La escritora japonesa Mieko Kawakami que en su nueva novela publicada en España, Heaven, aborda el tema del acoso escolar ambientado en los años 90, considera que «el bullying ha cambiado de estilo en los últimos años con la irrupción de las redes sociales».
El narrador sin nombre de Heaven (Seix Barral) es un chico de catorce años que sufre burlas constantes por su estrabismo, incapaz de enfrentarse a los matones del instituto, y la única persona que entiende lo que está viviendo es una compañera de clase, Kojima, víctima también de todo tipo de humillaciones, una amistad que nace de la necesidad y del miedo.
Para la autora, este fenómeno «no es exclusivo de Japón, en todo el mundo hay novelas sobre el maltrato, simplemente ha cambiado de forma y ya no solo hay maltrato en las redes, sino también en casa, en la relación con los padres, una situación que se ha intensificado con la pandemia, durante la cual los niños», continúa Kawakami, «han estado en peligro al no poder salir de casa y han perdido la ilusión de vivir».
«En Japón, el hecho de que te maltraten forma parte de la cultura y es algo que no se puede comentar con los padres, porque es una vergüenza para la familia y además quieres a tus padres y no quieres que se preocupen, por lo que se esconde y no aflora el problema», denuncia la autora de Pechos y huevos.
Y añade que «a diferencia de Occidente, en Japón no hay psicólogos en el colegio y se va acumulando este sufrimiento» y además «los niños japoneses no conocen sus derechos, se les enseña que deben hacer lo mismo que los demás, hasta el punto de que el maltratado acaba sintiéndose también responsable«.
La autora optó por la narración en primera persona y situó a los protagonistas en la edad de catorce años, «una época muy complicada y ambigua de la vida, en la que ya no eres un niño, aunque lo seas legalmente, y tampoco eres un adulto», ha dicho.
Para el editor de Seix Barral Jesús Rocamora, Heaven y Pechos y huevos conforman «un díptico que trata temas universales y de completa actualidad como el bullying y, en la anterior novela, la presión estética y de la maternidad que reciben las mujeres».
Con Pechos y huevos, incide Kawakami, «muchos lectores se dieron cuenta de que en Japón también hay clases sociales», porque «la literatura japonesa tiende a fijarse en la imagen bonita del país».
Recuerda la escritora japonesa que ella misma creció en las calles de Osaka y para ayudar a su familia y a los estudios de su hermano estuvo trabajando de camarera en un bar desde muy joven, pero no había muchas niñas en su situación.
«Lo maravilloso de Japón —ha explicado— es que si te esfuerzas lo suficiente puedes llegar a ser escritora, incluso sin tener ni siquiera libros a tu alcance como me pasó a mí, mientras que en Estados Unidos tienes que ir a la universidad, seguir cursos de escritura, buscar un agente, tener un capital».
Sobre su literatura, Kawakami se conforma con «reducir la tristeza de mis lectores» y recuerda que muchas de sus lectoras «leen los libros llorando», porque tienen unas vidas muy duras: muchas se operan ante la presión por la estética, se autolesionan o se prostituyen siendo jóvenes».
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