Un jefe que tuve hace años decía que dos personas no se sientan a tomar café para hablar bien de alguien. La frase me parece un fiel reflejo del carácter español, pero siempre he tratado de luchar contra ella. En esa línea, hoy me siento contigo, querido lector, a tomar un café para hablar bien de un tercero. O de varios, en realidad.
Esos minúsculos pedazos de diversión han acabado por convertirse en lo único importante y le han restado relevancia a lo que parece que debería tenerla, como es la diferencia entre la verdad y la mentira. Lo que se valora es lo entretenido, lo atractivo, lo que invita a hacer clic, a entrar, a volver a compartir, a volver a entretenerse… Por eso se copian los contenidos entre las páginas web, las redes sociales, los blogs… Copian sin comprobar nada, porque todos quieren un pedazo de esa originalidad que se va perdiendo a medida que se van calcando.
En medio de semejante vorágine, cuesta encontrar algo auténtico; algo que no esté desvirtuado, que siga fiel a sí mismo y que no se deje llevar por la velocidad, por el hambre de seguidores, por el ven aquí, entra aquí, haz clic aquí. Y, cuando lo encuentras, merece la pena reconocer su valor. Y compartirlo. Esto sí.
Es el caso de La órbita de Endor, un podcast que acaba de alcanzar los mil programas y que se mantiene fiel a su esencia. Los miembros de LODE son un grupo de frikis —orgullosos frikis; no es un comentario despectivo— que insisten en documentarse como es debido, buceando hasta donde haya que bucear para ofrecer a sus oyentes un contenido de calidad, exhaustivo y detallado. Una auténtica maravilla con la que descubrir las peripecias escondidas detrás de producciones de películas que pudieron no llegar a hacerse, pero se hicieron, o de todo lo contrario, así como de otro montón de temas del ámbito de las series, la literatura, los comics o los videojuegos. Epopeyas como los orígenes de Nintendo, Sega, Atari o las editoriales Marvel o DC. Heroicas historias de creadores de ficción que lucharon contra viento y marea para sacar adelante sus proyectos.
Algo parecido es lo que hacen ellos —los miembros de LODE—, porque ninguno se dedica a esto como forma de vida. Hasta donde alcanza mi conocimiento, solo Antonio Runa —el líder del equipo— está centrado en la edición, publicación y promoción del programa, así como en atender a los seguidores. El resto de sus compañeros tienen otros trabajos y sacan tiempo de donde no lo hay para preparar el material, simplemente porque les gusta hacerlo y porque creen que LODE merece la pena. Y les doy la razón.
Vaya por delante que no soy lector de cómics, ni lo era en mi infancia (al menos no cómics extranjeros; tebeos leí muchos). Tampoco me gusta el Manga ni el Anime. Leí El hobbit y el El Señor de los Anillos, aunque no soy un conocedor profundo del universo de Tolkien. Pero nada de esto importa. LODE es un programa para todos: para los devotos de un género y para los que picotean de aquí y de allá, como es mi caso. Es una biblioteca sonora con aspecto de bar por el que puede pasar cualquiera a sentarse a escuchar la conversación de la mesa de al lado mientras se toma una cerveza, un café o un refresco. Lo que le dé la gana. Nadie le mirará de soslayo o le pedirá que cumpla con ninguna seña de identidad o conocimientos previos. La órbita está abierta a todo el que quiera arrimar su nave, apagar motores y dejarse llevar, escuchando a Runa y a sus secuaces mientras conduce, cocina, pasea o hace cualquier otra cosa que, de otro modo, sería una tarea anodina. LODE convierte los ratos de rutina en momentos que uno espera que lleguen y después quiere alargar cuanto sea posible.
Mi café se ha terminado, querido lector, así que ya me despido, dejando esta recomendación en el aire. Si eres alguien que, como yo, está harto de escuchar las mismas canciones en la radio, o los mismos pedazos anodinos de vidas de gente a la que no conoces, aquí tienes un rincón en el que reencontrarte con la nostalgia o en el que descubrir la trastienda de muchas ficciones de las que, tal vez, no habías oído hablar. Una alternativa con sabor rebelde que no está atada a las modas, el número de seguidores, las críticas o la presión social. La órbita de Endor sigue siendo lo que es porque sigue siendo libre, y espero que alcance mil órbitas más.
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