentran en él. Hay otros mundos en este y, por fortuna, otros modos de navegarlo. Él los mostró. El hecho artístico de la belleza le guiaba, era su fin, según sus propias palabras. Cuando seguimos escuchando que la poesía no sirve para nada, basta con ausentarse unos minutos del ruido y escuchar cualquier tema de Berrio para reafirmarnos en que la Poesía no es que sirva, es que salva.
—En la declaración de intenciones del sello Parkour Poético habláis de «libros únicos e irrepetibles para no morir mirando». ¿Hay demasiado conformismo en el mundo editorial?
—¿De qué mundo editorial hablamos? ¿Del mainstream, del superventas y superpremios? Porque si hablamos del pequeño, hablamos de invertir (entregar, mejor dicho) dos años de tu vida (a lo poco) en escribir un libro, con lo que ello conlleva. Algunos sabemos de lo que hablamos: firmar algunas páginas, cibernéticas ya, que te hablen de un diez por ciento, de un «hoy sale tu libro y dentro de un año te cuento cómo ha ido». La ilusión es como el papel térmico: se va poco a poco y no queda nada. Todos podemos vender cien libros e incluso más. Solos. Por si quedase alguna duda, podemos constatarlo. Pero no se trata de eso. Se trata de recuperar la figura (que no imagen) del editor. Alguien que verdaderamente cree en el creador, el artista, cree en lo que haces y se la juega y lucha. Los editores eran Quijotes, eran soñadores y creían. Gente como Ferlinghetti, apostando por Ginsberg y Kerouac con el único ánimo de regalar sus palabras al mundo atento. Estaban locos, pero bendita locura y cuánto les debemos. Ahora no sabemos quiénes son. Vivimos una época de grandes marcas que ocultan los nombres, ocultan a las personas, la era de la creación de contenido, de ir a lo seguro, de tiempos de lectura estimados. Nosotros abogamos, románticos e ilusos, por otros modos, otros tempos y, por supuesto, porque el autor obtenga por su labor de silencio la retribución que hoy va a manos de distribuidoras (¿qué distribuyen?, la carne cruda debiera elegirla quien se alimentará de ella), libreros sin vocación y editores henchidos de ego. El adjetivo independiente, aplicado a la edición, hoy es más que vacuo, falaz. Creemos en la independencia de la autogestión que se apoya únicamente en el hambre. Hambre de alimento. La Poesía es la expresión máxima de lo antiutilitario y, por tanto, creemos en el lector que necesita alimentarse, y nunca en el consumidor. Somos disidentes de los noticiarios, voceros del margen y el riesgo. Somos el salmón de Calamaro. Buscamos el «levantar sesos» de la Dickinson: locura o estupidez. Defendemos el vértigo y el abismo, no pasa nada por habitar los márgenes, no pasa nada por tomar otras sendas cuando son las que tú has escogido.
—¿Hay más lanzamientos de libros previstos?
—Sí, siempre. Verbo, recorte, fotografía, ilustración, galimatías verbal, prosa río… Poesía. Nunca daremos de lado a los poetas abandonados, a las nuevas voces ajenas al cliché que hoy supone vender la Nada aun a costa de que devore Fantasía. En nuestra literatura, en nuestra Poesía, hay demasiado gato atropellado que nadie ve y a nadie importa, pero nosotros queremos ser refugio para cada maullido que merece ser escuchado.
—¿Qué planes tiene Parkour Poético a corto y a largo plazo?
—Para nosotros no existen los plazos. En lo editorial, dos años largos han dejado macerar lo cierto y exacto. Hubo quién ponía fechas, pero la creación carece de relojes. Somos conscientes de habitar un tiempo en que cada momento es un lamento y un entramado de horarios. Por eso lo despreciamos. Vamos a seguir buscando, inspirándonos, dejándonos llevar, escuchando y entregándonos a la ensoñación… Fechas concretas, para cuestiones concretas, las hay. Sin ir más lejos, el próximo 18 de mayo estaremos en Granada ejecutando un Parkour Poético que, nuevamente, es puro riesgo, porque lo engarzaremos con un concierto acústico de Alvaro Suite (otra rama de este árbol). Ya lo advertimos: la Poesía es transversal y acoge toda disciplina artística que te recomponga o descomponga la carne y la piel que, al fin, es lo más profundo que tenemos.
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