El buen cine interpela nuestro mundo y nuestras vidas. Oppenheimer (2023) es un claro ejemplo de ello, y el paralelismo con la inteligencia artificial asusta a la vez que nos ayuda a pensar el presente.
Pensando que hacían lo correcto, los científicos desarrollaron lo que sería un arma que terminaría con todas las guerras. Una evolución de la humanidad. De la misma manera, los creadores de la inteligencia artificial buscaban mover los límites de lo conocido para crear un avance tecnológico que, hasta ahora, sólo habíamos visto en las películas y libros de ciencia ficción.
El equipo del Proyecto Manhattan comienza a darse cuenta de la peligrosidad de la fuerza atómica que tienen en sus manos y deciden alertar a políticos y militares. En el caso de la inteligencia artificial, los creadores lo hicieron públicamente. La película de nuestra realidad se encuentra aquí, a mitad de camino de la trama, a un palmo de distancia de una “prueba Trinity” de la inteligencia artificial. ¿Haremos algo al respecto? ¿Esperaremos tener suerte y que las predicciones sobre la desaparición de la humanidad sean erróneas?
Uno de los argumentos más potentes para poner límites al poder de las máquinas es la autonomía, especialmente en referencia a la guerra. «Os avisé y no me hicisteis caso», dice James Cameron, porque ya hemos visto las consecuencias en la saga Terminator (1984).
Otro rasgo inquietante de la inteligencia artificial es, valga la redundancia, el artificio, la capacidad de crear escenarios ficticios y hacerlos pasar por reales. Sin tanta tecnología y con mucha creatividad, la película La cortina de humo (1997) ya nos había mostrado una sociedad en la cual quienes estaban en el poder engañaban a la población inventando la noticia de una guerra inexistente para tapar un escándalo en la Casa Blanca, lo que demostraría que esa pelea ya la perdimos hace mucho tiempo.
Quizás no tan terrorífica, pero no menos importante, Her (2013) plantea un mundo donde a los humanos puede resultarles más fácil relacionarse con un “ChatGPT” que con otros humanos, y hasta incluso enamorarse.
Volviendo a Oppenheimer, la película puede ayudarnos a crear nuevas hipótesis sobre nuestro futuro con la inteligencia artificial, siguiendo los puntos importantes de su guión, que es el mismo que se repite una y otra vez, porque los humanos nunca aprendemos nada: 1) los políticos desoyen a los creadores, porque prefieren el poder al futuro de la humanidad; 2) los creadores pasan el resto de sus vidas arrepintiéndose y alertando sobre los peligros de su propio invento; 3) los políticos intentan desprestigiar, hundir o incluso matar a los creadores para que no frenen el progreso de la inteligencia artificial; 4) si tenemos suerte y no nos destruimos antes, finalmente y luego de una larga vida de sufrimiento, los creadores son reconocidos; 5) la inteligencia artificial se instala entre nosotros, cada tanto genera alguna catástrofe, pero nos las arreglamos para perdurar y pensamos que al final no era para tanto.
Por último, no debemos olvidar que las bombas nucleares y los políticos con sed de poder siguen entre nosotros. Por eso no podemos descartar que a la historia se le ocurra hacer un crossover y la inteligencia artificial decida eliminarnos con bombas atómicas.
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