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Nabokov, Kafka o Virgilio, además de Gabo: autores "desobedecidos" y obras sin destruir - Zenda
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Nabokov, Kafka o Virgilio, además de Gabo: autores «desobedecidos» y obras sin destruir

Gonzalo y Rodrigo García Barcha, hijos de Gabriel García Márquez, presentaron la novela En agosto nos vemos, que consideran que fue el fruto del último esfuerzo de su padre de seguir creando «contra viento y marea» cuando ya padecía pérdida de memoria. Y creen que quizá la falta de facultades que sufría le impidieron darse...

Gabriel García Márquez no ha sido el único autor cuyo deseo u orden de «destruir» alguna de sus obras no ha sido cumplido tras su fallecimiento: ejemplos como el de Vladimir Nabokov, Franz Kafka o incluso Virgilio se asemejan a lo ocurrido con la reciente publicación de la novela póstuma del Nobel colombiano.

Gonzalo y Rodrigo García Barcha, hijos de Gabriel García Márquez, presentaron la novela En agosto nos vemos, que consideran que fue el fruto del último esfuerzo de su padre de seguir creando «contra viento y marea» cuando ya padecía pérdida de memoria. Y creen que quizá la falta de facultades que sufría le impidieron darse cuenta de lo bien que estaba este libro.

Y a pesar de que Gabo dijo «este libro no sirve, hay que destruirlo», sus hijos no le hicieron caso, aunque lo dejaron de lado y en un archivo. Y leyéndolo una vez más, años después de su muerte, en 2014, descubrieron en esta historia lo más sobresaliente de la obra de su padre: su capacidad de invención, la poesía del lenguaje o su narrativa cautivadora, según han explicado. Porque, sostienen, «un Gabo en sus cabales o lo hubiera terminado o lo hubiera destruido, para que no quedaran restos». Por eso reconocen que, en un acto «de traición», decidieron anteponer el placer de los lectores a todas las demás consideraciones: «Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone».

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Al ya fallecido autor ruso Vladimir Nabokov (1899-1977) le ocurrió algo parecido en 2009 cuando salió su novela El original de Laura, una obra que había escrito en 138 tarjetas, un libro inacabado que el autor de Lolita había ordenado quemar justo antes de morir en 1977, última voluntad que su hijo ignoró. Comenzó a escribir esta obra en 1975, cuando su estado de salud empezó a deteriorarse rápidamente, señalaba su hijo, que recordaba que Nabokov también intentó quemar en su momento el borrador de Lolita, algo que impidió su esposa, que se lo arrancó de las manos en el último momento en dos ocasiones. Cuando la enfermedad comenzó a limitar sus movimientos, Nabokov tuvo una conversación con su esposa en la que dijo categóricamente que si moría antes de terminar el libro, éste debía ser quemado. Pero la voluntad del escritor fue ignorada por su esposa, que conservó las tarjetas en un banco suizo, y por su hijo, al que le llevó 30 años decidirse a publicar su contenido en forma de libro.

Mucho más quiso destruir Franz Kafka (Praga, 1883 – Kierling, Austria, 1924), que ordenó a su íntimo amigo y consejero literario Max Brod que quemara todos sus manuscritos tras su muerte. Este, sin embargo, no los destruyó, viajó con ellos a Palestina en 1939, editó parte y contribuyó a la publicación de obras como El proceso. En 2009, casi un siglo después, cientos de documentos ocultos durante décadas en las cajas fuertes de un banco de Suiza que marcan la vida y la obra literaria de Kafka salieron a la luz en Jerusalén.

Lo mismo intentó Virgilio, que quiso, antes de morir en el año 19 a.C., que quemaran su Eneida. Aunque Virgilio había pedido a Augusto destruir el poema, aún inacabado, éste hizo publicarlo.

Por el contrario, el que sí ordenó que se publicara «todo» lo que había escrito y no publicado fue el estadounidense J. D. Salinger, autor de El guardián entre el centeno, que murió en 2010 con miles de páginas inéditas, según asegura su hijo y albacea, Matt Salinger. Fue en 1963 cuando J. D. Salinger, nacido en Nueva York en 1919, publicó el último de sus libros, Levantad, carpinteros, la viga del tejado / Seymour: una introducción, y desde entonces, hace ahora 60 años, solo volvió a publicar un relato en la revista The New Yorker. El llamado «apagón Salinger» fue un silencio que se convirtió en una de las leyendas literarias más intrigantes, la del escritor que decidió renunciar a la publicación, a la fama, a las entrevistas y a las apariciones públicas, y recluirse durante el resto de su vida. Pero nunca dejó de escribir y al morir dijo a su hijo: «Publícalo todo, incluso las verrugas».

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José Daniel Figuera
7 meses hace

Excelente reseña. Muchas gracias.

Azul
7 meses hace

Excelente, emotiva y maravillosa… Espero recibir el libro para mí cumpleaños…

Gloria
Gloria
7 meses hace

Viva la gente que escribe con soltura y con gracia. Aunque no coincido en su opinión sobre la frase de El coronel… me encanta este artículo y me habría gustado escribirlo.

Irene
Irene
7 meses hace

Qué maravilla de artículo, señor Varela, ha sido una delicia leerlo, muchas gracias.

Carlos Pampillon
Carlos Pampillon
7 meses hace

Me encanta la reseña pero, para mí, «Del amor y otros demonios» es una obra maestra (no es más que mi opinión). «En Agosto nos vemos» no es, en efecto, una gran novela pero sí se ve en ella la mano del maestro).

A mí, «Historia de mis putas tristes» sí me gustó.

Última edición 7 meses hace por Carlos Pampillon
Romulo
Romulo
7 meses hace

Es bueno aclarar que esta última novela de García Márquez era un borrador en la que su autor venía trabajando. Comentar acerca de las faltas o errores que contenga el texto de la novela, olvidando que él no fue el que la publicó, es cometer el mismo error que han cometido los responsables de publicarla, haciéndolo indirectamente responsable de algo que él no hizo, y con más razón cuando se sabe que Gabriel García Márquez fue muy exigente con él mismo para publicar.

Ury
Ury
7 meses hace

Interesante.. (sobra la excesiva anécdota…… Y los supuestos sin confirmar) el capítulo publicado en CAMBIO hace 25 años ya auguraba la espera con ansiedad antes de su muerte…

Carlos Morales
Carlos Morales
7 meses hace

Para poder conocer a fondo todos los secretos artísticos de un autor, es necesario tener acceso a toda su obra, incluso a la inédita. Esa es la razón del archivo en USA que compró todos sus papeles. Así ví En agosto… y disfruté los momentos mágicos que el maestro era capaz de producir. Creo que valía la pena el riesgo que se jugaron sus hijos y yo no me jugué ninguno, pues tengo todo lo que Gabo publicó y mucho más sobre él. Felicitaciones a Celso Varela, pocas veces siento tal concordancia con un articulista. Gracias pues.

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