El autor del siguiente texto debuta con esta novela ambientada en un particular pueblo de Calabria, y se vale de la relación entre los dos personajes principales, Miguel y Giorgio, para desarrollar una profunda reflexión acerca de las relaciones entre diferentes, el territorio, la pertenencia y las relaciones familiares cuando existen y cuando desaparecen.
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En 1935 el poeta Cesare Pavese es desterrado a Calabria por orden del régimen fascista italiano. Allí, aislado de todo, escribe su primera novela. Muchos años después, yo leo esa primera novela de Pavese, y después todas las demás, y proyectando escribir una primera novela autobiográfica, y queriendo huir, y queriendo aislarme, termino pasando unos meses en Calabria.
Entonces tomo decisiones. Acabo en el Máster de Narrativa. Me dan la oportunidad —una excusa perfecta— para escribir la novela. Esos personajes que se esfumaron levantan la mano reclamando. Y ahora sí miro. Me doy cuenta de que lo segundo mejor de la ficción, y de su caprichosa conexión con la realidad, es que tú coges lo que te interesa. Autobiográfico, pero no. Realista, pero no. Testimonio, pero interesado. Y descubro que lo mejor de la ficción es que se trata del vehículo perfecto para transportar las obsesiones, a toda velocidad, y para desenterrarlas. Enseguida salen todas, y están ahí en la novela.
La búsqueda de espacio de Miguel es mi búsqueda constante de un lugar en el que encontrarme. Su incapacidad para manejar la ausencia de la madre es la mía misma. Su duelo es el mío. Pero es que la incapacidad de Giorgio, su antagonista —y al mismo tiempo su espejo— para manejar una ausencia distinta es la mía también. En los días impares. Ambos, quienes sustentan la novela, son a ratos alternos lo mejor y lo peor de lo que soy capaz. En las relaciones con la familia, con los hijos, los padres. Con el entorno. Con el propio ego y con la inseguridad. Todos los personajes a su alrededor son como los míos, o lo que me hubiera gustado que fueran los míos, o lo que hubiera odiado que fueran. La novela es el mundo que habría vivido, que tal vez viví, que nunca viviré.
Una novela construida sobre obsesiones antiguas es una novela que no se detiene. Como una migraña, o un tren, no detenidos a tiempo. Eso te encarcela y te empuja. Eso me permitió escribir sin parar durante todo el año que duró la redacción del primer borrador. Incluso durante todos aquellos meses de pandemia en que yo, y otros compañeros de profesión, tuvimos que trabajar a doble turno en el centro de salud. Porque todo el libro es una suerte de homenaje a la Calabria que me recibió todo lo natural que es, un homenaje al adolescente que leyó fascinado a un Pavese aislado en Brancaleone, a quienes me acompañaron en el camino. Y es sobre todo un homenaje a mi madre y a mi padre, cuya ausencia es, sin duda, la mayor de mis obsesiones.
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Autor: Alberto Cascón. Título: Los que vienen. Editorial: Ya lo dijo Casimiro Parker. Venta: Todos tus libros y Amazon.
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