Foto de portada: Noemí elías
Tras la multipremiada La señora Potter no es exactamente Santa Claus, la escritora Laura Fernández publica ahora su primer libro de cuentos, Damas, caballeros y planetas, con el que ha descubierto que «en Cervantes está el origen no solo de la novela, sino también de la posmodernidad».
Fernández leyó el Quijote tardíamente, con poco más de treinta años —ahora tiene 42—, y ahora se ha dado cuenta de que ha estado haciendo lo que había hecho Cervantes, «pero de manera indirecta, intentando imitar a los escritores posmodernos americanos, quienes a su vez intentaban imitar fragmentos del Quijote, porque casi cada parte, cada capítulo de esa obra es la carrera de un escritor posmoderno». Fue así como tomó conciencia de que «todo se había creado en España, porque Cervantes lo hizo todo: creó la novela moderna, la posmoderna, la ficción dentro de la ficción, esa obsesión propia por la vida imaginada, superior a la real, y no por estar loco de tanto leer, sino por querer estar dentro de los libros».
La escritora y periodista barcelonesa se pregunta por qué la literatura española le ha repelido durante tanto tiempo, y opina que esa barrera se produjo porque «los escritores anglosajones se apoderaron de todo el absurdo, de toda esa parte lúdica que tiene el Quijote, que está en el centro de la literatura». En ese autoanálisis, Fernández concluye que todos esos pueblos inventados de cartón piedra y arquetípicos americanos que pueblan las páginas de sus novelas le vienen de esos escritores anglosajones que ha leído, pero «en el fondo no hago más que mirar, sin ser consciente, el barroquismo del Quijote«. De hecho, remarca, los escritores posmodernos que leyó después, y no solo los posmodernos. Todo el humor británico, desde Tom Sharpe hasta Douglas Adams, vienen de Cervantes, «incluso un autor de ciencia ficción como Robert Sheckley, un autor cómico que tiene libros de caballerías».
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En Damas, caballeros y planetas (Random House) se incluye un cuento que salió de un encargo de Juan Francisco Ferrer, que le pidió elegir un capítulo del Quijote para que lo reescribiera a su manera, y eligió el de la cabeza parlante. Argumenta que ese rechazo que tuvo en un principio hacia la literatura española tiene que ver con que «no hablaba para nada de mí, hija de inmigrantes, sin pasado ninguno y con unos abuelos que estaban lejos y no sabían leer» y se sentía «más cerca de John Fante, de Bukowski, de la automitificación».
Además de los cuentos que han sido editados previamente —en todo tipo de pequeñas publicaciones y antologías—, el volumen incluye un prólogo general y otros textos adicionales introductorios de la propia autora para cada uno de los relatos, así como una nouvelle y un relato inéditos. Revela Fernández que los cuentos han sido escritos en los últimos años, entre novelas o durante novelas, y eso hace que haya mucha relación, que se repitan algunos personajes y que «todos los cuentos están ambientados en otros planetas».
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