El volumen Lo que Borges enseñó a Cervantes: Introducción a la literatura comparada es una contribución sintética y, sin embargo muy completa a la enseñanza de la Literatura comparada. Los tres autores, César Domínguez, Haun Saussy y Darío Villanueva son reconocidos estudiosos de la materia y proporcionan diferentes visiones de diversos aspectos de la disciplina. El profesor Villanueva es director de la Real Academia Española, Haun Saussy es también un erudito de renombre que ha presidido instituciones tales la Asociación Americana de Literatura Comparada, y César Domínguez ha recibido recientemente la Cátedra Jean Monnet de Integración Europea, lo que le ha permitido llamar la atención sobre la importancia de la literatura en contextos variopintos, tanto locales como globales y multicéntricos.
El libro se divide en nueve capítulos. Los capítulos 1, 8 y 9 están escritos por Villanueva, el 2, 3, 7 por Domínguez, y el 4, 5, 6 por Saussy. Desde las primeras páginas, el volumen establece la Literatura comparada como un proceso de lectura, re-escritura y circulación (incluyendo la traducción, adaptación, transmediación, etc.). Se trata de un proceso que exhibe patrones replicativos, es decir, estructuras analógicas diferenciales en diversas escalas espacio-temporales. Partiendo del célebre ensayo de Claudio Guillén, «La literatura como sistema», el comparatismo se plantea como un proceso complejo en el que las obras viven más allá de sus culturas de origen. En palabras de David Damrosch, “[a piece of literary work] has an effective life as world literature whenever wherever […] beyond its original culture” (What is World Literature? 173, citado en Domínguez, Saussy y Villanueva 3). De hecho, las dificultades para definir la disciplina, un tema que reaparece una y otra vez en cada reunión de la Asociación Internacional de Literatura Comparada ICLA , tiene que ver con los aspectos no lineales, que muestran correlaciones, variaciones y bucles a través del tiempo y el espacio, sólo comparable a los modelos de la teoría de sistemas dinámicos complejos.
Así las cosas, no es extraño que aunque cada capítulo atienda a determinados aspectos, el debate que se plantea muestre giros y vueltas en torno a las controversias de la disciplina, estableciendo nodos fundamentales que simultáneamente centran y abren temáticas particulares. Tales controversias evidencian también que la Literatura comparada no es una disciplina agonizante, como planteaban algunos críticos hace unos años, y que los que disfrutamos haciendo comparatismo, tanto si nos gustan los rompecabezas o las búsquedas interminables, como si preferimos la resolución de problemas, siguiendo los dictados del pensamiento convergente, divergente o de cualquier otro tipo, podremos continuar realizando lecturas detalladas (“close reading”) o más distantes (“distant Reading”), estableciendo analogías y quebrándolas en forma de paradojas, mucho más si somos capaces de leer en varios idiomas y contextos culturales distintos.
El volumen siembra sus primeras semillas en el primer capítulo, en el que Darío Villanueva establece el marco en que se basa la complejidad de la disciplina; es decir, en una red rizomática de cruces entre la poética, la teoría literaria, la crítica literaria y la historia de la literatura, cada una de ellas con sus propias tradiciones y metodologías distintas. El capítulo esboza también la evolución de la disciplina, presentando un escenario cada vez más amplio de contextos y culturas, más allá de la comparación de escuelas, temas, motivos, símbolos y motivaciones nacionales, hasta la dispersión natural en las secciones anatómicas de la disciplina, fracturada en diálogos políglotas y perspectivas migrantes y exiliadas, resultado de las experiencias vitales de muchos comparatistas, conscientes de que sus culturas y naciones ya nunca podrían ser una. El profesor Villanueva examina las vicisitudes ideológicas de la disciplina a través de los paradigmas de Tinianov, Mukařovský, Vodicka, Jauss, Lotman, Groeben, Schmidt, Tötösy, Lambert, Marino, Casanova, Miner o Skwarczynska, entre muchos otros, e insiste en que la perenne crisis de la disciplina, formulada en los estudios de traducción de Bassnett, en la vertiente cultural de Bernheimer, en el anuncio cuasi-Nietzscheano de la muerte de la Literatura comparada por parte de Chakravorty Spivak, o en su disolución en la World Literature (Literatura del mundo) de David Damrosch debe recontextualizarse en el marco de la discusión del impacto de las humanidades en la educación, y a través de configuraciones espacio-temporales distintas.
La división tradicional entre las escuelas francesas y americanas es el objeto del capítulo 2, que se centra en la teoría interliteraria y las contribuciones procedentes del estudioso eslovaco Dionýz Ďurišin. El argumento de César Domínguez deriva de la opinión de Jonathan Culler de que la teoría crítica es un corpus de pensamiento y escritura cuyos límites son extremadamente difícil de definir. Culler basa su enfoque, sostiene Domínguez, en la solución práctica de problemas, al igual que la concepción de las leyes de interliterarias de Ďurišin. De hecho, el objetivo de este capítulo es reforzar varios ejes estructurales paralelos al núcleo vascular de la teoría americano-francesa encarnada por René Wellek (1958) y Paul Van Tieghem (1931), respectivamente. La propuesta de Ďurišin buscaba establecer relaciones no sólo entre dos elementos sino en varios niveles simultáneamente; por ejemplo, entre el elemento de origen, el elemento de destino, y sus respectivos contextos. El análisis de Domínguez subraya la importancia de las relaciones interliterarias de Ďurišin junto a las formas de recepción, las cuales permiten al autor equilibrar filiaciones genéticas y afinidades tipológicas en el nivel individual, psicológico y sociológico, así como en el de representación. El capítulo concluye con una serie de casos prácticos destinados a proporcionar aplicaciones visibles de la teoría de Ďurišin, incluyendo aspectos como la multifuncionalidad, la complementariedad de la tradición oral, o la incorporación tardía de la crítica literaria occidental a culturas no occidentales, anticipando la discusión sobre descolonialidad que se presenta en el capítulo siguiente.
Como indica Domínguez, el debate sobre el papel de los escritos post-coloniales en la formación del canon (véase el Informe Bernheimer 44) se llevó a cabo durante el proceso de descolonización y el desarrollo de los nuevos estados-nación (antiguas colonias) y literaturas nacionales. Si como Walter Mignolo ha mostrado, se trata de un proceso de desvinculación, Domínguez se pregunta dónde se sitúa la comparación. Con el fin de dar algunas respuestas a esta pregunta, Domínguez se acerca al campo de la filosofía comparativa de Raimundo Panikkar, Cao Shunqing, Zhi Yu, así como varios estudiosos latinoamericanos. El capítulo continúa para mostrar las tensiones entre la “desvinculación”, que busca representaciones mutuamente excluyentes entre culturas y realza las diferencias, y la idea de Lu Xing de “similitudes ambiguas”. Todos estos nuevos brotes hacen crecer el tronco del proyecto de la literatura comparada.
Los siguientes capítulos, 4, 5, y 6, escritos por el profesor Saussy, exploran el concepto de World Literature (literatura del mundo) en relación con la Literatura comparada, estudiando la circulación temática de los textos literarios como medio para llegar a otros espacios y otros tiempos. De esta forma, el capítulo 6 presenta el problema de la diversidad de lenguas, la traducción y las obras intraducibles. El proyecto de Saussy se asienta en tres bases cuidadosamente diferenciadas y contextualizadas, que traslada, replica y amplía sucesiva y simultáneamente en cada uno de sus capítulos: a) la creación artística en su equilibrio frente a modos de percepción y ceguera específicos a un contexto dado; b) una visión comprensiva que trasciende épocas y culturas en el contexto de la mediación de la traducción y de la historia literaria; y c) la individualidad de las obras artísticas y de las culturas en el marco del mercado de la comunicación. El autor parte de las contribuciones de Goethe, Marx y Engels en relación con la Literatura comparada, para discutir posteriormente las aportaciones de Pascale Casanova, David Damrosch o Franco Moretti, entre otros. Un parénquima de cuestiones tales como la educación, la aculturación, la transculturación, la formación del canon dentro de la circulación de las obras literarias llevan a Saussy a dejar caer la provocadora sugerencia de contemplar palabras, textos y contextos en los términos de invenciones que responden a necesidades sociales y cognitivas, donde su difusión espaciotemporal requiere una afila óptica comparatista que no solo perciba autores, obras y movimiento sino el descubrimiento y el uso adaptativo de los lectores.
En este sentido, el capítulo 5 explora la comparación de temas e imágenes como lo haría un etnógrafo; es decir, empleando herramientas y técnicas según las condiciones de uso. El debate abre posibilidades a la comparación del arte más allá de la estética formal, a la traducción, y a la recepción intercultural nacional y transnacional, incluyendo contextos de autoría, distribución y circulación de la literatura, junto a las condiciones de lectura (“close” y “distant”), los aspectos materiales, la oralidad y la digitalización. Como ya adelantábamos antes, el capítulo 6 ofrece nuevas perspectivas sobre los problemas de la traducción, su invisibilidad, las formas de transducción y la ocasional imposibilidad de la traducción. La afirmación de Saussy de que la zona de préstamo mutuo entre lenguas cercanas puede significar que la traducción sea superflua, o que entre lenguas muy distintas la traducción puede ser imposible, recuerda a los comparatistas los beneficios de leer en varios idiomas. De hecho, afirma que la existencia de traducciones nunca debe ser una excusa para mantener el monolingüismo.
Como he mencionado, la estructura fractal del volumen refleja la historia de la propia disciplina comparatista, ya que cada capítulo nos envía hacia otros capítulos y hacia varios niveles de lectura. En el capítulo 7, es de nuevo Domínguez quien amplía las lecciones de la historia de la Literatura comparada. Para ello, regresa a varios aspectos presentados en los capítulos anteriores y vuelve a abrirlos a nuevas posibilidades como si de un bucle se tratase. El capítulo presenta las contribuciones del comité de “Historias Literarias Comparadas” de la Asociación Internacional AILC / ICLA, cuya denominación, ya en plural, nos lleva de regreso a las relaciones entre comunidades interliterarias. Esta parte habla de mapas, puntos de conexión y margino-centrismo, haciendo hincapié en el enfoque sistémico utilizado. Al igual que antes, la discusión se sustenta con referencias a los trabajos de investigadores como Marcel Cornis Papa y John Neubauer, y con gráficos destinados a hacer que los puntos teóricos más visibles tanto a los estudiantes y como a los académicos.
Los dos últimos capítulos, de nuevo por el profesor Villanueva, proporcionan un cierre parcial a la elipsis, al tiempo que vuelve abrir el volumen a la comparación inter-artística y el diálogo entre literatura, música, artes plásticas, cine, etc. El libro termina con “el regreso a la literatura”, un capítulo que replica, en su movimiento pendular, cuestiones y controversias presentadas a lo largo del volumen. Esta transposición replicativa introduce también preocupaciones contemporáneas sobre el papel de formatos hipertextuales y de la digitalización.
En la estela del debate sobre el pasado y el futuro de la Literatura comparada, uno de los caminos re-circulatorios abiertos por este interesante volumen nos lleva, de la mano del Director de la Real Academia Española, de regreso a Ítaca y la comodidad doméstica, como diría Joyce, “by a commodious vicus of recirculation”. Volvemos a encontrarnos en el “ya siempre” de Paul Ricoeur, disfrutando del confinamiento solitario de la lectura de este magnífico volumen y escribiendo esta reseña, lo que nos recuerda la razón fundamental por la que hacemos comparatismo.
P/S El glosario y la lista de lecturas proporcionan paseos adicionales y otros giros imprevistos.
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Autores: César Domínguez, Haun Saussy y Darío Villanueva. Título: Lo que Borges enseñó a Cervantes: Introducción a la literatura comparada. Editorial: Taurus. Edición: Papel y kindle
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