Los misterios de París, publicado en el Journal des débats del 19 de junio de 1842 al 15 de octubre de 1843, marca el primer gran hito y una de las cumbres del género del folletón, que popularizó hasta extremos inconcebibles la lectura en la Francia del siglo XIX y cuya influencia se extiende hasta la novela popular de nuestros días y por supuesto los seriales televisivos. Es casi imposible no encontrar hoy en los llamados culebrones de la tele los rasgos y características provenientes de Sue y de su escuela.
El folletón debe su nombre a las páginas separables de los diarios franceses de la época (“feuilleton”). El gran éxito de Eugenio Sue con Los misterios de París y El judío errante abrió un campo de acción literario en el que se instalaron a sus anchas triunfadores posteriores como Alejandro Dumas (que llevó el género a su nivel de calidad más alto) o Ponson du Terrail, padre del maléfico (y luego bondadoso) caballero Rocambole, a quien debemos el adjetivo “rocambolesco”.
Los sociólogos e historiadores literarios que se han acercado a Sue (1804-1857) tienden a remarcar su vocación documentalista y la voluntad de poner de manifiesto las poco apetecibles condiciones de vida de las clases desfavorecidas de París, coherente con la ideología socialista a la que se adhirió en sus años de madurez. (Previamente este vástago de buena familia estudió medicina y se familiarizó con el gran mundo parisino, pateándose la fortuna que había heredado hasta que las deudas le pusieron a trabajar).
La fervorosa acogida de Los misterios de París desbordó todas las previsiones e hizo del autor un oráculo popular. Su labor de denuncia estuvo en la base de la modificación de algunas legislaciones relativas a los desposeídos franceses, aunque Karl Marx, que comentó Los misterios de París en algunas ocasiones, nunca se tomó a Sue demasiado en serio.
Vista desde el presente, hay dos rasgos insistentes que llaman la atención en la novela: la finísima línea divisoria que separa la acomodada vida de los burgueses de los ambientes de extrema miseria, de forma que un pequeño traspiés puede enviar a un personaje de un lado a otro; y el papel central que la prostitución juega en la novela, como máximo riesgo y estigma que acecha a las jóvenes de cualquier procedencia, aunque poco se nos diga de las condiciones de su extensión ni del papel masculino frente a ella. Más que los pobres en sí mismos, da la impresión de que lo que al novelista le interesa es la interacción de los maleantes y los ricos.
La acción arranca en octubre de 1838, en el abigarrado barrio de la Cité. En el figón del Conejo Blanco, que regenta la tía Ponisse, encontramos a la Cantaora, también llamada Flor de María, joven bella y recatada de la que se nos da a entender que se dedica o se ha dedicado al comercio del sexo; el Puñales, chulo pero bueno; dos personajes siniestros, el Maestro de Escuela, desfigurado por el vitriolo, y el Esqueleto, que hablan entre ellos el caló de los delincuentes parisinos. Allí ha ido también a parar Rodolfo, supuesto obrero que va seguido por un guardaespaldas y, sin que el lo sepa, también por la bella Sara McGregor y su hermano Tomás Seyton, de quienes no sabemos qué andan buscando.
La interconexión de todos ellos marcan las 700 páginas siguientes. Rodolfo es en realidad una alteza real, el gran duque de Gerölstein, próspero estado de la confederación germánica. En su juventud tuvo un romance con la despiadada Sara, del que nació una hija. Sara se la quitó a su padre y la confió a una nodriza; ambas desaparecieron y tanto Rodolfo como la madre creen que está muerta. De resultas de este y otros dramas Rodolfo ha decidido consagrar su vida a socorrer a los infortunados y perseguir “el vicio, la infamia y el crimen”.
Flor de María, que ha sido “torturada y envilecida” por los malhechores que la han criado, conserva sin embargo unas virtudes que constituyen la admiración de cuantos los rodean. Obviamente es la hija desaparecida de Rodolfo y de Sara, aunque ellos no lo sabrán casi hasta el final de la novela (el lector se entera bastante antes). Resulta raptada y liberada varias veces por los delincuentes del figón del Conejo Blanco y sus aliados, siguiendo las órdenes del pérfido notario Jaime Ferrand, que se benefició económicamente de la desaparición de la niña y que, pese a su fama de probidad, es un auténtico malhechor de guante blanco..
Sue usa y abusa de los golpes de efecto y de un sentimentalismo desaforado: coincidencias inverosímiles, hijos que pierden a sus padres, padres que extravían a sus hijos, conversaciones que no deberían oírse pero son escuchadas y cambian la dirección de la trama, escenas lacrimógenas, secuestros y desgracias sin ton ni son, maniqueísmo, lujo y miseria, intentando acabar cada escena en un clímax para asegurar la lectura de la siguiente. Rodolfo es un superhombre: campeón de esgrima y boxeo, sus recursos económicos no tienen límite y su carácter es el de un ángel redentor. Pero no le tiembla la mano a la hora de hacer justicia, como tiene ocasión de comprobar el Maestro de Escuela, a quien como castigo por sus fechorías manda que le dejen ciego.
Entre los personajes secundarios negativos aparece la Lechuza, responsable de la degradación de la protagonista; el médico Polidori, los ocupantes de la Isla de Ravageurs y Esqueleto, el más sangriento matón carcelario de la capital francesa. Entre los positivos, la obrerita Rigoletta, que hace feliz a los vecinos con sus risas; la marquesa de Harville, Clementina, quien salva su honor gracias al aviso de Rodolfo, pese a lo cual su marido se vuela los sesos; la familia Morel, a quienes les pasa de todo; el buen contable Germain, hijo, sin él saberlo, del Maestro de Escuela; la Loba, amante del único hijo bueno de la familia Marcial, que protege en la cárcel a Flor de María. Las prisiones de Saint-Lazare o de La Force, tugurios como la taberna del Corazón Sangriento; zonas del Viejo París como la del Temple, los asentamientos de criminales en las orillas del Sena, imprimen un sabor intenso a las páginas del folletón por excelencia.
Al final de la novela Rodolfo se lleva a Flor de María a la corte de Gerölstein, para que inicie una nueva vida como princesa. Pero la chica no se siente digna de quienes la rodean, ni es capaz de entregarse a un enamorado. Decidida a tomar los hábitos, la misma noche de su ordenación muere de agotamiento y tristeza. No hay redención para la Cantaora en la Francia de 1843.
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Texto del libro Código best séller. Autor: Sergio Vila-Sanjuán. Editorial: ediciones en Temas de Hoy (2011) y Alianza Editorial (2014). Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
Aunque los best sellers o superventas desempeñan un papel relevante en la industria cultural de nuestro tiempo, son muy pocos los estudios que se les han dedicado. ¿Desde cuándo existen? ¿Cuáles son los más significativos y cuál ha sido su incidencia? ¿Qué factores propician su eclosión? Dividido en dos partes, Código best seller repasa en la primera la historia de los libros que han obtenido más amplia acogida social desde la Edad Media hasta la actualidad. En la segunda, el autor ofrece un canon del best seller contemporáneo, analizando y comentando las obras de setenta autores de gran éxito en los siglos XIX, XX y XXI —de Walter Scott a Stieg Larsson, de Alejandro Dumas a J.K. Rowling—, en un paseo por la narrativa popular y por los libros de no ficción que han marcado la imaginación de nuestro tiempo.
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