Un libro de madurez literaria y moral

Uno de los juicios más severos sobre nuestra realidad histórica, repleta de injusticias, lo dicen dos versos de A puerta cerrada, el último libro de poemas de Luis García Montero, cuando se afirma “que la verdad se infecta/, que no le basta con tener razón”. La mirada histórica que recorre todos los poemas viene de ese vaticinio, de que la razón y la justicia y la fraternidad no son más que un sueño, una utopía casi irresponsable. Puede que en ese sentido A puerta cerrada sea uno de los libros más inquietantes y desafiantes de la poesía española última. El poeta hace un recuento de su vida personal y de la vida civil, de la vida colectiva. Esa inserción de lo individual en lo colectivo es vital en toda la trayectoria de García Montero, y en este libro se alcanza otra vuelta de tuerca en esa conciencia de que la vida individual desemboca en la vida colectiva de la Historia.

Todo el desvalimiento o desamparo ante la contemplación de un presente que ha dinamitado la justicia social se expresa usando un simbolismo que coquetea sabiamente con la irracionalidad. García Montero ha extendido en este libro los confines de la expresión coloquial para alcanzar zonas del sentimiento humano que lindan con lo más oscuro, con lo más escondido o remoto. El símbolo del lobo, que aparece como leitmotiv en muchos poemas, busca esa significación de la violencia de la Historia, del mal, de lo destemplado, de lo agrietado. A veces alguna metáfora de este libro me ha recordado a hallazgos expresivos de Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca. El poeta de A puerta cerrada es un ser revisionista, quiere escarbar en el pasado de su propia vida y lo hace con el arma de la poesía, entendida ésta como una forma de verdad. Se ensancha la expresión poética, pero nunca se pierde el norte de la inteligibilidad. En ese sentido, este libro implica toda una aventura estética, provocada por un malestar ético. Luis García Montero intensifica la racionalidad del lenguaje poético, lo tensa, lo conduce hasta el abismo, pero sin perder la noción de comunicación. Siempre quiere ser entendido, aunque el lugar desde el que escribe sea el fuego y el tiempo y el mal y la herida y la nada.

Sí crea García Montero una especie de agujero negro moral, muchas veces propiciado por metáforas audaces, cuya misión es recordar la crisis cívica y personal desde la que está escrito este libro. Sin embargo, en ningún momento renuncia el poeta a los valores más claros de la belleza obtenida de la cotidianidad de la vida. Y la belleza sigue siendo una aspiración humana, clara, luminosa.

A puerta cerrada casi encierra una especie de laberinto de la verdad. Da la sensación de que los poemas fluyen con normalidad en el lector, y que las imágenes poéticas son cercanas, expresivas, cotidianas, que todo en el libro es una amable mano tendida, pero misteriosamente el poeta teje una tela de araña en el que va atrapando al lector. Y de este libro es muy difícil salir, de ahí el laberinto. El libro se queda metido en tu conciencia, arañando nuevos significados, nuevos mensajes, incluso nuevas desolaciones. El lector se queda dentro del libro. Ese es el misterio de la gran literatura.

Este es un libro de la madurez literaria y moral de Luis García Montero. Es un libro de zarpazos contra uno mismo y contra la Historia. El título del libro lo avanza todo: esto ocurre en mi conciencia, es decir, en el lugar de la verdad, donde ya no hay escondite posible. A puerta cerrada es un libro excepcional, honesto, lúcido, afilado y conmovedor.

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Autor: Luis García Montero. Título: A puerta cerrada. Editorial: Visor. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro