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Luisa Carnés: prosa en observación - Zenda
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Luisa Carnés: prosa en observación

En un obituario a la vez sentido y retórico, el entregado militante comunista Jesús Izcaray recordaba a Luisa Carnés como una compañera «constantemente afanada sobre las cuartillas, silenciosa y tenaz, tan frágil y tan incansable, tan dulce y, en el fondo, tan recia». Y concluía la necrológica en el número 8 del clandestino Mundo Obrero...

En un obituario a la vez sentido y retórico, el entregado militante comunista Jesús Izcaray recordaba a Luisa Carnés como una compañera «constantemente afanada sobre las cuartillas, silenciosa y tenaz, tan frágil y tan incansable, tan dulce y, en el fondo, tan recia». Y concluía la necrológica en el número 8 del clandestino Mundo Obrero de 1964 señalando que «es uno de los nombres del Partido, uno de los nombres de la epopeya y el calvario de España». Señala con tino el también escritor exilado la perseverancia de Carnés en el trabajo periodístico y narrativo. Así fue desde que la joven de clase humilde y esforzada formación autodidacta se decantó por la escritura, movida no solo por un empeño personal sino como dedicación encuadrada en las directrices del Partido en el que ingresó antes de la guerra civil. Esa constancia resulta inseparable del deseo de testimoniar la realidad de los desfavorecidos, con especial y llamativo énfasis en las mujeres trabajadoras (murió en México en accidente de tráfico cuando regresaba de una Jornada Internacional de la Mujer). Multitud de artículos y reportajes en la prensa comunista (Frente Rojo, en la guerra, y antes y después en el órgano de su comité central, Mundo Obrero) y en otras cabeceras izquierdistas y sus novelas muestran de forma inequívoca la voluntad de escritura testimonial de la autora madrileña.

"Carnés practica una sencilla y escueta prosa de observación que busca el documento y la denuncia"

Como tantos otros intelectuales abocados al exilio por el triunfo franquista, Carnés ha permanecido durante decenios silenciada, pero desde hace un tiempo está recibiendo una obligada atención, gracias al rescate seminal de la novela El eslabón perdido (edit. Renacimiento) y al reciente de otra novela, Tea Rooms, (edit. Hoja de Lata) que ha tenido buena acogida y se le ha reconocido su destreza en el retrato de la sociedad madrileña de anteguerra. Todo ello se ha debido al ejemplar esfuerzo silencioso del profesor Antonio Plaza, quien ha contado con el respaldo del impresor y bibliófilo sevillano Abelardo Linares. Quedaba, sin embargo, un auténtico agujero negro en la prosa narrativa de Carnés: sus cuentos, tanto de preguerra como del exilio, unos desperdigados en prensa de muy difícil acceso y otros inéditos. Esta laguna acaba de resolverse, gracias de nuevo a la dedicación modélica del mismo Antonio Plaza en connivencia con el editor de Renacimiento.

De resultas de estos beneméritos afanes salen los Cuentos completos de la madrileña en dos nutridos tomos. El primero, Rojo y Gris, acoge sus narraciones, algunas muy tempraneras, anteriores a 1939. El siguiente, Donde brotó el laurel, con textos nacidos en México. Cada volumen reúne treinta y cuatro relatos, lo cual arroja una suma considerable que indica la asidua práctica del relato corto. A la ardua labor de localizar las piezas, añade Antonio Plaza el mérito de presentar una decena inéditas. Este amplio conjunto narrativo no disfrutó de vida libresca independiente. Carnés sí tuvo intención de proporcionársela, y planeó publicar, según los cuadernos y manuscritos que maneja el profesor Plaza, unos Cuentos españoles y mexicanos. Las dificultades editoriales que padecieron los exilados (no solo los nombres que estaban en una segunda fila; el gran Max Aub tuvo serias dificultades incluso para disponer de distribuidor de sus libros) y, seguramente, la prematura muerte impidieron su aparición.

Dejando aparte un puñado de madrugadores y algo inocentes cuentos infantiles, y aunque el conjunto de piezas ofrezca una relativa diversidad temática, un hilo intencional enhebra la mayor parte: Carnés practica una sencilla y escueta prosa de observación que busca el documento y la denuncia. Se trata de una narrativa comprometida en el sentido más estricto del término: compromiso con los desfavorecidos, con las mujeres sojuzgadas, con los idealistas que apuestan por cambios políticos y sociales que conduzcan a una mejora de la sociedad, con la lucha contra el fascismo… Por eso, reitera asuntos de la guerra civil, recrea la defensa de Madrid o el éxodo hacia el exilio, describe las penalidades de los vencidos en la posguerra, la pena de cárcel que algunos pagan o el sufrimiento de los hijos. O traza una vigorosa estampa de época en la que reluce el padecimiento de la pobre gente. «Rojo y gris», de 1932, que abre el volumen homónimo, es un cuadro plástico, repleto de brochazos barojianos, de la derrota sin paliativos de una familia humilde, con un protagonista, el padre, patético, víctima de su carácter y de las circunstancias colectivas.

"La literatura de observación requiere distanciamiento del autor para que la materia resulte artísticamente lograda"

Este cuento busca conmover, criterio que inspira en general a la autora porque no desea que el destinatario sea testigo indiferente de lo que pasa. La explotación de la mujer funciona como un resorte con el mismo propósito de espolear la conciencia del lector en el brevísimo «Girls auténticas». «Está una embrutecida», dice un personaje, y el relato constata ese destino inevitable. También entre las víctimas figuran los niños. La indigente situación de los pequeños se encarna en el chaval de doce años, protagonista de «Enemigo pequeño», voceador de prensa, que brinca de alegría porque la noticia de una huelga violenta («—Ha habido hule en la ronda de Valencia», se dice con expresivo coloquialismo) incrementará la venta de periódicos.

La literatura de observación requiere distanciamiento del autor para que la materia resulte artísticamente lograda. No siempre lo consigue Luisa Carnés porque se le impone la militante, y lo narrado toma la negativa senda de la propaganda. Ocurre en el cuadro de la media docena de sufridos soldados de un puesto que vigila la marcha de los fascistas hacia Madrid, recreado en el cuento que da título al segundo tomo, «Donde brotó el laurel». Es excesivo el tono épico y desbarata del todo la verdad del asunto su publicitario desenlace: «Y en lo que fuera un día heroico, un glorioso puesto de observación del Estado Mayor del Ejército Popular de España, ha brotado un laurel, un verde laurel de seis brazos». La escritura al calor de los hechos no excusa aquí la propaganda, porque el cuento se publicó en 1955.

El agit-prop estropea, por desgracia, otras inspiradas páginas de Carnés. Estupendo podría ser el relato de los sinsabores, incertidumbres y problemas de un preso político, una mujer, el día en que sale de la cárcel con una mano delante y otra detrás, en completa soledad, que refiere en «En casa». Hay intensidad en la comunicación del desamparo y del miedo de la chica. Pero el arranque y primer desarrollo de la apurada situación, conmovedores, se malogran cuando la exreclusa encuentra cobijo en una casa, metáfora uterina del Partido. La fraseología termina de arruinar la humanitaria idea original:

—Descansa. Has llegado a casa. Aquí o en otro lado, siempre estarás entre verdaderos españoles, siempre estarás en casa.

Tuve la impresión de que se iba a marchar. Me levanté, me colgué de su cuello, y le llené el rostro bueno de besos y de lágrimas.

—Conque esta sigue siendo mi España… Este, mi Madrid de antes… ¿Igual que hace nueve años?… ¿No se ha perdido todo?…

—No se ha perdido nada —dijo él—. No se ha perdido la sangre derramada, y ganaremos definitivamente, ya verás… Estamos venciendo en todas parte de la Tierra… Ten confianza.

"Algún día se cerrará su rescate, pero, mientras llega, Cuentos completos supone un buen impulso"

Los efectos dañinos del partidismo expreso lastran más textos. «Això va bé», que se hace eco de la huelga barcelonesa de tranvías de 1951, concluye con el mensaje ilusorio adjudicado a la protagonista: «Y sintiéndose renacer con el renacer de su pueblo, después de muchos años, empezó a repartir entre los que la rodeaban las hojas que en su bolsillo había dejado su compañero de una noche». Además, contar desde la diáspora la vida del interior de oídas era un planteamiento muy poco propicio para la sensibilidad literaria documental de nuestra autora. Aunque no le sucedió solo a ella. Arturo Barea cometió el mismo error en su relato imaginario del retorno, La raíz rota. Frente a estos reparos, debe anotarse que la mayor parte de las narraciones se sostienen en un sentimiento humanitario auténtico que se derrama sobre unos personajes castigados por un mundo injusto.

Donde los Cuentos completos de Carnés hacen una notable aportación a la masa de la literatura exilada es en el grupo de piezas que recrean las condiciones de vida en México. En general, los trasterrados republicanos prestaron poca atención a los asuntos relativos a sus nuevos lugares de residencia. El caso de Clemente Airó y su apego al mundo colombiano donde se afincó constituye una excepción. Aunque no falte (recordemos a Ramón J. Sender o Max Aub), no abundó la recreación imaginativa de sus vivencias y experiencias trasatlánticas. Luisa Carnés figura, a la luz de estos cuentos, entre los autores exilados que manifiestan un más decidido interés por la realidad de los lugares de acogida. Ello no supone un cambio de perspectiva respecto del resto de su obra. También en estos motivos prevalece la óptica del observador. Carnés se fija en la realidad social mexicana, en las enormes diferencias de clase que la marcan, en el machismo, en la pervivencia de usos ancestrales como la poligamia, en el contraste entre tradicionalismo y modernidad o en la influencia del poderoso vecino del norte en el país fronterizo. Las piezas mexicanas se mueven entre el testimonio crítico y la denuncia, como no podía ser de otra manera en una narradora de muy firme poética realista.

Quedan todavía trabajos de Carnés por recuperar. Así Juan Caballero, novela de tono épico e idealista ambientada en la lucha guerrillera en Andalucía. Merecería la pena agavillar una selección de páginas periodísticas, sobre todo reportajes. El puntual Antonio Plaza da noticia además de libros inéditos. Algún día se cerrará su rescate, pero, mientras llega, Cuentos completos supone un buen impulso a la total incorporación de su obra a nuestro patrimonio literario.

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Autor: Luisa Carnés. TítuloDonde brotó el laurel (Cuentos completos II)Editorial: Espuela de plata. VentaAmazonFnac y Casa del libro

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Santos Sanz Villanueva

Santos Sanz Villanueva (Soria, 1948) es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza y doctor en Filología Románica por la Complutense de Madrid, de la cual es catedrático jubilado de Literatura Españo­la. Conferenciante y crítico literario, ha recibido el Premio Fastenrath de Ensayo de la Real Academia Española por Historia de la novela social española, y el Premio Fray Luis de León de Ensayo. Entre sus publicaciones más importantes, destacan Narrativa en el exilio (1977), Lectura de Juan Goytisolo (1980), El siglo XX. Literatura actual (1984), La Eva actual (1998), El último Delibes y otras notas de lectura (2007), Diez novelistas españoles de postgue­rra. Siete olvidados y tres raros (2010) y La novela española durante el franquismo (2010). Ha prologado libros de Cervantes, Miguel Delibes, José Hierro, Juan Goytisolo, José María Merino, Arturo Pérez-Reverte, Josep Pla, Gonzalo Torrente Ballester y Francisco Umbral.

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