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Las mil y una noches. Edición anotada - Zenda
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Las mil y una noches. Edición anotada

Piedra angular de la literatura universal, las Mil y una noches han inspirado a numerosos autores, desde Charles Dickens y Edgar Allan Poe, a Naguib Mahfouz, Clarice Lispector o Angela Carter. En esta lujosa edición ilustrada y anotada, el historiador literario Paulo Lemos Horta y la poeta y traductora Yasmine Seale presentan una nueva y excepcional...

Piedra angular de la literatura universal, las Mil y una noches han inspirado a numerosos autores, desde Charles Dickens y Edgar Allan Poe, a Naguib Mahfouz, Clarice Lispector o Angela Carter. En esta lujosa edición ilustrada y anotada, el historiador literario Paulo Lemos Horta y la poeta y traductora Yasmine Seale presentan una nueva y excepcional selección de cuentos extraídos de las Noches, entre los que se incluyen las apreciadas historias originales así como los famosos relatos añadidos posteriormente, como «Aladino y la lámpara maravillosa» o «Ali Babá y los cuarenta ladrones», rescatando a las Noches de las polvorientas vitrinas decimonónicas y logrando que luzcan vibrantes y actuales para el lector moderno.

Zenda adelanta las primeras páginas del libro.

***

INTRODUCCIÓN

NARRADORES DE LAS MIL Y UNA NOCHES

Las historias de Las mil y una noches han ejercido una influencia incomparable en la literatura universal y la cultura popular [1]. En los siglos posteriores a la primera vez que se narraron estas historias ante un cautivado público en las calles de El Cairo, o se leyeron en las elegantes ediciones publicadas en París y Londres, las historias de Simbad y Shahrazad, Ali Babá y Aladino, han echado raíces en la imaginación de los lectores de todo el mundo, inspirando incontables imitaciones literarias y adaptaciones cinematográficas. En palabras de la novelista británica A. S. Byatt, «Estas historias tienen todo lo que un relato debería tener. Sexo, muerte, traiciones, venganzas, magia, humor, calidez, ingenio, sorpresas y un final feliz» [2]. Muy pocos de los millones de aficionados a Las mil y una noches conocen el periplo que recorrieron estos cuentos antes de aparecer en las antologías, producciones teatrales o espectáculos fílmicos con los que están tan familiarizados, pero dicho trayecto, que ha atravesado multitud de fronteras físicas e idiomáticas es, en sí mismo, un relato de múltiples facetas, un relato que puede explicar por sí solo la singular fuerza narrativa de Las mil y una noches.

No se trata, sin embargo, de una obra cerrada, Las mil y una noches es producto de una imaginación colectiva alimentada por diversas tradiciones culturales cuyos orígenes se remontan a siglos atrás. Unificada alrededor de un núcleo de unos pocos cuentos y de su narradora, Shahrazad, Las mil y una noches se resisten a cualquier definición tajante acerca de su forma y contenido. Las versiones árabes originales de las Mil y una noches que se elaboraron entre los siglos IX y XIV, ofrecían a los lectores una secuencia cambiante de relatos según se fueran añadiendo nuevas historias, o temas ya conocidos se reescribieran actualizándose a los nuevos tiempos. Cuando estos relatos se tradujeron a otros idiomas, dichas prácticas continuaron realizándose. Por tanto, el resultado no es tanto un libro, sino un despliegue fractal de historias, extraordinariamente compleja y en continua expansión —que, en algunos casos, abarcaban más de dieciséis volúmenes. Como antología, Las mil y una noches posee una notable capacidad de mutar en las manos de los innumerables narradores, editores y traductores que la han imaginado desde nuevas perspectivas y reescrito en nuevos idiomas. Este carácter mutable de la colección parece invitar a lectores y autores a hacer suyos los relatos, y su amplio abanico de admiradores literarios abarca desde Marcel Proust a Charles Dickens, desde James Joyce a Charlotte Brönte, de Edgard Allan Poe a Jorge Luis Borges.

El relato de apertura supone una irresistible invitación a entrar al mundo narrativo de Las mil y una noches, con su historia de sexo, violencia y traición. Hace mucho tiempo, dos hermanos que reinaban en China y la India, descubren que han sido traicionados por sus respectivas esposas. El hermano mayor, y más poderoso, Shahriyar, queda tan profundamente traumatizado que se embarca en una ola de venganza en la que se casará con una joven todas las noches para ordenar su ejecución a la mañana siguiente. Un visir de confianza es el encargado de proporcionar y ejecutar a las muchachas. Durante algún tiempo logra evitar que sus dos hijas, Shahrazad y Dunyazad, sean presas de los monstruosos apetitos del rey, pero el número de víctimas de Shah-rayar continúa creciendo. En algunas versiones de este relato marco, el rey se casa y asesina a una muchacha diariamente durante tres años, desposándose con mujeres de toda extracción social. Horrorizada por este interminable exterminio, Shahrazad se presenta voluntaria para casarse con el rey en un intento de salvar la vida de las mujeres del reino. Es una mujer inteligente, versada en ciencias, filosofía, poesía e historia, y además tiene un plan. Cada noche le contará a su marido un cuento maravilloso tan fascinante que Shahriyar retrasará la ejecución de Shahrazad un día más para que pueda terminar su historia. Se trata de un caso de supervivencia por cliffhanger [3].

De este modo, las historias de las Mil y una noches llegan hasta nosotros a través de la voz de Shahrazad, quien emplea toda su sabiduría e ingenio tejiendo unos relatos pensados para encandilar a un rey homicida. El aprieto en el que se encuentra Shahrazad se convierte así en la justificación argumental para reunir una serie de historias repletas de situaciones inesperadas, protagonistas ingeniosos, seres sobrenaturales y desarmantes giros argumentales. Esta estructura aseguraba que el núcleo de los relatos de Las mil y una noches sobreviviera a través de los siglos, pero también animaba a los narradores y recopiladores a incluir sus propias historias, añadiendo o remezclando elementos de otros cuentos, de tal modo que el número de noches se fuese incrementando más y más. La idea de «mil y una» noches de narraciones resultaba una aspiración más que una realidad. Los eruditos no han encontrado todavía una versión árabe de la historia, previa a la traducción francesa, que contenga 1001 noches de relatos. De hecho, dice la superstición que cualquiera que se lea completas todas las narraciones de Las mil y una noches, morirá. Pero la obsesión por completar el mágico número —y quizá cumplir así la misión de Shahrazad de salvarse y salvar al reino— produjo una colección mercurial y cambiante, repleta de variaciones y contradicciones. En la actualidad, Las mil y una noches ofrece a los lectores una abundantísima variedad de géneros narrativos que preludian muchos de los estilos que predominan en la narrativa moderna —el relato de intriga, el terror, el relato de detectives, la fantasía, la aventura y el género romántico.

ORÍGENES: LAS MIL Y UNA NOCHES

Los orígenes de las Mil y una noches pueden rastrearse hasta el acervo literario indio y persa. Antiguas antologías de relatos indias, como el Panchatantra, ofrecen tempranos ejemplos del empleo de relatos marco como el de Shahriyar y Shahrazad a modo de hilo conductor de una serie de historias relacionadas entre sí. En un texto sánscrito aparece incluso el relato de una concubina real que entretiene a un gobernante con una historia cuya resolución queda sin resolver noche tras noche [4]. El cuento que abre las Noches evoca una serie de temas habituales en la tradición narrativa de la India, pero los nombres de los personajes sugieren, asimismo, la importancia de la cultura persa en el origen de la colección tal y como la conocemos hoy en día. En persa, el nombre de Shahriyar significa «gobernante del mundo», y el texto le identifica claramente como rey de la dinastía sasánida que gobernó Persia antes de la conquista árabe en el siglo VII. El nombre de Shahrazad, también persa, significa «de noble apariencia u origen» [5]. Su primera aparición conocida en el texto árabe puede hallarse en un fragmento de un manuscrito del siglo IX, en el cual su hermana Dunyazad del pide que cuente historias sobre «las virtudes y defectos, la astucia y la estupidez, la generosidad y la avaricia y el valor y la cobardía que anidan en el corazón de los hombres» —historias que se refieren a las costumbres de sirios y beduinos [6]. La historia de Shahrazad se tradujo al árabe durante el siglo VIII, así que este relato marco, de raíces indias y persas, acabó convirtiéndose en un repositorio de cuentos que provenían de todo el mundo árabe. Como se puede comprobar, ya desde el principio, fue una intersección de diferentes culturas narrativas la que dio forma a las historias de las Noches.

Los registros de un librero judío de El Cairo en el siglo XII, dan fe de que las historias de Shahrazad circulaban traducidas al árabe bajo el título de Alf Layla wa-Layla, o Mil y una noches [7]. En aquella época ya se habían generado multitud de variantes de la colección. Los únicos elementos que permanecían constantes eran el relato marco y unos pocos relatos tempranos, todos incluidos en esta colección excepto uno: «El mercader y el jinni», «El pescador y el jinni», «El porteador y las tres mujeres de Bagdad», «El jorobado» y «Las tres manzanas» [8]. Este núcleo de historias estaba muy influenciado por lo que se conocía en árabe como aja’ib —relatos maravillosos acerca de prodigios o acontecimientos asombrosos— que empleaban una serie de argucias narrativas con el objeto de sorprender y divertir a los oyentes o lectores. Estas historias tempranas no son simples relatos lineales, sino que se trata de estructuras complejas construidas a base de capas de narrativa incrustada en las cuales los diferentes personajes toman el lugar de Shahrazad para narrar sus propias historias o relatar algún tipo de fábula ejemplarizante. El ciclo de «El jorobado», por ejemplo, incluye cinco cuentos incrustados, y cada uno de estos cuentos sirve de marco para insertar siete relatos más, añadiendo varias capas narrativas al relato global. En algunos casos, los narradores cuentan sus historias con el objeto de salvarle la vida a algún personaje, mientras que en otros se cuentan historias para distraer o persuadir, o para aleccionar a los oyentes con una moraleja relevante para el argumento. Esta técnica de la narración incrustada facilitaba la incorporación de nuevas historias que compartían temas, recursos argumentales o personajes arquetípicos, según los diferentes narradores y editores iban reformulando la colección.

Las versiones árabes de Las mil y una noches se multiplicaron y florecieron en países gobernados por poderosos estados islámicos, comenzando por el califato abasida, fundado en el siglo VIII con capital en Bagdad. Al declinar el poder de la dinastía abasida, fragmentándose en una serie de estados que luchaban entre sí por el título de califato, Las mil y una noches continuaron expandiéndose por centros urbanos como Damasco y El Cairo, donde se fueron incorporando más y más historias a la colección con el objeto de atraer a una creciente audiencia que demandaba más cuentos maravillosos. Se replicaron o recombinaron argumentos y temas ya existentes, introduciéndose nuevos elementos provenientes de la tradición oral o de los textos clásicos árabes. El resultado es una amplísima variedad de géneros —desde los viajes fantásticos a la picaresca, de la épica heroica a las fábulas de animales, de la literatura religiosa a las intrigas urbanas.

A pesar de sus muchos atractivos, Las mil y una noches nunca fue aceptada como parte del canon clásico árabe por distintas razones: se desconoce la autoría de los cuentos de la colección, no existe una versión definitiva e inmutable y su estilo literario es todo menos consistente. Incluso más recientemente, en 1956, un arabista insistía: «Es árabe y a la vez no lo es», puesto que «para el verdadero entendido, la compleja totalidad de las versiones modernas de las 1001 y una noches ofrecen una versión diluida, empobrecida, superficial y ficticia de lo genuinamente árabe» [9]. Más recientemente, los arabistas han incluido las Mil y una noches en un espacio a medio camino entre la literatura popular y la clásica, dirigida a un público compuesto principalmente por comerciantes y mercaderes.

VIAJE A EUROPA: ANTOINE GALLAND Y HANNA DIYAB

Antes de que Antoine Galland realizara la primera traducción al francés de las Mil y una noches a principios del siglo XVIII, algunos de los relatos relacionados con la colección ya circulaban por Europa. Por ejemplo, el relato de las hazañas intelectuales de la esclava Tawaddud apareció en la España medieval y es posible que ejerciera cierta influencia en varias historias similares que pueden encontrarse en la literatura inglesa del medioevo. Algunos eruditos especulan con la posibilidad de que las Noches, junto con otras colecciones de historias árabes como Las cien y una noches [10] inspirasen antologías que empleaban el recurso de la narración enmarcada, como el Decamerón de Bocaccio o los Cuentos de Canterbury de Chaucer [11]. Otros estudiosos han señalado que el argumento de «califa por un día» que aparece en «El dormido despierto» también puede encontrarse en el relato marco de La fierecilla domada [12]. Estas gotas pronto se convirtieron en un diluvio cuando apareció la traducción al francés de Galland, Les mille et une nuits.

Publicada en doce volúmenes entre 1704 y 1717, la versión de Galland —Les mille et une nuits— se convirtió en la sensación cultural del momento en Francia. Aparecidos en plena moda de los cuentos de hadas, o contes de fées, los relatos de Shahrazad fueron etiquetados así por interés comercial. La editorial Barbin, dirigida por Marie Cochart tras la muerte de su esposo, había causado sensación con su edición de Mamá Ganso, de Perrault, en 1697, y ahora pretendía aprovechar la traducción de Galland para consolidar su posición en este rentable mercado. Con la traducción y adaptación de su manuscrito sirio, Galland había encontrado la fórmula ganadora que lograría satisfacer la sed de cuentos de hadas que se había desatado en Francia, atrayendo a lectores de más allá de sus fronteras cuando su obra se vio traducida a otros idiomas. Una versión pirata en inglés —la edición anónima «Grub Street»—, fue publicada casi inmediatamente y disfrutó de un gran éxito popular [13].

El enorme impacto de la obra de Galland ha llevado a diversos críticos a afirmar que el traductor al francés, es de facto, el creador de Las mil y una noches tal y como es conocida hoy en día por los lectores occidentales [14]. Su traducción añadió un barniz de estilo literario francés a una serie de historias muy variadas tanto en origen como en tono. Ahora Shahrazad tejía sus historias con un distintivo acento francés, un acento que ocultaba las muchas diferencias estilísticas entre los cuentos reunidos por copistas y cuentacuentos árabes y las historias recopiladas por Galland para los lectores franceses, a quienes les importaban poco las dudas sobre su autenticidad. Sus admiradores argumentan que Galland abrió los relatos en términos de tratamiento de los personajes y narrativa de modo que pudieran ajustarse a las tendencias del mainstream literario francés. Para estos críticos, el moderno atractivo de Las mil y una noches descansa en esta transformación elaborada por Galland y adoptada por Diderot y Voltaire, que elevaron a la colección a un lugar prominente en la modernidad europea. Sin embargo, otros críticos han rebatido esta afirmación que reduce el texto árabe a mero material base que necesitaba de una reelaboración a cargo de un erudito francés, subrayando las cualidades innovadoras de los cuantos árabes originales y su subversiva influencia sobre los métodos más comunes de producción literaria [15].

La influencia de Galland en la recepción de Las mil y una noches fue enorme, y lo que quizá es más importante, fue el responsable de la inclusión de algunas de las historias más conocidas que se suelen asociar con la colección. Tras la publicación de Les mille et une nuits surgió un nuevo mercado para los cuentos «orientales», y el público francés pedía más. Galland había incluido su traducción de «Simbad el marino» en el cuarto volumen [16], pero al llegar al octavo, se encontró con que en su incompleto manuscrito sólo había 282 noches.

Galland aceptó incluir cuentos que no aparecían en su manuscrito en los siguientes cuatro volúmenes de Les mille et une nuits. La fuente para la mayoría de estas historias adicionales era Hanna Diyab, un cristiano maronita de diecinueve años que había abandonado su hogar en Alepo para viajar hasta París con Paul Lucas, un buscador francés de tesoros para la corte real de Luis XIV. Tras conocer a Diyab en el apartamento de Lucas en París el 25 de marzo de 1709, Galland anotó en su diario que el joven viajero «(conocía) varios cuentos árabes muy hermosos». Organizó con Diyab una serie de sesiones de narrativa desde el 5 de mayo al 6 de junio, durante las cuales el traductor francés tomó notas de quince historias fantásticas [17]. Podría afirmarse que la inclusión de muchos de estos relatos en Les mille et une nuits fue su más significativa contribución al desarrollo de la versión definitiva de Las mil y una noches que, posteriormente, los lectores de todo el mundo conocerían y amarían.

EL NARRADOR DE ALEPO

Hanna Diyab es el origen oculto de las famosas historias de Aladino y Ali Babá, de quien recientemente se ha recuperado su figura como talento literario por derecho propio tras el descubrimiento de sus memorias en la Biblioteca Vaticana.

Los relatos añadidos a las Noches gracias a Diyab y Galland reflejan la lógica de una colección de historias que comenzó con una traducción del persa y floreció en la intersección de diversas corrientes culturales de Oriente Medio. Producto asimismo de la hibridación literaria, estos cuentos reflejan las imaginaciones entretejidas de dos hombres que habían viajado a lugares lejanos y contemplando maravillas a la altura de los relatos de Las mil y una noches. Los palacios fabulosos y las princesas enjoyadas de «Aladino» y «El príncipe Ahmad y el hada Pari Banu» pueden haber surgido tanto de las experiencias de Galland en la corte otomana como de la visita de Diyab a la corte de Versalles [18]. No hay duda de que Galland modificó y añadió elementos a estas historias en el proceso de convertir sus notas en relatos fabulosos que resultaran atractivos a sus lectores. Aprovechó su trabajo como erudito y editor para explicar las costumbres islámicas y añadir lugares exóticos a los viajes de los tres príncipes en «El príncipe Ahmad y el hada Pari Banu». La inclusión de juicios morales acerca del comportamiento de los personajes, y diversos guiños a estereotipados roles de género, son otros rasgos característicos, menos gratificantes, de las contribuciones de Galland a las historias que recibió de Diyab.

Bajo el barniz del estilo narrativo del traductor francés, los relatos de Diyab conservan su carácter de historias vertebradas por argumentos trepidantes, que armonizaban perfectamente con los cuentos ya traducidos del manuscrito árabe de Galland. Es más, se ven beneficiadas al incluirse en una colección que legitima el placer lector ofrecido por una narrativa basada en lo inesperado y lo maravilloso. El impacto producido por estas historias resulta incalculable, puesto que sus tramas y elementos narrativos se han convertido en parte del repertorio común de narradores de todo el mundo. El estudioso del folklore, Ulrich Marzolph, sostiene que, de entre los narradores conocidos, Hanna Diyab es quien más temas y recursos argumentales ha aportado al acervo narrativo occidental. En las historias que Diyab le contó a Galland en 1709 pueden encontrarse al menos cuatro tipos diferentes de argumentos arquetípicos [19]. Si dichos argumentos nos resultan tan extremadamente familiares, ello se debe tanto a la habilidad de Diyab para combinar de forma creativa elementos de otras historias, como a la decisión de Galland de incluirlas en la colección.

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[1] Esta colección de historias ha circulado bajo diferentes títulos en multitud de idiomas y culturas. Por conveniencia, nos referiremos a la antología árabe original como Mil y una noches, y a las versiones europeas como Las mil y una noches (el título en castellano más habitual), Arabian Nights (en inglés) o Les mille et une nuits (en francés).

[2] Byatt, A. S., «Narrate or Die», New York Times Magazine, 18 de abril (1999), p. 104.

[3] [N. del T.] Expresión anglosajona con la que se conoce el mecanismo narrativo de interrumpir una escena de gran intriga. Popularizada por los seriales cinematográficos estadounidenses de los años treinta, los cliffhanger remataban cada capítulo con una escena en la que el héroe, o su interés romántico, se veían atrapados en una situación de la que parecía imposible escapar; atados a una vía del tren, a una sierra de troncos o colgando de un precipicio («cliffhanger» significa, literalmente, «colgar de un precipicio»). Se deja como el original inglés puesto que esta expresión se relaciona con la situación de Shahrazad, que todas las noches ha de vivir un cliffhanger a manos del rey Shahriyar, y por tratarse de una expresión ya muy conocida por el público gracias a los herederos de los seriales y, por ende, de los relatos de esta misma antología: las series de televisión.

[4] Ulrich Marzolph y Richard van Leeuwen recopilaron sus investigaciones sobre las influencias indias de Mil y una noches en su obra The Arabian Nights Encyclopedia, Santa Barbara, CA, ABC-CLIO, 2004, p. 372.

[5] Marzolph, U. y Van Leeuwen, R., The Arabian Nights Encyclopedia, p. 657.

[6] Abbott, N., «A Ninth Century Fragment of the ‘Thousand Nights’: New Light on the Early History of the Arabian Nights», Journal of Near Eastern Studies 8, n.º 3 (1949), p. 133.

[7] Goitein, S. D., «The Oldest Documentary Evidence for the title Alf Laila wa-Laila», Journal of the American Oriental Society 78, n.º 4 (1958), pp. 301-302.

[8] Todas estas historias, salvo una, aparecen incluidas en la Parte I, Historias del árabe.

[9] Cita de Francesco Gabrieli, traducida por Mia Gerhardt, The Art of Storytelling: A Literary Study of the Thousand and One Nights, Brill, 1963, pp. 3-4.

[10] [N. del T.] Las cien y una noches, o Kitâb Fîhi Hadîth Mi’a Layla wa-Layla, es una colección de cuentos muy similares a las Mil y una noches, protagonizada por una Shahrazad de mayor edad, y que contiene relatos diferentes. Los manuscritos magrebíes se tradujeron por primera vez a un idioma occidental por el arabista francés Maurice Gaudefroy-Demombynes en 1911. Se considera que son relatos de origen magrebí que a su vez pudieron tener su origen en al-Ándalus. El manuscrito más antiguo que se conserva de esta colección es del año 1234 o 1235, que incluyen solamente 85 noches, y recientemente se han efectuado traducciones al alemán y el francés.

[11] Mallette, K., «Reading Backward: The 1001 Nights and Philological Practice», en S. Conklin Akbari y K. Mallette (eds.), A Sea of Languages, Toronto, University of Toronto Press, 2013, pp. 100-116.

[12] Es posible que esta influencia proviniera de una historia similar aparecida en Las cien y una noches. Véase Lemos Horta, P., «Tales of Dreaming Men: Shakespeare, “The Old Hunchback”, and “The Sleeper and the Waker”», Journal of World Literature 2 (2017), pp. 276-296.

[13] Esta primera traducción al inglés que tomaba como base la traducción de Galland fue reimpresa por Mack, R. L., Arabian Nights’ Entertainments, Oxford, Oxford University Press, 1995.

[14] Miquel-Ravenel, J., Antoine Galland: Inventeur des «Mille et une nuits», París, Geuthner, 2009; Schwwab, R., L’auteur des «mille et une nuits»: vie d’Antoine Galland, París, Mercure de France, 2004; Sermain, J.P., Les mille et une nuits entre Orient et Occidents, París, Éditions Desjonquères, 2009.

[15] [N. del T.] Los nizaríes eran una secta del Oriente Medio activa entre los siglos X y XIII, conocida por sus asesinatos selectivos. Erróneamente, se atribuía a esta secta el hábito del consumo de hachís, debido al nombre despectivo (hashischins) con el que sus rivales religiosos (mustalitas ismailitas durante la caída del Imperio fatimí) se referían a ellos y que, en realidad era un término que equivalía a «turba» o «marginados», y que fue tomada de forma literal por la fantasía de los occidentales medievales, malinterpretación que ha llegado a nuestros días.

[16] La historia de «Sinbad el Marino» no aparecía en el manuscrito sirio de Galland, pero sí puede encontrarse en un manuscrito otomano del siglo XVII y en otras ediciones árabes del siglo XIX de las Mil y una noches.

[17] La referencia a este primer encuentro entre Diyab y Galland aparece en F. Bauden y R. Waller (eds.), Le Journal d’Antoine Galland (1646-1715): la période parisienne, París, Peeters, 2011, vol. 1, p. 290. Sobre Diyab y Galland, consúltese Lemos Horta, P., Marvellous Thieves: Secret Authors of the Arabian Nights, Cambridge, Harvard University Press, 2017.

[18] Horta, P., Marvellous Thieves, pp. 44-54.

[19] Marzolph, U., 101 Middle Eastern Tales and Their Impact on Western Oral Tradition, Detroit, Wayne State University Press, 2020.

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VV.AAEditores: Paulo Horta Lemos y Yasmine Seale. Traductor: Alfonso García Fernández. TítuloLas mil y una noches. Edición anotada. Editorial: Akal. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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