¿Qué pinto yo en este mundo? En Me voy de aquí (Nazarí, 2022) encontramos a gente que parece hacerse la misma pregunta. Buscan su sitio en el caos de la vida. Con una prosa profunda y sugerente, compuesta de distintas voces, femeninas y masculinas, Carlos Battaglini desenmascara a unos personajes que respiran dentro de nosotros mismos.
Zenda reproduce un fragmento del primer relato del libro Me voy de aquí (ed. Nazarí), de Carlos Battaglini
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AMIGAS
¿Cuántas veces has subido la misma escalera en tu vida?
Con un pie en alto, Mónica mira los escalones de madera que se elevan hasta el primer piso. Es una escalera de madera color canela que cruje igual que una certeza cada vez que una uña se posa sobre los peldaños. Siempre ha estado ahí, como el cordón umbilical de la casa, la única con jardín de orquídeas de todo Becinares.
La pregunta le patea el espíritu cuando, como ahora, tiene que acercarse al aeropuerto comarcal. No es una sensación nueva. Desde hace tiempo analiza aquella portada del Diario en la que Eloísa, risueña, paletuda, saluda con una mano y pregunta desde la puerta de un avión enorme: «¿Cuántas veces has subido la misma escalera en tu vida?».
«Es ella; esa es Eloísa, la coneja», se dice antes de bajar el pie alzado y juntarlo con el que ya tenía sobre la alfombra. Se da la vuelta. No va a subir la misma escalera. Hoy no.
Es domingo, se ha levantado temprano para recoger a José Luis, que regresa de una reunión de odontólogos en Jémez del Río. Lorenzo y Dolores duermen en la planta de arriba, hijos obedientes que anoche completaron el puzle de la casa con jardín, el puzle de siempre.
Prepara un café en la cocina, se pone la blusa blanca del día anterior, se hace una coleta y, en el garaje, arranca el Toyota Yaris metalizado al segundo intento. Bajo un sol que escupe charcos de luz, avanza por la avenida de cipreses recortados, enciende la radio y da con varios anuncios de bancos y seguros; apenas les presta atención, pues cavila en torno a la pregunta. ¿Para qué negarlo? Cada vez piensa más en ello. Y eso que el asunto eclosionó hace dos o tres años, aunque, posiblemente, los síntomas iniciales brotaron bastante antes, quizá desde que oyó la decisión rara en boca de Eloísa por primera vez. Quizá.
Pero, se ponga como se ponga, Eloísa, la coneja, hoy en día es portada, es televisiva, es radiofónica, se habla de ella en París, en Kosrae. «¿Quién lo iba a decir de esa acomplejada?», piensa mientras responde con un gesto de cabeza al «feliz día, hermosa» de dientes picados de Antonio, dueño del Bar Paraíso, el de marquesinas verdes, el de olores a anchoa.
Conoce tan bien a Eloísa… Sin contar mamá, mamá y papá, papá, puede que haya sido el ser al que dedicó sus primeras palabras en la tierra. Viven tan cerca que cada una huele lo que comía la otra a diario: insistencia en la merluza rebozada en casa de su amiga, debilidad por los espaguetis boloñesa en la suya. Sus madres respectivas las plantaron en el colegio un lunes con idéntico lazo azul en el pelo. Ella morena, alta; Eloísa, bajita, las paletas. Allí dentro, comparten pupitre, recreos, me gusta Hugo, me gusta Víctor. Van juntas a todos lados, una incongruencia que camina.
Recuerda aquello al tiempo que avanza hacia el aeropuerto por una autovía rodeada de contenedores rojos con el epígrafe Boluda grabado en ellos, «todos iguales», piensa.
«¿Cuántas veces has subido la misma escalera en tu vida?». La pregunta taladra su sien, despliega la página diecisiete del Diario: la entrevista a Eloísa gozó de dos hojas a todo color. «Hay que salir de Becinares para comprender el mundo», rezaba uno de los titulares.
«Coneja, ni siquiera sabías mantener un pie en el aire», se dice Mónica al avistar a lo lejos la torre de control. «Fui yo quien te lo enseñó todo», rezonga evocando su juventud, su cuerpo atlético apuntalado por unos pechos firmes, cabello olor a almendra.
La reincidencia en el pino puente hace que su hermana Cristina la inicie en el ballet muy temprano, rememora Mónica. Sus largas piernas magnifican el arabesque y la convierten en la estrella del equipo, objetivo y utopía onanista de todos los muchachos y viejos de Becinares. Alertada por su progenitor, se aplica en el colegio. Aunque tiene dificultades con los logaritmos de segundo grado, se las arregla para presentar un expediente perfumado de dieces. Cree que estudiará biología; sin embargo, para lo que realmente viven sus cuatro sentidos es para el ballet: «Podrían ser miles los ojos que me viesen bailar algún día», piensa a menudo por aquella época.
Sabe Mónica que por su parte, el sino de Eloísa da volantazos sin cesar. Desde pequeña arrastra unas prominentes paletas que la obligan a hablar poco y, cuando se atreve, sus palabras tropiezan en un tartamudeo traicionero; las compañeras de clase la rodean en círculo y le gritan «¡coneja, coneja!». En el aula, cierra los ojos marrones, no atiende a doña Teresita, se pierde en ensoñaciones que la catapultan a islas ignotas donde se mece desnuda en mares de jade, según le revela la propia Eloísa. Además, muestra interés en la espeleología o la locución en fin. Eloísa está siempre en otro lado, pura quimera lo de aprobar en junio.
Con todo, el vínculo casi biológico que desarrolla con Mónica le hace sentir algo así como una mano calurosa en el ombligo. Mónica es quien le ciñe su primera malla de ballet: «Date la vuelta, te queda genial», vocablos redentores. Nunca podrá agarrarse el pie allí arriba como Mónica, pero el ballet le permite levantar los ojos a la hora de hablar: descubre su risa, se une al grupo de amigas de Mónica, que le dice el día de su cumpleaños a las 00:01: «Te quiero, dientitos». Ella corresponde en el aniversario de su amiga: «Te amo, fresca luz».
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Carlos Battaglini (Lanzarote, 1976) Se licenció en Ciencias Políticas y Sociología y fue miembro del Servicio Exterior de la UE. Columnista de El País y medios internacionales, abandonó su carrera internacional para volcarse en la literatura. Su primer libro Me voy de aquí (Nazarí, 2020) fue el más vendido de autor canario en la Feria del libro de Las Palmas 2020 y cosechó un significativo éxito de críticas y ventas. Otras hogueras (Nazarí, 2021) fue su segunda obra que implicó una profunda incursión poética que ya ha recibido un importante reconocimiento general. Battaglini fue finalista en el III Certamen de Relatos Pérez-Taybilí (Toledo) y seleccionado por la residencia de artistas Arteles’(Finlandia).
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Autor: Carlos Battaglini. Título: Me voy de aquí. Editorial: Nazarí. Venta: Todostuslibros.
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