La utilidad del mito es innegable. Enseña, une, embellece los aspectos más crudos de la existencia, nos dota de un sentido narrativo y, como dice la británica Karen Armstrong (1944), trata de «lo desconocido; (…) de eso para lo que al principio no teníamos palabras». En no pocas ocasiones es la creencia en un mito, sea el que sea, lo que nos permite seguir respirando. Si sufrimos una enfermedad, si hemos perdido a alguien, si debemos afrontar tiempos difíciles… cuesta imaginar, por ejemplo, en qué creerían, de dónde sacarían fuerza las trescientas internas de La Galera, en A Coruña, uno de los últimos y más vejatorios centros carcelarios y correctivos para mujeres que existían en España a finales del siglo XIX, y del que hoy solo queda la calle homónima, a cinco minutos de la mismísima plaza de María Pita.
Desde los ojos de la joven y humilde Sisca asistiremos al día a día de una prisión que no solo poblaron delincuentes comunes —acusadas de hurtos menores, la mayoría de las veces—, sino también mujeres consideradas inmorales a ojos de la ley, como aquellas que habían ejercido la prostitución ocasional o recurrente, que habían abortado o que mostraban algún tipo de conducta sexual fuera de lo normativo. Serán sometidas a maltrato físico y psicológico, violencia verbal y hacinamiento, sufrirán desnutrición, se las verá más como odiosas pecadoras que como personas, y se las relegará al escalafón más bajo de una sociedad donde tampoco la reinserción será posible, al quedar marcadas como apestadas de por vida.
Lejos del clásico drama carcelario dominado por las intrigas de fuga a lo Prison Break (2005-2017) o la supervivencia sórdida propia de la Celda 211 (2009), La Galera que plantea Aleixandre es un lugar de penas. De penas y cantares gallegos, como los escritos por Rosalía de Castro (1837-1885), entonados por las gargantas quebradas de las presas, que tratan de infundirse aliento, de sobreponerse a la huella de sus depredadores sexuales. Un lugar con espacio para la leyenda, como la que envuelve a la figura cuasi mitológica de Pepa la Loba, bandolera con tintes de Robin Hood sobre la que apenas hay fuentes fidedignas. Y un lugar que tanto la intelectual y pionera feminista Concepción Arenal (1820-1893) —coprotagonista del libro y primera mujer española en recibir el cargo de visitadora de prisiones, que ocuparía hasta 1865— como la activista y escritora Juana de Vega (1805-1872) lucharán con denuedo por mejorar en salubridad, higiene, educación y, en definitiva, humanidad.
Publicada originalmente en gallego por la muy veterana editorial Galaxia, y merecedora del Premio Nacional de Narrativa 2022 y el Premio de Novela Blanco Amor 2020, la novela de Marilar Aleixandre se vale de la ficción para nutrir y completar una realidad histórica de vidas silenciadas y mujeres de legado inmenso, mujeres cuya figura precisa un mayor reconocimiento público. La autora —poeta y traductora, miembro también de la Real Academia Galega— establece un diálogo lírico e intertextual con cartas auténticas y fragmentos de la vida de Arenal, nos habla de hidalgas visionarias que se preocuparon por las más desfavorecidas en un momento en el que las tasas de analfabetismo femenino eran abrumadoras. Y con ello pone sobre la mesa el imperativo de compartir el conocimiento, igual de vigente entonces que hoy, cuando países como Afganistán prohíben el acceso de la mujer a la educación o cuando cada vez son más las naciones cuyo sistema de acceso a la enseñanza castiga a quienes menos tienen.
Las malas mujeres es un ejercicio maestro de literatura: bien documentada, sensible, profunda y sin miedo al mensaje social. Así que si no saben en qué o en quiénes depositar su fe, si han perdido toda esperanza en sus semejantes, permítanme un consejo para este tiempo de extrema volatilidad visual y torrentes infinitos de (des)información: lean a Aleixandre. Porque en ese tiempo, el nuestro, en el que todavía se desconocen —o se prefiere desconocer— dolorosas realidades, la literatura puede ser el mejor y más valioso de los mitos.
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Autora: Marilar Aleixandre. Título: Las malas mujeres. Traducción: Marilar Aleixandre. Editorial: Xordica. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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