Letizia Ortiz. Foto: Elena Ternovaja (Wikipedia).
(Lo que va a leer es una columna escrita desde una España imaginaria en la que se ha proclamado la III República.)
Es 5 de febrero de 2023 y, como cantaba Barricada en los años 90, veo todo en blanco y negro y me pregunto qué coño hago aquí, dispuesta a buscar pelea si hace falta. Soy guerrera, no puedo evitarlo, va con el apellido y mi carácter, y después de hablarlo largo y tendido con mi amigo mudo, el vaso donde empalmo los cubatas de ron, me he dicho, vamos con Letizia, vamos a escribir sobre ella, vamos a romper una lanza por ella.
Desde que se instauró la Tercera República no ha habido ninguna ministra —ni ningún ministro, así que a partir de ahora pondré ministre para englobar a todes— más insultada y atacada en las redes sociales. Por sus palabras, las que sean, por su apariencia, cualquier cosa que se ponga, y por sus políticas, aunque eso ya importa menos, porque en el fondo la política real, la de verdad, apenas interesa a cuatro gatos. Atacar a Letizia Ortiz con ironía, con sarcasmo o directamente con mala leche y poniéndola a parir es el deporte nacional. Es el ministre peor valorado. El más injuriado. En la picota un día sí y otro también, haga lo que haga y diga lo que diga. Y, sin embargo, me gusta Letizia Ortiz. No puedo evitarlo. No sólo es el mejor ministre de Cultura, y el más culto, que hemos tenido desde el siglo pasado: además en el gabinete de Felipe Borbón no hay, creo yo, ningún otro ministre que desempeñe mejor su trabajo. No interfiere en mi juicio que Letizia Ortiz sea periodista como yo, o que hayamos conversado alguna que otra vez en los pasillos de la tele pública cuando ella presentaba telediarios y yo, bueno, no me gusta hablar de mi pasado, yo deambulaba por allí. Letizia Ortiz me gusta tanto por su trabajo como por los ovarios con los que se defiende en las redes y en cualquier tribuna. Pero, sobre todo, insisto, porque es un ministre de Cultura excelente. Y que sea la pareja de Felipe Borbón no interfiere para nada en mi juicio. Es más, yo casi preferiría que en las próximas elecciones fuera ella quien se presentara a presidente de la República en vez de su marido.
No sé, se me ocurre que sólo hay una candidata a ministre más insultada, si es que algún día ocupa una cartera: Irene Montero. Si ya la zurran ahora que está en la oposición, ¿qué pasaría si Pablo Iglesias gana las próximas elecciones a presidente de la República y ella coge las riendas de Cultura, por ejemplo, o de cualquier otro ministerio? Puedo imaginarlo. ¿Vosotros?
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