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María Dueñas: "Tenía muy claro que iba a volver Sira" - Zenda
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María Dueñas: «Tenía muy claro que iba a volver Sira»

De la mano de María Dueñas y su inolvidable protagonista de El Tiempo entre Costuras, los lectores vuelven a viajar a Jerusalén, Londres, Madrid, Sevilla, Tánger. El encuentro es en el Hotel Palace de Madrid, un lugar estrechamente vinculado a la vida de Sira Bonnard.

Fotografías: Nano Cañas

De la mano de María Dueñas y su inolvidable protagonista de El tiempo entre costuras, los lectores vuelven a viajar a Jerusalén, Londres, Madrid, Sevilla, Tánger. Regresa Sira (Editorial Planeta).

El encuentro es en el Hotel Palace de Madrid, un lugar estrechamente vinculado a la vida de Sira Bonnard —antes Arish Agoriuq, antes Sira Quiroga— de aquel Tiempo entre costuras y ahora también a esta nueva aventura. En la mítica rotonda del Palace, bajo su espectacular cúpula decó de hierro y cristal, María Dueñas nos concede una charla entrañable a modo de adelanto de la que sin duda será una de las grandes novedades editoriales de este año.

—¿Por qué una segunda parte de El tiempo entre costuras y ahora, precisamente?

"La publicación y el éxito de El tiempo entre costuras fue tan repentino, tan convulso, tan intenso, que tenía necesidad de separarme de Sira"

—Pues mira, en todo este tiempo desde hace casi doce años hasta hace casi uno, no se me había pasado por la cabeza. Es verdad que me lo pidieron en más de una ocasión tanto la editorial como los lectores, pero sinceramente, la publicación y el éxito de El tiempo entre costuras fue tan repentino, tan convulso, tan intenso, que tenía necesidad de separarme de Sira, poner aire entre nosotras y descansar. No era, desde luego, una separación forever and ever, pero no tenía intención de repetir de manera inmediata, así que emprendí otras investigaciones, otros proyectos y otras historias que derivaron en las novelas que han ido saliendo en estos años.

—Hemos tenido que esperar cinco novelas para el deseado reencuentro con Sira…

—Si te digo la verdad, la quinta novela no iba a ser Sira. De hecho, tenía otra bastante avanzada que luego he terminado reconvirtiendo en otra cosa. Pero sin esperarlo, Sira se coló en mi vida a través de una ciudad que amo y a la que siempre termino volviendo, que es Tánger. En ella hay mil historias siempre rondándome, así que a la vuelta del último viaje a Tánger, cargada de sensaciones y de libros, con los recuerdos frescos y felices de aquel lugar, me dije que tenía que volver a escribir sobre mi Tánger. Pero claro, allí no podía volver si no era de la mano de Sira. Y finalmente me decidí, aparqué el proyecto anterior y esta novela comenzó a forjarse.

—¿María Dueñas es escritora de mapa o de brújula?

—Clarísimamente más de mapa que de brújula. Y ahora que me lo preguntas, lo pienso y tiene sentido, pues yo vengo del mundo académico, donde trabajé durante muchos años en cuestiones de programación, de estructuración de horarios y diseño curricular, por lo que tengo una mente muy acostumbrada a trabajar con esos parámetros. En cierta manera, y por mera intuición, claro, porque esas eran mis herramientas, he aplicado aquella forma de trabajar a la construcción de ficciones. Naturalmente y aunque definido, el camino nunca está trazado al cien por cien, porque siempre dejo huecos para la improvisación; de hecho, me concedo cierto margen de flexibilidad. Pero más o menos, la espina dorsal de la novela la tengo clara desde el principio.

—Esa forma de concepción de la escritura se vuelca claramente hacia sus lectores, que podrían leer sus novelas con un mapa en las manos…

"Yo tengo un mapa mental hecho antes de empezar y trazo claramente los lugares incluso antes que las acciones"

—Por supuesto, y es algo que hago de manera muy consciente. Es más, lo recomiendo encarecidamente (risas). Yo tengo un mapa mental hecho antes de empezar y trazo claramente los lugares incluso antes que las acciones. A priori nunca sé si las escenas van a transcurrir de día o a media tarde o si un capítulo va a terminar con una copa de vino en las manos o con un beso en los labios, pero sí tengo clarísimo cómo se van a mover mis personajes, qué trayectos, calles, plazas, interiores de edificios, qué ciudades van a vivir, visitar o dónde van a desaparecer.

—Sin embargo, los personajes de las novelas de María Dueñas son muy trabajados, muy definidos, con unos secundarios variados y sorprendentes.

—Sí, ellos vienen después a poblar el mundo que ya les he diseñado en el mapa. Por ejemplo, en esta novela tenía muy claro que iba a volver Sira (los protagonistas siempre los tengo más o menos definidos, su esencia o su alma las suelo tener claras) y a partir de ella fui creando los demás. Al ser una segunda parte, recuperé algunos personajes de El tiempo entre costuras, pero sabiendo que, de esos, unos vivirían, otros pasarían de largo y otros tendrían que morir.

—En esta novela tienen mucha fuerza los personajes secundarios.

—Sí, sí, es que a mí los secundarios me encantan. Muchas veces no meto más secundarios por no embarrar más la novela, porque si no, se me irían muchas páginas en ellos. Y fíjate, en Sira me he permitido el guiño personal de contar con personajes de excepción a modo de honorables cameos.

—Aparecen Gregorio Prieto, Cernuda, Foxá, Arturo Barea, Jiménez Fraud, hasta se cita a Chaves Nogales, que ya había muerto, pero ahí está, en la memoria viva de nuestros nobles exiliados en Londres.

"Recordarlos, aunque sea así, en un fragmento de novela, es rendirles el homenaje que siguen mereciendo"

—Claro, es que estaban allí y no quería dejar de citarlos, de recordarlos. Para ello lo que hago es recrear en mi novela una de aquellas exposiciones de pintura que realmente se celebraban entonces y que eran el centro de reunión del exilio. Quería aglutinarlos a todos. Creo que a algunos lectores les gustará, aunque verdaderamente, este tipo de guiños son más personales que otra cosa. Son microtributos a cosas que a mí me interesan. Ellos tenían que estar, pues recordarlos, aunque sea así, en un fragmento de novela, es rendirles el homenaje que siguen mereciendo, y más sabiendo de sus duras vidas en el exilio y su triste devenir.

—Cameos magníficos y diversos secundarios aparte, las protagonistas indiscutibles de las novelas de Dueñas son las mujeres. ¿Cómo las definiría su autora?

—Pues en realidad mis mujeres son mujeres normales que podrían haber llevado la vida que llevamos cualquiera de nosotras pero que en algún momento algo pasa que las trastoca. Ninguna nace en mi mente con proyección de heroína ni de superwoman, cada una de ellas se forja con sus variantes, siempre atendiendo a las exigencias de la historia que quiero contar, pero con algo común: en un momento de sus vidas corrientes, algo interfiere y a partir de ahí estas mujeres se tienen que reconstruir, sacando de su interior una fuerza desconocida, adormilada por lo cotidiano, que no sabían que poseían pero que cuando florece las convierte en seres únicos. Mis novelas se centran precisamente en ese proceso de reconstrucción.

—En plena revisión feminista del concepto de la mujer, ¿cómo es la heroína novelesca de la actualidad?

—Uf. Buena pregunta. Yo creo que lo que al final se está consiguiendo (hablo del fin, no de los medios, a veces no demasiado acertados) es romper el molde rígido de “heroína”; que ésta sea ahora un concepto elástico. Hoy, heroína es la mujer que se atreve a dejar un marido que la somete o la maltrata. Y heroína es la que llega a directora general de una gran empresa, y heroína es también aquella mujer que concilia cuatro niños, un trabajo y un hogar feliz. Todas ellas, cada una en su realidad, algunas más novelables que otras, poseen un coraje y una valentía especial que les hace dar, en un momento crítico, un valioso paso adelante. Todas las mujeres, en cierto modo, poseemos esa parcela de heroicidad.

—Tánger o Nueva York años 30, Jerez siglo XIX, el México de las misiones y ahora, Jerusalén, Londres, Madrid años 40. ¿Qué tiene el mundo a la luz del pasado, que es tan novelable?

"Todo es novelable en el pasado"

—¡Todo! Todo es novelable en el pasado. A nada que escarbes un poquito, encuentras siete o setenta novelas. Hay tantos pasajes inolvidables, tantos personajes fascinantes que a poco que uno indague, escuche, sepa mirar, encuentra material para escribir historias maravillosas durante toda la vida. Lo que realmente lamento es que no se disponga de tiempo para destapar y novelar tantas pequeñas historias como oculta la Historia.

—¿Se podría hacer una novela con toda esa carga viajera y glamurosa ambientada en la actualidad?

—Depende de qué faceta elijas. De política, absolutamente no. (risas) En serio, a pesar de lo difícil que es, prefiero ser optimista y pensar que aún nos queda algún resquicio incluso dentro de las vidas cotidianas que llevamos, siempre atareadas y faltas de sosiego; quiero creer que algún rincón de vida nos queda para el glamour, para historias que nos puedan fascinar. Incluso para toparnos con personajes que nos terminen robando el corazón.

—¿Cuál es el detonante que hace que María Dueñas elija una historia que se superpone a las demás y a la que va a dedicar en exclusividad uno o dos años de su vida?

—Normalmente suelo empezar por los lugares. Como bien apuntabas antes, no solo es el pasado, también está muy arraigado en mi escritura el viaje. Son precisamente las ciudades, y lo que éstas pesan en mis novelas, lo que determina el arranque de mis historias. Digamos que el detonante es siempre un paisaje seductor. Una vez que tengo claras las coordenadas geográficas y cronológicas es cuando empiezo a concebir la historia, a mover a mis personajes de ficción por esos paisajes.

—¿Cuál es el momento más feliz de la escritora, el de la preparación o el de la escritura de la novela?

—Infinitamente más feliz el momento en el que la novela se está cuajando. El otro, el de la escritura, es otra cosa, es el pico-pala de semanas, meses o años luchando. Es ese el momento en el que me gustaría tener un enchufe en la cabeza conectado al ordenador y que la novela pudiese salir sola. Eso es lo duro, el trabajo de verdad. Lo maravilloso es la preparación, el tiempo dedicado a imaginar, investigar, documentarme. Yo adoro el proceso de documentación, a veces me tengo que obligar yo sola a parar. Es más, incluso escribiendo la novela sigo buscando fotos, historias de personas de esa época, libros. Ese momento en el que vas abriendo los ojos a un mundo totalmente nuevo es una maravilla, pero claro, tiene que acabar en un momento, para dar paso al otro más duro de contar. El proceso de preparación me suele llevar dos, tres, cuatro meses como mucho. Y un día sabes que abres el documento en el ordenador, escribes “capítulo uno” y ahí ya se acaba la diversión. Ojo, es un trabajo que haces con gusto, con días mejores y peores, días más fluidos que otros, más brillantes que otros, porque escribir para mí es un trabajo muy grato, aunque desde luego no es aquel otro ilusionante, de casi romance con tu propia historia.

—¿El grandísimo éxito de las novelas anteriores condiciona en algo la manera de escribir?

"Yo no pienso en el lector cuando me siento a escribir, solo en la historia que tengo en la cabeza"

—No. Es igual. Es verdad que ahora trabajo mejor por mis circunstancias personales y familiares, pues ya no tengo la presión de otro trabajo, y también mi vida familiar ahora es mucho más tranquila. Pero no es menos cierto que yo siempre he trabajado bastante bien bajo presión, y eso no quiere decir que ahora sea ni más productiva ni más nada. Tardo exactamente lo mismo en escribir ahora con que antes, con las primeras novelas, aunque es muy cierto que, frente a mi historia y mi ordenador, ahora puedo escribir mucho más relajada.

—¿El tener tantísimos lectores no ejerce, de alguna manera, cierta presión en el autor?

—No, no, no. Al menos en mi caso. Yo no pienso en el lector cuando me siento a escribir. Me sabe mal decirlo, pero es así. Realmente no pienso en nada, solo en la historia que tengo en la cabeza, en qué va a pasar de un capítulo a otro, en cómo voy a realizar la transición entre los fragmentos de la narración, en si un personaje me está funcionando bien o no. Estoy totalmente dentro de la novela. No estoy pensando en si va a gustar más o menos. En el tiempo que dura el trabajo de una novela solo me preocupa el estar a gusto contándola y en ser honesta conmigo misma haciéndolo lo mejor que puedo. Con la confianza de que guste al final, claro. Pero en el día a día de trabajo, mis lectores no están enfrente de mí.

—Como filóloga inglesa, ¿cómo ha influido en su escritura la literatura de aquel país?

—Pues supongo que, inconscientemente, la literatura inglesa está impregnada en mi manera de mirar, pero no sería capaz de identificar una o varias novelas inglesas concretas que hayan influido sobre las otras de manera directa e inequívoca en mi forma de escribir. Yo soy filóloga inglesa, pero en la especialidad de lingüista, no de especialista en literatura y ahí sí creo que puedo decir que esa faceta de lingüista, así como la de lectora en lengua inglesa, han dejado una impronta en mi manera de concebir el texto, pues tiendo a unas frases más breves, a una subordinación más escasa, al uso de los adverbios a la manera inglesa… Ese bagaje lingüístico sí lo reconozco en mi forma de trabajar. Realmente, sobre todo en la primera novela, yo no quería parecerme a nadie, ni a Dickens, ni a Stevenson ni a las hermanas Brontë, pero de ellos sí quise copiar algo; quería que mi historia fuese entretenida, ágil, con espíritu cautivador. En eso sí quería parecerme a ellos. Era más una sensibilidad que unos referentes concretos con nombres y apellidos.

—¿Cómo definiría el territorio de sus novelas; el territorio Dueñas?

—No, ¿tú crees? Yo creo que no hay, que mi territorio es el mundo.

—Pero el mundo inevitablemente se encuadra, como encuadramos una fotografía…

—Bueno, yo sé por dónde me muevo, pero no defino ese lugar como mío, porque creo que es más grande, que mis novelas son pinceladas de un lugar que el año que viene será diferente. No le pongo coto ni lo concibo concentrado.

—¿Qué libros han marcado a la María Dueñas lectora, no escritora?

"Entre las amigas nos pasábamos los libros de las escritoras de chick lit, hoy completamente olvidadas o casi, pero de las que aprendí cosas importantísimas; trucos útiles "

—Me ha marcado todo, porque he leído desde siempre; desde pequeña he sido lectora voraz, en algunas ocasiones y en otras menos. He leído buena literatura porque sí, y además por mi formación académica, pero también he leído literatura “mala”. Bueno, a ver, borremos “mala”. Digamos “menos prestigiosa”. Recuerdo que cuando era una joven estudiante costaba mucho encontrar literatura en inglés en España, y entre las amigas nos pasábamos los libros de las escritoras de chick lit, hoy completamente olvidadas o casi, pero de las que aprendí cosas importantísimas; trucos útiles y maravillosos del oficio de escritor: Nancy Mitford, Marian Keyes, Candace Bushnell o la mismísima Helen Fielding, creadora de El diario de Bridget Jones, tan de moda luego gracias a la adaptación cinematográfica de sus novelas. Ahora me doy cuenta que de todo se aprende, soy muy tolerante como lectora, poco exclusivista. Y me gusta que mis novelas se alimenten de todos esos niveles de lectura.

—Por último, y evitando en todo momento destripar la historia de Sira, ¿cuál es la parte de la que te sientes más orgullosa de esta novela?

"En aquel Madrid de Sira vuelve a salir este maravilloso hotel Palace que también aparecía en El tiempo entre costuras, y me hace muy feliz tener esta charla aquí"

—Pues es que estoy muy satisfecha con el resultado general de la novela. Debo decir que me lo he pasado de maravilla escribiéndola y que al ser un mundo cambiante, donde Sira se mueve geográficamente pero también en su interior, madurando y adaptándose a las numerosas adversidades, no me he cansado en ningún momento. Cada parte de la novela me ha aportado cosas interesantes como lectora y como escritora; tanto la primera, en Jerusalén, donde ocurre algo tremendo que necesitaba contar para poder hacer crecer a Sira, como la segunda en Londres o la última en Madrid, con la aparición en escena de Evita Perón, un personaje tremendamente novelable, del que me he quedado con ganas de dedicarle más escritura y más tiempo, hasta mi amada Tánger, claro, que fue el detonante inicial de esta historia. Por cierto, que en aquel Madrid de Sira vuelve a salir este maravilloso hotel Palace que también aparecía en El tiempo entre costuras, y me hace muy feliz tener esta charla aquí. La verdad es que he sido felicísima escribiendo esta novela. Ojalá esa felicidad llegue también a muchos lectores.

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Entrevista publicada en Publishers Weekly en español

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María José Solano

Autora de Una aventura griega (Debate) y Jerez (Tinta Blanca). Columnista en ABC Licenciada en Historia del Arte, cofundadora de zendalibros.com, colabora en FD Magazine, ABC Cultural y Diario ABC, donde conduce el podcast de entrevistas "Casa de fieras". Es corresponsable de la editorial Zenda-Edhasa y directora del taller de la Fundación de Arte e Historia Ferrer Dalmau (FFD). mypublicinbox.com/mariajosesolano

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