Biólogo de formación, el valenciano Martí Domínguez desvela, en una entrevista con EFE, que llevaba tres décadas pensando en dar forma a una historia como la de Mater, su último título, con el que ganó el premio Proa en noviembre. Una novela de aventuras «con un plano filosófico» sobre la maternidad.
El escritor advierte de que no es un visionario, aunque sí un provocador «en el sentido más estimulante de la palabra», que no quiere «quedarse a medias» e ir hasta el final con todas sus propuestas literarias.
En este caso, considera que se ha «arriesgado mucho» con un relato de anticipación sobre una sociedad de gestaciones por ectogénesis, fuera del cuerpo femenino, con unos embriones purificados de enfermedades hereditarias, aunque todavía sobreviven colonias de humanos, escondidas en los bosques y genéticamente impuros.
«No he querido —advierte— hacer un manifiesto, si no que hago una reflexión sobre el hecho de que la maternidad es el gran nexo de nuestra sociedad, en el sentido del concepto familiar, del cuidado de los hijos, porque la madre gesta, pero el padre también tiene una responsabilidad mayúscula en este cuidado y en tantos otros aspectos».
A su juicio, la maternidad es algo «espectacular», nada inocuo para la mujer, porque, entre otras cuestiones, comporta el desplazamiento del corazón o que haya problemas con el suelo pélvico.
«Cuando se habla de que lo que hace a la humanidad es el bipedismo, digo que no es cierto, porque lo que hace a la humanidad es el parto, que obliga a dar a luz mucho antes del tiempo que se requeriría a ese nuevo ser, precisamente para que pueda salir bien del cuerpo de la mujer, aunque a día de hoy se calcula que todavía entre 900 y 1.000 mujeres mueren al día en el mundo cuando paren».
Por otra parte, el autor de L’esperit del temps resalta que hay en la mujer «una hormonación muy fuerte, que lleva a unas ataduras materno-filiales indestructibles, mientras que en una sociedad con una gestación fuera del cuerpo femenino, igual estas relaciones no serán tan fuertes».
Ya en las librerías, la novela, que transcurre en un futuro próximo, está protagonizada por una estudiante de biotecnología, Zoe Hamer, quien inexplicablemente queda un día embarazada y debe huir de la ciudad-estado en la que vive, acompañada por el extravagante profesor Charles Thompson, bajo el foco de las autoridades sanitarias por su comportamiento antisocial.
Aunque fue cuando conoció a su esposa, también bióloga, cuando Martí Domínguez pensó que un día escribiría un artefacto literario como Mater, fue una estancia de tres meses en Boston, en 2019, por una investigación en torno a la biología sintética y la biotecnología, lo que le llevó a sentarse, finalmente, ante el ordenador.
Tampoco olvida que antes había ido a la Ledig House, una casa de escritores a dos horas de coche de Nueva York, con unos escenarios de naturaleza esplendorosa y muy salvaje que ha tomado prestados como paisajes de la novela.
No amaga que en China ya se hacen pruebas con «biosacos» y se está avanzando en la gestación por ectogénesis, pero lo que le interesaba, de cara al lector, era «abrir nuevas vías de reflexión sobre la vida, sobre qué es la naturaleza humana», envueltas, como es habitual en él, en referencias al mundo del arte, la música o la filosofía.
En este punto, plantea que si bien la manipulación genética puede conllevar la desaparición de determinadas enfermedades hereditarias y raras, también «puede comportar una homogeneización en la forma de ser, yendo en contra de la creatividad, de la individualidad».
En el libro, el lector se topará con una sociedad segregada, en la que los seres nacidos por ectogénesis se ven por encima de los humanos puros, a los que quieren colonizar sus territorios en los bosques.
Sin embargo, Domínguez quiere lanzar un mensaje de esperanza y apunta que lo ideal sería «una sociedad de Torre de Babel, en la que todos podamos caber, con un patrimonio genético preservado en su totalidad».
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