Uno va a esa guerra académica que son las elecciones de la RAE, que últimamente andan tirándose el glosario cheli a la cabeza, y descubre que lo más interesante no es el nuevo director de la cosa, sino el peseto que se pilla para acudir al acto. Uno practica un periodismo de taxi y urgencias, que no se sabe muy bien a dónde lleva, pero que todos se apresuran a señalar que es el futuro. Lo que pasa es que en este reporterismo no hay apenas mirada ni tiempo para la paciencia, que es justo lo que da el estilo a este oficio, y de esta manera se ha ido sustituyendo la prosa personal por una geografía de tópicos y lugares comunes, que es bastante resolutiva, pero que no aporta nada. Las prisas y la previsión agendada, vamos, la rueda de prensa de turno o anunciada de antemano, que no es noticia ni es nada, ha anulado ese sexto sentido que es la atención, el fijarse al alrededor, que es el abecé y el credo de todo esto. Así uno repara en que la crónica no está en la Real Academia Española, que es lo que se publica, sino en el taxista que uno coge, que es lo que no sale después en los papeles, y que es lo que tiene gracia.
—¿Sabe dónde escuché por primera vez la expresión “lo mismo pero de distinto color”? En México. Había perdido el PRI y le pregunté a uno qué significaba para la política y me respondió eso…
—¿Y qué hacía usted en México?
—Aquí donde me tiene, trabajé durante veinte años en Hispanoamérica para empresas del IBEX. Por eso mismo sé lo que va a pasar aquí, porque ya lo he vivido antes allí.
—¿Y qué es lo que va a pasar?
—La latinoamericanización de Europa.
—¿A qué se refiere?
—Antes en América había dinero. Los países eran más ricos y disfrutaban de unas vidas parecidas a las que llevamos nosotros hoy, aunque usted no se lo crea ahora, que es joven. Pero, de repente, en pocos años, desapareció la clase media. Ahora sólo hay ricos y pobres. Y para disimular, llaman clase media a los obreros con más dinero. Ese proceso ha empezado por los países del sur, pero se extenderá al resto. Yo a eso lo llamo latinolandia.
—¿Tan mal nos ve?
—A mis hijas las tengo en el extranjero. Con eso se lo digo todo. Las mandé a estudiar allí y ahora tienen buenos trabajos. Cuando les pregunto si quieren volver, me contestan, que lo están deseando, siempre que lo hagan como delegadas de las empresas de allí.
—El día era gris, pero me lo está pintando de negro.
—Fíjese en Francia. Ellos ya han emprendido una reforma fiscal necesaria, que es la que va a gravar más adelante la robotización de las empresas. Es lógico, ¿no? Ya que dentro de poco los robots van a sustituir a los trabajadores, el Estado tendrá que sacar remuneración para las personas que se quedan sin ocupación. ¿Me equivoco? Y aquí, ¿en qué estamos pensando? Durante un tiempo pensé que Podemos podría traernos aire fresco, ¿pero sabe qué?
—¿Qué?
—Lo mismo pero con diferente color. ¿Y usted qué comenta?
—Que ya veremos qué pasará con las pensiones en el futuro.
—Lo que no entiendo es cómo los jóvenes no están protestando en las calles. Pero hay una explicación. Están adormilados. Por poco más de cien euros, pueden llegar a tener dos plataformas de entretenimiento, una de música, internet y móvil. Este es uno de los motivos por el que ahora mismo no están reclamando derechos que les pertenecen y protestando para asegurarse su futuro. Pero, disculpe, porque creo que ya hemos llegado. ¿Le dejo aquí?
—Mejor a la vuelta.
En la RAE confirman lo que todos sabíamos, que Santiago Muñoz Machado ocupará el sillón de la dirección. Al salir de la Docta Casa, que tiene mucho de docta y mucho de Academia, pero muy poco de casa, sobrevienen las dudas: si tomar otro taxi y volver a la redacción o asaltar las Tullerías.
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