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Las rolas de Lola: "Lola" - Zenda
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Las rolas de Lola: «Lola»

(Como siempre digo, la rocola del bar de Lola está abierta para quien quiera levantarse a pedir una canción. Nunca falta quien piensa que a nadie jamás se le habrá ocurrido antes poner la «Lola» de los Kinks, en homenaje a la patrona, pero menos mal que a ella le gusta, y cuando la ponen...

(Como siempre digo, la rocola del bar de Lola está abierta para quien quiera levantarse a pedir una canción. Nunca falta quien piensa que a nadie jamás se le habrá ocurrido antes poner la «Lola» de los Kinks, en homenaje a la patrona, pero menos mal que a ella le gusta, y cuando la ponen medio la canta mientras sigue a lo suyo. Gracias a Enric y Pablo, alias Los Héroes Cansinos, que no solo se atreven con la original sino que hacen su propia versión, solo para domingos y fiestas de guardar)

«La gloire ou le mérite de certains hommes est de bien écrire; et de quelques autres, c’est de n’écrire point.» —Jean de la Bruyère

Lo mismo se podría de decir de los que cantan. Sin embargo, las citas, como los refranes, siempre tienen réplica:

«Un même homme peut dire quelque chose sage un jour et une grosse connerie lendemain.» —Pierre de la Gruyère

En torno a esa disquisición, un hombre sabio, de frases lapidarias, zanjó el asunto sin muchos miramientos:

“Aluego están están los que pueden soltar soplapolleces todo el rato. Sin esfuerzo. Y sin parar.” —David Bowman

Discrepo totalmente con el professor Bowman. No en que haya gente que podamos saltar soplapolleces todo el rato, sino que lo hagamos sin esfuerzo. O sin descanso.

Al professor Bowman lo conocí en la Taberna del Turco, un foro virtual creado alrededor de la obra y figura de Arturo Pérez-Reverte. Bares, qué lugares… ¿Qué sería del mundo sin bares? No por otra razón Pérez-Reverte decidió bautizar a su mentidero particular en Twitter como el Bar de Lola. Muchos domingos una multitud de parroquianos cada semana más numerosa se agolpaba a las puertas del bar. La cosa, ya lo saben, fue perdiendo asiduidad a medida que Twitter se convertía en un lugar bronco. Algunos hicimos nuestra colla con completos desconocidos, a los que nos unió la asistencia dominical al bar, como aquel que va a misa de doce. Lectores de infantería en su mayoría, no satisfechos con la Patente de Corso matinal, ávidos de sermón laico y ateo, y seducidos por la relativa cercanía inmediata de las redes sociales. Los que padecemos verborrea y falta de atención nos dedicamos a interpelar a otros parroquianos, dándole un poco más de interactividad al bar virtual. Y ahí, en una de esas infinitas soplapolleces que menciona el professor, nació Lola, la canción. O, mejor dicho, su clon bastardo.

Los Héroes Cansinos ya existían. Se conocieron en la Taberna del Turco, donde el champán sabe a cava catalán. Dos absolutos desconocidos, separados físicamente por más de mil kilómetros, que en su primer y único encuentro físico, real, perpetraron el primer éxito original que se pudo escuchar en la rockola del bar de Lola. «Pan con pan». Un rocanrol. Pero ahora, por respeto a los autores de la canción original, toca hablar un poco de la intrahistoria de «Lola».

The Kinks fue el nombre definitivo con el que los hermanos Ray y Dave Davies bautizaron su banda de rock en 1964. El nombre de la banda tiene doble sentido, se podría traducir como «torcido o rizado» pero también, buscando el doble sentido en español como «desviado, pervertido o depravado». Desde 1962 llevaban probando suerte en el pop británico con otros nombres y formaciones. Su primer gran éxito fue “You Really Got Me”, para muchos considerada el brote del árbol del rock que se convirtió en la rama hard, rama en la que se posan los ruiseñores más chillones. «Lola» llegó en 1970 y devolvió a la banda al Top 10, con un sonido a medio camino entre el folk, el pop y el country —el instrumento que da la entrada es un dobro—, una letra, como fue habitual en muchas de sus composiciones, de carácter costumbrista, y con un estribillo naíf extremadamente pegadizo. Alguien dijo que para que una canción tenga éxito se necesitan tres cosas: una buena letra, una buena música y algo más que nadie sabe lo que es, pero que la hacen ser única. «Lola» tiene esos tres ingredientes, y por eso quizás haya sobrevivido aún con frescura desde hace más de 50 años.

Tanto sobre la música como sobre la letra hay distintas versiones en las que los miembros de la banda y las personas implicadas no llegan a ponerse de acuerdo. Aunque los créditos de la misma están adjudicados a Ray Davies, su hermano Dave mantiene que Ray sólo escribió la letra después de oír la melodía compuesta por él. En cuanto a la historia, habla sobre el encuentro de un jovenzuelo con una travesti en algún club del Soho. Ray afirma que está basada en un acontecimiento real que vivió su manager por entonces, Robert Wace, quien pasó una noche en París bailando con un transformista negro. Parece ser que su estado de euforia, etílica o similar, pudo ayudar al suceso. Sin embargo, Mick Avory, batería de la banda, en una versión alternativa, afirma que fue el propio Ray quien gustaba de frecuentar ciertos ambientes del transformismo en el West End y quien sucumbió a los encantos de Lola la cach… (no, perdón esa es otra). Vayan ustedes a saber. No hay que tener fe absoluta ni en la memoria de uno mismo. Tampoco importa realmente si la tal Lola fue real o inventada, y si la canción nace de una experiencia o, como en la versión de Los Héroes Cansinos, de una soplapollez.

Los dos primeros estrambotes nos salieron de forma espontánea, como cualquier ocurrencia o chascarrillo. Ahí quedaron, grabados sobre una toma de la canción original, y esperando pasar de ser un proyecto de soplapollez a una soplapollez completa, con su entrada, sus estrofas y su coro. Y no es cierto, como afirma el professor Bowman, que algunos podamos soltar soplapolleces sin esfuerzo. Es más, esta versión es fruto de un soplapollas esforzado. Un soplapollas de categoría. Mayúsculo. Y a mucha honra. Nuestra letra incluye lugares comunes del Bar de Lola: el premio “Reverte me alegra verte”, otorgado al soplapollas más esforzado de la tarde (abundan tanto que siempre caía algún que otro accésit); el “puto venado” (la cena); los patos, a los que Arturo les echaba pan (pan con pan como autorreferencia cansina); Rogorn, el escribano del duque de Corso; el «Clic» final con el que @perezreverte daba por terminada la sesión; el Bombay Sapphire, y por supuesto, John Ford. Porque Los Héroes Cansinos son fordianos además de revertianos. “That’ll Be The Day” es un huevo de pascua virtual, fordiano, que será desvelado en su momento en el Bar de Lola.

Así como los Beatles en «In My Life» recuerdan esos lugares que han cambiado, algunos para siempre y no para mejor, y de esos lugares sus momentos con amigos que aún recordamos, hemos querido brindar por la memoria de @viejocapitan, alias de Jaime Hernández, parroquiano desde la primera hora y amigo virtual fallecido este verano pasado. Y como coda final, y ripio fácil, la rola: americanismo no registrado en el DRAE (al menos con la acepción que se le da en La Reina del Sur) y que da entrada a estos artículos a la casa común, Zenda, la isla virtual que acoge, generosamente, a los hermanos de la costa. Sigan atentos al dial.

Canción original:

Letra y traducción:

I met her in a club down in old Soho
where you drink champagne and it tastes like Coca-Cola.
C-O-L-A, Cola.
She walked up to me and she asked me to dance.
I asked her her name and in a dark brown voice she said «Lola».
L-O-L-A, Lola, lo-lo-lo-lo Lola.

Well, I’m not the world’s most physical guy
but when she squeezed me tight she nearly broke my spine.
Oh, my Lola, lo-lo-lo-lo Lola.
Well, I’m not dumb but I can’t understand
why she walked like a woman but talked like a man.
Oh, my Lola, lo-lo-lo-lo Lola, lo-lo-lo-lo Lola.

Well, we drank champagne and danced all night
under electric candlelight.
She picked me up and sat me on her knee
and said: «Dear boy, won’t you come home with me?».
Well, I’m not the world’s most passionate guy
but when I looked in her eyes, well, I almost fell for my Lola.
lo-lo-lo-lo Lola, lo-lo-lo-lo Lola. Lola, lo-lo-lo-lo Lola, lo-lo-lo-lo Lola.

I pushed her away, I walked to the door,
I fell to the floor, I got down on my knees,
then I looked at her and she at me.
Well, that’s the way that I want it to stay,
and I always want it to be that way for my Lola.
lo-lo-lo-lo Lola.

Girls will be boys and boys will be girls.
It’s a mixed-up, muddled-up, shook-up world, except for Lola.
lo-lo-lo-lo Lola.
Well, I left home just a week before
and I’d never ever kissed a woman before,
but Lola smiled and took me by the hand
and said: «Dear boy, I’m gonna make you a man».
Well, I’m not the world’s most masculine man
but I know what I am, and I’m glad I’m a man.
And so is Lola, lo-lo-lo-lo Lola, lo-lo-lo-lo Lola

La conocí en un club por el viejo Soho
donde bebes champán y sabe a Coca-Cola.
C, O, L, A, cola.
Se me acercó y me sacó a bailar.
Le pregunté su nombre y con una voz marrón oscuro me dijo: «Lola».
L, O, L, A, Lola, lo lo lo lola.

Pues no soy el tío con más físico del mundo,
pero cuando me estrujó fuerte casi me rompió la columna.
Oh, mi Lola, lo lo lo lola.
Pues no soy tonto, pero no puedo entender
por qué andaba como una mujer pero hablaba como un hombre.
Oh, mi Lola, lo lo lo lola.

Pues bebimos champán y bailamos toda la noche
bajo luz de velas eléctricas.
Me levantó, me sentó en su rodilla
y dijo: «Querido muchacho, ¿te vienes a casa conmigo?»
Pues no soy el tío más apasionado del mundo,
pero cuando la miré a los ojos, pues casi me quedé pillado por mi Lola
lo lo lo lo Lola, lo lo lo lo Lola. Lola, lo lo lo lo Lola, lo lo lo lo Lola.

La aparté de un empujón, me fui para la puerta,
me caí al suelo, me puse de rodillas,
y entonces la miré, y ella a mí.
Pues esa es la forma en que quiero que se quede,
y siempre quiero que sea así para mi Lola.
lo lo lo lo Lola.

Los chicos serán chicas y las chicas serán chicos.
Es un mundo mezclado, confuso, agitado, excepto para Lola.
Pues salí de casa justo una semana antes
y nunca jamás había besado a una mujer antes,
pero Lola sonrió, me agarró de la mano
y dijo: «Querido muchacho, te voy a hacer un hombre».
Pues no soy el hombre más masculino del mundo,
pero sé lo que soy, y estoy contento de ser un hombre.
Y Lola también.
lo lo lo Lola, lo lo lo Lola.

Traducción de Rogorn Moradan

Versión de Los Héroes Cansinos

Entré en el bar (y) me quedé pasmado,
sólo acerté a decir “Ho-ho-ho-hola”.
“Ho-ho-ho-hola”.

¿Eres tú la del Reverte?
La famosa Lo-lo-lo-lo-Lola.
Lo-lo-lo-Lola, Lo-lo-lo-Lola.

Mi carnal mariachi pidió un tequila,
y para mí Bombay Sapphire con cola,
co-co-co-con cola (qué alegra la titola).

Había un jaleo de mil demonios,
Los Héroes Cansinos sonaban en la rockola.
Esa rola que mola.
Sí, la que más mola.

Llegó Arturo muy elegante,
apretando y to’ p’alante.
Las señoras se volvieron locas.
Reverte, me alegro de verte.

No somos unos tipos muy inspirados,
así que buscamos los acordes de «Lola».
Lo-lo-lo-lo-Lola.

¿Y qué hacemos con la letra?
Pues fácil: cantamos lo-lo-lo-lo-lola.
Lo-lo-lo-lo-Lola.

¿Y hoy qué habrá de puto venado?
Michirones con jamón y pan con pan tostado.
Y una de John Ford,
y «That’ll Be The Day».
Do-do-domingo por la tarde echando pan a los patos
en compañía de amigos en el bar de Lola.
Lo-lo-lo-lo-Lola.

Brindemos por los que ya no están.
Esa va por ti, @viejocapitan (¡capitán, oh, mi capitán!).
Lola.

Lola ya pronto va a cerrar,
a la calle nos va a echar.
Rogorn ha tomado nota
y el duque de Corso teclea “Clic”.

Qué canción más pegadiza
se me ha metido en la ca-ca-cabeza.
Lo-lo-lo-lo-Lola. Lo-lo-lo-lo-Lola.

En el bar de Lola, cuando ella está de humor, a veces te deja pedir una canción. Eso sí, te vas tú a la máquina, te la buscas y te la pones tú, y luego te las apañas con los aplausos o los abucheos de la concurrencia. Si algún zendadano se anima, que busque cambio en el bolsillo, pida la siguiente y nos cuente algo sobre ella.

Todas las rolas de Lola, aquí.

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