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Las astillas del Titanic - Libertad Guerra
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Las astillas del Titanic

. Quiero hablar de mí, aquí, aunque no proceda. Quiero escribir sobre el amor. El amor verdadero. El que te evade de esta existencia mezquina.

Robert de Niro y Meryl Streep, en Enamorarse.

No me gustó nada Titanic. Más que nada, porque el final me pareció tan aborrecible y tan abominable como la canción de Celine Dion con la que nos torturaron a finales de los 90. Como han pasado lustros desde que reventó las taquillas voy a destriparla, aunque me da que más de un postmilenial no sabrá a qué película me refiero, a pesar de que en las redes sociales aparece bastante estos días porque  los productores de Titanic están proclamando que ya podemos celebrar el 25º aniversario de la película con una edición remasterizada en 3D y formatos especiales.

¡Atención, spoiler! Resulta que Leonardo DiCaprio y Kate Winslet se enamoran en el transatlántico y que cuando naufraga acaban en el mar y que ella sobrevive encima de un madero pero él la palma porque se queda dentro del agua, agarrado al tablón, un caballero o un imbécil, como ella, porque no intentan mantenerse a flote juntos encima del tablón, el madero o lo que sea, si os parece digo pecio, que también puedo ir de pedante por la vida. Él abajo, hipotérmico, en un océano helado —ya sé que eso es imposible, también decimos apaga la luz y no arde, el caso es que acaban de chocar contra un iceberg, no son aguas precisamente tropicales—. Y ella arriba, muerta de frío —otro sinsentido, ya— pero viva para contarlo, y viva para intentar salvarle. En fin, en su día James Cameron, el director, lo justificó pasando de puntillas sobre el asunto, diciendo que DiCaprio tenía que morir sí o sí, sin su muerte no había película, porque todo comienza con ella, anciana, recordando lo que ocurrió. ¡Pues qué soplapollez! Yo soy Kate Winslet, estoy enamorada hasta las trancas de Leo DiCaprio y ¿no hago nada, permito que se muera sin intentar salvarle? Vaya amor de chichinabo.

"Yo soy Kate Winslet, estoy enamorada hasta las trancas de Leo DiCaprio y ¿no hago nada, permito que se muera sin intentar salvarle? Vaya amor de chichinabo"

Y todo esto viene a cuento de mí. Quiero hablar de mí, aquí, aunque no proceda. Quiero escribir sobre el amor. El amor verdadero. El que te evade de esta existencia mezquina. Qué grande fue Cernuda, por cierto. Mi nombre nunca ha estado mejor acompañado:

«Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero».

Esos leños perdidos trituran el tablón de Titanic, lo convierten en astillas. El amor verdadero. Nada más importa. Quien lo probó, ya sabéis, lo sabe.

Y ahora que nuestro mundo no existe, ahora que estoy sola, yo intento no ahogarme, estoy encaramada o encamada en un iceberg que se desprendió del continente hace ya demasiado, no sé si chocará con un Titanic ni me importa, un iceberg que se hunde a la deriva o arrastrado por las corrientes marinas, qué sé yo, no navego, no busco un barco ni una tripulación ni un capitán, sólo me hundo en mi iceberg, sólo te busco a ti, aunque aquí en el iceberg, encerrada en mi casa, sola, este domingo, nunca te voy a encontrar y tampoco vas a llamar a mi puerta. Ay, cuánta soledad tengo de ti, vida mía, tierra mía, este iceberg debería seguir donde estuvo, donde tanto tiempo y tan bien estuvo, vida mía.

Estas líneas podría llenarlas de pena y amor, con letras de Víctor Manuel, podría cantar sólo pienso en ti, y añadir sola, sola sólo pienso en ti, estoy sola y pedo, demasiados cubatas de ron. Pero voy a parar de dar el cante, y de dar pena. He decidido que tengo que dejar los cubatas, como te dejé a ti, y seguir viviendo. He decidido cambiar de vida, cambiar de aires, cambiar de amor. Quiero mirar y que me miren cómo se miran Meryl Streep y Robert De Niro en la escena final de Enamorarse: enamorados, de nuevo spoiler.

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Libertad Guerra

Dicen que hay tres Españas. Pero hay otra más. La cuarta España es la España de la imaginación, una España que en 1981, después de que triunfara el golpe del 23-F, padeció una dictadura militar y en la que ahora, tras años de opresión, se ha instaurado la Tercera República. En esa cuarta España vive Libertad Guerra, periodista y escritora nacida en Lerma, Burgos, que en 2022 protagonizó la novela de Leandro Pérez La última noche de Libertad Guerra. La imagen que ilustra este perfil es una fotografía de Miguel Trillo hecha en la sala Rock-Ola en 1982.

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Josey Wales
Josey Wales
1 año hace

Esta Libertad Guerra debe ser hija de Álvaro de Laiglesia, sobrina de Edgar Neville y nieta de Chesterton.

Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Respeto. Respeto para la máxima instancia del Estado y para la única que, en este momento, no ha perdido la dignidad. Prestigio y dignidad en la única institución que nos queda con decencia. Y sus dos representantes cumplen de sobra las funciones enconendadas, demasiado pocas, en mi humilde opinión, ya que la inteligencia destaca por su ausencia en el resto de instituciones. Si fuera necesario cambiar la Constitución, lo serìa para otorgar más poderes a la máxima institución del Estado. Por ejemplo, poder destituir a presidentes de gobierno estúpidos, depravados o ambas cosas.

No sé, sra. Guerra si su distopía es más distópica que la que realmente estamos viviendo…

Y por favor, no vuelva a mencionarlo, ni por asomo, ni en su distópico relato, el que cierto personaje innombrable pueda ganar las próximas elecciones. Que paren el mundo que yo me bajo… el solo si es si, pero si y si, se quedaría corto.

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