De vez en cuando, los temas tecnológicos llegan a todas las personas, y permean tanto en las sociedades que el debate público se enturbia, se mezcla, se revuelve. Se torna extraño cuando un tema técnico se convierte en un debate de metáforas y lírica. Y esas figuras literarias usadas en las imágenes gráficas de las discusiones nos llevan a futuros distópicos, a realidades temidas, o a posicionamientos radicales.
La satírica South Park hizo un capítulo mítico, en el que uno de los personajes mantiene contenta a su novia dejando que sea ChatGPT el que le conteste los mensajes. Y ella, feliz de no recibir los tan típicos mensajes cortos de gente sin creatividad como yo, que se reduce a Thumbs Up, OK, NOK, Go, Ole, o una bonita sonrisilla en forma de arte ascii 🙂 Confiesa que tú también eres de los míos si lo eres, y comparte las veces que te han regañado por eso. Nunca más, gracias a ChatGPT.
Lo cierto es que los modelos de Inteligencia Artificial centrados en replicar las capacidades cognitivas de los seres humanos, como la visión artificial, la comprensión lectora, el debate, el dibujo, el reconocimiento de objetos en una fotografía, la conversación, el debate, la búsqueda de argumentos erróneos en una discusión, la predicción de la cinética en una fotografía, la descripción de los elementos de una fotografía, la composición de una canción, la creación de un chiste o la conducción de un vehículo, están, como dirían los anglosajones, on fire.
La competición por hacer que un modelo de IA supere la paridad humana en una capacidad cognitiva es algo que emociona a los investigadores. Y cada vez salen más y más trabajos de investigación que buscan alcanzar y superar la paridad humana en una nueva capacidad cognitiva. Y cada vez un poco más allá. Llegando hasta a crear modelos de IA para intentar leer las imágenes que tienes en tu cerebro o para replicar el funcionamiento de las interacciones humanas en sociedades, usando solo modelos de inteligencia artificial conversacional, como en SmallVille, lo que lleva a ver cómo se produce la desinformación, la especulación o el cotilleo.
Y esto nos lleva a la eterna discusión de si llegará la tecnología, por medio de la Inteligencia Artificial, a ser capaz de hacer que los seres humanos no seamos necesarios para realizar ninguna tarea. Es decir, que todas las tareas cognitivas que llevamos a cabo las pueda hacer la tecnología mejor que nosotros. Ya les estamos enseñando a hacer cosas como aprendemos los humanos, por medios de transferencia de aprendizaje. Como cuando tu padre o tu madre te enseñaron a atarte los cordones, o como cuando un cirujano aprende a operar de las enseñanzas de un maestro en su disciplina. Ya aprenden así de nosotros los modelos de IA, como este robot que aprende a interactuar con una cocina solo porque ha visto cómo lo hacen los humanos.
Y aquí llega la ansiedad. ¿Superarán a los humanos haciendo mejor que nosotros todo lo que hacemos? ¿Serán mejores trabajadores? ¿Les podrás enseñar a hacer el trabajo de oficina de todo el mundo? ¿Les podrás enseñar a programar mejor que todos los ingenieros? ¿Podrán ser mejores bomberos? ¿Mejores escritores de novelas de aventuras? ¿Mejores dibujantes de cómics? ¿Mejores actores? ¿Mejores políticos? ¿Mejores editores de periódicos? ¿Mejores camareros, cocineras, enfermeros, abogados, profesores? ¿Fontaneras, sastres o futbolistas? ¿Podrán hacer el 100% de los trabajos mejor que lo hacemos nosotros?
A corto algunos trabajos. A medio muchos más. Y a largo… ¿Quién sabe? Lo cierto es que como es debatible, genera encontradas discusiones y debates acalorados. Los que necesitan pensar que el ser humano siempre será necesario y los que piensan que llegará un momento en que no sea así. En que el 100% de los trabajos los harán mejor los seres sintéticos. Y estas son posiciones irreconciliables.
Después de asistir a varias de esas discusiones, mi percepción es que el ser humano siempre debe ser el centro de la toma de las decisiones. El eje sobre el que tenemos que crear el contrato social, la evolución tecnológica, y las motivaciones de hacer las cosas. Que, tengamos alguna supremacía cognitiva o no sobre la tecnología, debemos ser el centro de la evolución tecnológica. Nosotros, las personas, no otros entes que tú puedas enumerar (y se me ocurren muchos).
Pero claro, conserve o no el ser humano ese reducto galo de supremacía cognitiva en mayor o menor medida —que podría ser muy poca o ninguna—, la realidad es que debemos empezar a pensar que llegará un momento en que puede ser que haya que tocar algunos mantras metidos muy dentro de nosotros. Como ese de que “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, o el que muchos tenemos interiorizados con esas obligaciones y necesidades de “ser útiles” o “ser productivos”.
No me malinterpretéis, yo soy el primero que creo en la lotería del trabajo, en la suerte del trabajo, en la felicidad del trabajo, lo que me lleva a que sea una persona que prima la productividad en mi día a día. Pero mucho. Ya he contado muchas veces que mi visión es que esto “va de clavar clavos”, no de echar horas.
Sin embargo, creo que debemos empezar a repensarnos eso de cuáles deberían ser nuestros objetivos vitales. Tal vez deberíamos empezar a pensar en un mundo donde el hombre debe tener la obligación de ser útil, productivo, o tener que trabajar para vivir. ¡Qué locura!, ¿verdad? No lo sé. No se me ocurre no levantarme por las mañanas y revisar todo lo que voy a hacer durante el día, y revisar las que he hecho antes de acostarme. Me hace feliz. Y es una suerte, porque para las personas cuya felicidad es igual a lo que prima la sociedad, es decir, si te hace feliz trabajar y la sociedad te premia por trabajar, entonces estás perfecto. Pero…
… pero y si no. Y si trabajar en lo que trabajas no te hace feliz, pero lo haces por tener que “ganar el pan con el sudor de tu frente”… ¿entonces qué? Y si lo que te hace feliz es cuidar flores, pero no lo haces mejor que un ser sintético, y no te contratan por eso… ¿tendrías que hacer un trabajo que fuera productivo pero que no te hiciera feliz? ¿Y si lo que te hace feliz es navegar, disfrutar de la naturaleza, o montar en bicicleta? ¿O estar con amigas, con familiares, con otras personas y charlar con ellos?
El debate no acaba ni de comenzar, creedme, y cada uno tentemos nuestra opinión, pero lo que sí que está claro es que la supremacía cognitiva que hace necesario a un ser humano para la realización de una tarea remunerada cada día va a tener menos margen de victoria, a la vez que cada día va a perder más enfrentamientos contra la tecnología, que lo va a reemplazar. Y hará, cada vez más, necesario que nos planteemos cambios importantes en la forma de cómo queremos organizar la sociedad para que cada persona —todas y cada una de ellas, no solo algunas— el tiempo que nos ha sido otorgado de vida.
En algún otro artículo os cuento cómo lo veo yo, por ahora solo quiero dejaros la pregunta, que seguro que cada uno de vosotros tenéis una opinión.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: