Uno tiende pensar que una joven poeta como Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990), que escribe su primera novela, lo hará empleando una prosa poética en la cual lo lírico predomine sobre lo narrativo. Nada más lejos de la realidad en el caso de El funeral de Lolita (Lumen, 2018), novela donde la nitidez del relato es total y la lírica aparece de modo sutil, aunque omnipresente, bajo los actos de Helena, protagonista de la obra.
En la literatura española, la prosa poética nos ha dado novelas de la talla de Don Julián de Goytisolo; Mortal y rosa de Umbral o, salvando las distancias, la reciente y meritoria Permafrost de Eva Baltasar (Literatura Random House, 2018) por la cual Luna Miguel ha manifestado recientemente su admiración en la revista digital Playground.
Sin perjuicio de lo anterior, considero que la poesía, por su esencialidad, se acomoda mejor a la brevedad de los versos, y puede resultar barroca y agotadora en un género largo como es la novela. Por este motivo me ha gustado El funeral de Lolita, una obra donde, como decía al comienzo, la lírica nace de modo inefable de la vida de la protagonista, narradora en primera persona.
Helena vive en Barcelona, donde trabaja como crítica gastronómica para un influyente portal de internet llamado C’est cool. De pronto, Helena recibe un mensaje de Facebook de una antigua amiga llamada Rocío, que le anuncia la muerte de Roberto, su antiguo profesor de literatura, con quien mantuvo un tórrido idilio adolescente. Se advierte en el relato una sátira de la sociedad actual encarnada en las redes sociales, y también un cierto gusto por lo picaresco.
Para asistir al funeral de Roberto, Helena decide volver a su Alcalá de Henares natal, ciudad a la cual ya nada la une, pues sus padres han fallecido. De este modo, el viaje se convierte en una regresión a la infancia y a la adolescencia. Pero no crea el lector que dicha regresión se manifiesta en un relato continuado de recuerdos, porque la habilidad narrativa de Luna Miguel consiste precisamente en insuflar vida a los capítulos, entreverando esos recuerdos con acontecimientos minimalistas del presente, que consiguen mantener la atención del lector en el relato.
En Alcalá, Helena dará rienda suelta a ciertos rituales carnívoros y eróticos que nos recuerdan el Eros y Thanatos freudiano: el instinto de vida y el de destrucción. Hay en la novela un logrado contraste entre ella: epicúrea, sensual, vitalista… y la muerte y desaparición de quienes la rodean: Roberto, sus padres… Respecto a estos últimos, su temprana muerte supone para Helena una nueva vida en Barcelona y, al mismo tiempo, una emancipación del pasado que, sin embargo, ahora debe recuperar por mor de su viaje.
Si la prosa de Luna Miguel, tal como escribía al principio, no es poética, sí sucede en ocasiones que la autora emplea el verso para narrar. Hay capítulos que son monólogos interiores en los que la autora, verso tras verso, va formulándose preguntas a las que su protagonista no encuentra respuesta. En la métrica, en la sonoridad de esas preguntas, se advierte la filiación poética de Luna Miguel.
En definitiva, El funeral de Lolita me ha parecido una muy interesante primera novela en la que me ha llamado la atención la habilidad de la autora para mantener el pulso de la narración.
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Autor: Luna Miguel. Título: El funeral de Lolita. Editorial: Lumen. Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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