Tras el éxito de la «Trilogía de Illumbe», con más de medio millón de lectores, vuelve el escritor Mikel Santiago a estar de gira con su nueva novela, El hijo olvidado, que nace tras preguntarse: «¿Cómo reaccionarías si te incriminaran, si fueras víctima de una trampa?».
En una entrevista con EFE, el vizcaíno, que el próximo día 10 será uno de los protagonistas del festival BCNegra, comenta que gracias a presentar «Los siete pecados capitales», un programa sobre crímenes reales en la televisión vasca, pudo tomar muchas notas sobre cómo se desarrollan las investigaciones policiales, sobre cómo se llega a los «malos».
Todo ello le ha ayudado a armar su nuevo artefacto literario, publicado por Ediciones B, protagonizado por Aitor Orizaola, un agente de la Ertzaintza, que ya aparecía en su anterior título, Entre los muertos, que no está pasando por un buen momento, tras enfrentarse a un expediente disciplinario.
Además, acaba de recibir la noticia de que su sobrino Denis ha sido detenido acusado de asesinato, lo que le es imposible de creer y, entonces, aunque de baja laboral, empieza un viaje en busca de la verdad.
Mikel Santiago abandona la ficticia Illumbe —»les dejo descansar, que últimamente han tenido muchos crímenes», afirma— y ubica la historia «más en la zona del Gran Bilbao, donde hay otro universo, menos rural, más urbano, aunque también está representada la Vizcaya interior, que para mi es una zona semimágica, de cruces de caminos y laberintos, de pequeños pueblos, que siempre me han parecido un escenario ideal».
Con todo lo que ha aprendido en la última década, considera que ahora ya estaba preparado para «abordar a un policía que no fuera un cliché, que no fuera un investigador amateur».
En estos años, ha podido pisar comisarías, ver cómo es el día a día de los agentes, conocer «a todo tipo de profesionales, a la policía científica, a los psicólogos forenses, a gente muy brillante, a otra que es más vocacional».
De ahí nace Aitor Orizaola, un agente que «se mueve en una franja gris, medio ilegal, yendo de tapadillo, un policía que tira de sus conocimientos aunque, en realidad, no debería estar haciendo nada de lo que hace, porque está de baja, pero lo hace por Denis, a quien en un momento de su vida quiso como a un hijo, cuando éste era un niño. Es un buen policía, que se comporta haciendo cosas mal«.
En el puzle que plantea al lector, donde el azar tiene un gran peso, sobrevuela la pregunta de «¿Quién vigila al vigilante?», en referencia a que puede haber policías con mucho poder, que «tienen la autonomía de colarse en la vida privada de las personas y eso, ¿cómo se controla?».
Novela más coral, más procedimental
Con respecto a otras de sus historias es también una novela «mucho más coral, el protagonista está mucho más acompañado, es menos psicológica, más procedimental, policial».
Apunta, sin querer desvelar mucho más, que «la mecánica del enigma que hay no es tanto quién lo hizo, sino por qué lo hizo. Cuáles son los motivos. Podemos intuir quién es el malo, pero igual no comprendemos sus razones y será Aitor Orizaola quien tendrá que ir recomponiendo todas las piezas a su disposición para ayudar a su sobrino».
Por otra parte, aparecerán una serie de personajes, que no estaban en la «Trilogía de Illumbe», «más del hampa, más de lo que sería el subsuelo de la sociedad».
Preguntado sobre si habrá continuación, Santiago precisa que, igual que ocurrió tras publicar El mentiroso en 2020, primer título de su leída trilogía, debe sentir la necesidad de volver a sentarse ante el ordenador.
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«Ante todo —prosigue— se trata de encontrar novelas que funcionen, que me diviertan a mí y con las de Illumbe ocurrió el milagrito. Aquí, la continuidad podría venir con Orizaola, pero me voy a dejar llevar, voy a estar tranquilo, aunque la recepción en estos primeros días es buenísima. Estoy como con un cheque en blanco y yo también estoy en blanco», bromea.
Sobre nuevos proyectos, destaca que en junio o en septiembre —se barajan dos fechas— está previsto que se presente en Netflix una serie basada en su novela La última noche en Tremore Beach, que publicó hace diez años, y que se ha rodado en diferentes localizaciones, entre ellas, Barcelona, La Garriga (Barcelona) y Asturias.
Y, sin entrar a fondo, desliza que «hay otras cositas» que podrían tomar forma pronto relacionadas con la «Trilogía de Illumbe» y el audiovisual.
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