Como una gran noticia debe celebrarse la recuperación en óptimas condiciones de lectura de Munia y la luna, álbum fundamental en la trayectoria de Asun Balzola que dio inicio a una saga centrada en su protagonista, la pequeña niña Munia, uno de los personajes más atractivos de la literatura infantil española de las últimas décadas.
En el caso de Munia y la luna, ese género es el idilio, con su dimensión alegre y misteriosa. El idilio es la estética de lo familiar, del crecimiento en los valores de la tierra natal y el contacto con la naturaleza y sus elementos; la estética de la formación, del crecimiento orgánico, en conciencia y cuerpo (de ahí la importancia de la presencia de los niños, la forja de los valores que determinarán su vida).
Munia es una niña que vive con sus padres y su hermana en una casa “muy lejos del pueblo”, “en la punta de un monte”, donde se escucha el ladrido de los perros por la noche. Cuando el agua se acaba deben bajar hasta el río a buscarla, y ése será el punto de encuentro entre la realidad y la ensoñación, como le sucedía también a la pequeña Ana de El espíritu de la colmena, la gran película de crecimiento del yo en el marco del idilio y la imaginación artística de Víctor Erice. Si allí se producía el encuentro con el monstruo surgido en la superficie de la pantalla, aquí Munia tendrá un encuentro con la luna llena, el ser blanco y misterioso que brilla en la superficie del río.
La luna visitará a la niña en camisón, atemporal, repitiendo un motivo capital de la lírica moderna (Leopardi, Von Eichendorff, Keats, Juan Ramón Jiménez, Nick Drake…), por no hablar de la lírica popular o del maestro chino Li Po, conversador eterno con ella.
La mención a la tradición oriental no es gratuita, pues Balzola recurrió al minimalismo del pincel y al arte de la aguada, dejando que la luz blanca del papel y el trazo insinuante de la tinta crearan la atmósfera de un libro onírico, con imágenes repetidas en diferentes tamaños y detalles recreados con soltura (lo grande y lo pequeño fundidos en un mismo acorde silencioso), con imágenes que muestran y ocultan (la espalda de la luna y de la niña), confiriendo un aire de ensoñación, propio de este tipo de lirismo que nos habla de la condición misteriosa de la vida. Junto a ella está la cara alegre de la vida: la luna es sevillana y cecea, la luna quiere lo suyo para volver a estar llena y la niña le da a beber un vaso de “agua de luna” (lo tomó del río en su botellita).
Es lo propio del idilio, la belleza que irradia de la alegría (la inocencia pura) y del misterio, la plenitud de la vida, con sus contornos de risa y dolor reunidos en un ciclo permanente, tomado a imagen de la naturaleza, generación tras generación.
Otro gran poeta contemporáneo, el luso Fernando Pessoa, dejó escrito esto mismo, como lección de vida para adultos y niños, en un breve poema firmado por Ricardo Reis donde se lee:
“Para ser grande, sé entero
[…]
Así la luna toda en cada lago
brilla, porque alta vive”
La imagen de la contracubierta del libro, espléndida, nos muestra a la pequeña Munia, diminuta, delante de una inmensa luna llena. En su trazo circular, se diría que parece un ouroboros.
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Autora: Asun Balzola. Título: Munia y la luna. Editorial: Galimatazo. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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