Marie Favereau, profesora de Historia de la Universidad de París Nanterre, puntualiza en el inicio de su última publicación titulada La Horda. Cómo los Mongoles cambiaron el Mundo, el concepto al que se refiere cuando habla de la Horda. Dice Favereau sobre esta: “No fue ni un imperio convencional ni un estado dinástico, ni mucho menos un estado nación. Fue un gran régimen nómada, nacido de la expansión mongola del siglo XIII; un régimen ecuestre que llegó a ser tan poderoso que gobernó durante casi tres siglos prácticamente toda la Rusia actual, incluida Siberia occidental. La Horda fue el régimen más duradero de todos los que descendieron de los conquistadores mongoles”.
Es indudable, así lo recogen las crónicas de sus aliados, enemigos y naciones tributarias, que cuando fue preciso utilizaron la violencia de manera brutal para someter a las naciones, tribus y pueblos con los que tenían contacto; aunque está demostrado que prefirieron la convivencia, cobrando tributos con el objetivo de mantener la paz y garantizar que su mayor negocio, como fue proteger las rutas del comercio de la seda y especies entre Oriente y Occidente, fuera próspero y lucrativo. Esta ruta no solo fomentó el intercambio de mercancías, también constituyó una vía de intercambio de pueblos, ideas, culturas, avances científicos y tecnológicos, innovación y desarrollo. Aunque no todo fueron beneficios y progresos. Los movimientos y migraciones de grandes grupos de personas que habían tenido poco contacto con otros grupos étnicos llevaron consigo la aparición de grandes pandemias con resultados catastróficos. En la Europa del siglo XIV, murió un tercio de su población debido al contagio provocado por la pandemia que desató la terrible “peste negra”. Las consecuencias de esta plaga fueron desastrosas para el floreciente negocio comercial mongol. Los nómadas perdieron gran parte de sus ingresos y eso les abocó a una crisis que ayudaría a su ocaso como potencia dominadora.
A lo largo de su ensayo, Marie Favereau demuestra que los gobernantes del Imperio Mongol decidieron no repetir los errores que habían cometido, ocho siglos atrás, sus vecinos hunos.
Los mongoles, gracias a la visión de la política de unidad diseñada por Gengis Kan (Temujïn), quien llegó a ser el mayor conquistador de la Edad Media, lograron influir en la organización política de muchos de los pueblos por los que se extendía su imperio. Otro aspecto innovador de Gengis Kan fue la política de sucesiones que implantó; aunque el imperio se dividiese entre sus descendientes, cada una de las hordas resultantes de la división debía aportar parte de sus ingresos al resto de herederos. De esta manera, se evitaban conflictos y todo se gestionaba al modo de un complejo societario.
La Horda, siguiendo con la costumbre de las tribus que la constituían, permitió el libre culto de las religiones que se practicaban en su zona de influencia. Una de las características principales, que permitió que la Horda se mantuviera durante más dos siglos, fue la facilidad y maleabilidad que poseían los mongoles para adaptarse a las condiciones particulares que se encontraban, con el objeto de fomentar sus intereses comerciales.
A lo largo de la historia de los mongoles, según demuestra Marie Favereau, hubo grandes hombres, políticos y militares. Con Tamerlán, en el siglo XIV, se llega al periodo de esplendor, para a continuación dar comienzo un declive progresivo que llevará a que empiece a desaparecer el Imperio Mongol y se consolide “la gran mutación” que hizo posible que, durante decenas de años, la Horda se convirtiera al islam.
No todo fue idílico en el Imperio Mongol pero, gracias a la flexibilidad mencionada, fueron capaces de superar las dificultades y las luchas intestinas con el objetivo de conseguir que su objeto final fuese la consolidación de su poder.
El ensayo de María Favereau descubre a los lectores la auténtica realidad de un grupo étnico que fue capaz de conseguir grandes hazañas, y que influyó a pesar de la distancia en la Europa de los mercaderes y del comercio. Consiguió dejar su impronta en los territorios del centro de Eurasia y, además, permite tener un concepto distinto de una raza a la que el diccionario de la RAE define como: “comunidad de salvajes nómadas”. Esta definición explícita queda matizada a lo largo del ensayo de Favereau. La Horda de los mongoles fue mucho más que un incivilizado grupo de salvajes nómadas que se originó en lo que hoy en día es Mongolia, Rusia y norte de China.
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Autora: Marie Favereau. Título: La Horda. Cómo los mongoles cambiaron el Mundo. Traductor: Joan Eloi Roca. Editorial: Ático de los Libros. Venta: Todos tus libros.
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