Fopiani ha vuelto. Y lo ha hecho con tino y paso firme. Todo lo bueno que se anunciaba en La Carcoma, su anterior novela, se ha confirmado en su último libro, La melodía de la oscuridad.
Este thriller viene con «faja». En la cual dejan sus impresiones algunos de los mejores autores de la novela negra que se publica en nuestro país: Pere Cervantes, Benito Olmo —que ya ejerció de «padrino» de Fopiani en el espléndido prólogo de La Carcoma junto al maestro Daniel Heredia—, Carlos Augusto Casas y Claudio Cerdán —que acaba de firmar un pepinazo de dimensiones cósmicas titulado Los señores del humo—. No se me ocurren mejores espadas para confirmar la alternativa. Suscribo todo lo dicho por ellos. Sobre todo las palabras de Olmo (La maniobra de la tortuga): «Una voz nueva, atrevida y descarada». Ese atrevimiento y ese descaro han llevado a Fopiani a crear un producto fresco que se consume en horas. Un libro que bebe de las nuevas fuentes de la novela ¿negra? Pongo los interrogantes porque pienso que Daniel pertenece a la nueva generación de autores, que sin renunciar al género, ha superado lo canónico para crear libros ideales para su consumo en los nuevos formatos digitales, muy influenciados por la gran forma actual de cultura masiva: las series de televisión. De lo que no reniega su autor es de su denominación de origen. Aunque La Melodía de la oscuridad pueda camuflarse en el noir escandinavo, Fopiani la ha barnizado con el aroma de su tierra, Cádiz, donde se localiza la acción.
Gran parte de la culpa del éxito que está cosechando la novela se lo debe a su protagonista, Adriano, una arriesgada apuesta del autor que ha tenido premio. No es un personaje sencillo. Cero amable. Cuesta lo suyo hacerse con él; a mí me llevó un buen rato. Tarda en hacerse querer unas cuantas páginas, tras las cuales coge las riendas del libro y no las suelta hasta su trepidante y conmovedor desenlace final.
«La cabeza decapitada vigilaba aquella escena a través de la única pupila que seguía conectada a este mundo. Si los muertos abriesen la boca, tendrían miles de historias que contarnos».
Adriano es un policía retirado. Víctima de un atentado de ETA. Ciego —por la explosión de la bomba— y acabado. Deja pasar la vida sumido en la amargura, de la cual solo consigue salir cuando es llamado para solucionar una serie de misteriosos crímenes cometidos en la ciudad de Cádiz.
La mitología juega un papel importante en la novela. Enseguida Adriano intuye que los asesinatos del psicópata que atemoriza a la Tacita de Plata tienen su origen en los doce trabajos de Hércules, los cuales imita a la hora de acabar con sus víctimas. No es casual que el décimo de esos trabajos, en el que el héroe griego lucha con Gerión, ocurrió en la isla de Erytheia, del Gadir fenicio, el Gades romano, el Cádiz actual.
«Nueve minutos para la primera víctima. Poco más de seis para la segunda. Tiempo récord. Dos muertos en un cuarto de hora».
Otro de los grandes protagonistas del libro es la música, como se adivina en su título. Pero no esperéis una dulce melodía: preparaos más bien para una partitura tormentosa que os hará esconderos entre la sábanas, para terminar con un conmovedor adagio final.
¿Y el asesino? ¿Qué pasa con el psicópata? A ese tenéis que conocerlo vosotros mismos. Os aseguro que será el protagonista de vuestras próximas pesadillas.
«Música suave de piano. El compositor sabe cómo ambientar los últimos minutos de película con una melodía de tonos dramáticos».
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Autor: Daniel Fopiani. Título: La melodía de la oscuridad. Editorial: Espasa. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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