Decía Borges (que amaba leer en inglés la Odisea casi tanto como el Quijote) que las letras de Inglaterra siempre intimaron con esa epopeya del mar, y que la serie de sus versiones bastaría para ilustrar su curso de siglos. Lo decía a propósito de algunos de sus más afamados traductores, maravillándose con aquellos que se impregnaban de epítetos como quien derrama un tarro de miel sobre la mesa y embadurna con ella los labios y los dedos mientras traduce a Homero. Sin embargo, sostenía el escritor, no era el caso de Samuel Butler. Ese excéntrico novelista vertió al inglés una versión “más calmosa” de la Odisea. No es imposible, terminaba diciendo Borges, que la versión calmosa de Butler sea la más fiel.
Quien ama a Borges ama sus laberintos, así que emprendí la búsqueda de aquel Butler del que no había oído hablar en mi vida, llegando hasta un librito titulado La escritora de la Odisea. Nunca podré pagar la deuda enorme que me une a ese argentino al que amo con locura y que tantas cosas me regala, porque gracias a él acababa de enredarme en un mundo hecho a la medida de cualquier soñadora de las orillas del Mediterráneo: la Odisea contada por una mujer. Joven, enamorada, lectora de Homero, poetisa a escondidas y siciliana, para más señas.
Yo entonces era casi tan joven como Nausícaa; apenas comenzaba mi navegación por bibliotecas y océanos e ignoraba que el padre de la fantasía profética de Erewhom fuese el mismo que aquel inglés singular, inquieto y testarudo que veía a esa mujer en cada línea de la Odisea.
Samuel Butler recuerda que cuando aún era un niño, su tía solía decirle: “Inestable como el agua. No sobresaldrás”. Ese defecto no era otra cosa que una inquietud diferente a la del resto de los chicos; el ansia por conocer; la obsesión por demostrar la conexión inevitable y oculta de los seres y las cosas que habitan la Tierra. De ahí, tal vez, el impacto que le causó la teoría de la evolución de Darwin, que Butler colocó en el centro de su fe destronada para luego descubrir que ninguna verdad soporta, intacta, el paso del tiempo. Excepto, tal vez, la verdad oculta en los libros. Decidió entonces refugiarse en éstos y en la música, y fue entonces cuando se presentó la oportunidad: escribir un oratorio sobre Ulises. Tenía que releer la Odisea, claro, y lo hizo (¡bendito sea!) en la versión griega. Al abrirse camino por entre aquella olvidada musicalidad, percibió una tonalidad que la juventud o la inexperiencia le habían ocultado en anteriores lecturas. El propio Samuel Butler lo cuenta así; casi como el descubrimiento de un amor: “Fascinado como estaba por su asombroso interés y belleza, tenía la sensación siempre presente de que algo andaba mal, de algo que se me escapaba y de un acertijo que no podía leer. Cuanto más reflexionaba sobre las palabras, tan luminosas y transparentes, más sentía una oscuridad detrás de ellas que debía traspasar antes de poder ver el corazón del escritor, y esto era lo que quería, porque el arte solo es interesante en la medida en que revela a un artista”.
El libro de Samuel Butler defendiendo la teoría de que la autora de la Odisea no era otra que la propia Nausícaa pasó sin pena ni gloria entre sus contemporáneos. ¿“Cómo puedo esperar», decía Butler con toda la razón del mundo, «que los eruditos homéricos toleren teorías tan subversivas? Si estoy en lo cierto, significaría que han invertido su reputación de sagacidad en acciones sin valor”.
Ese librito desconocido quedó ahí, semienterrado en la desidia y el olvido, pero no fue inútil, pues sembró una semilla que germinó en el Ulises de Joyce y en La hija de Homero de Graves, pero esa es otra historia.
También ese librito singular empujó al inquieto Butler a concentrarse en completar la traducción de la Odisea que ahora la editorial Blackie Books nos presenta en su sello “Clásicos liberados”, en una magnífica traducción de Miguel Temprano García. Como no podía ser de otra manera, la edición viene muy bien acompañada por otras miradas literarias de mujer: el poema Penélope, de Dorothy Parker, y un relato de Margaret Atwood, la autora del exitoso Los cuentos de la criada, también dedicado a la paciente reina de Ítaca.
El deseo personalísimo de algunas soñadoras de las orillas del Mediterráneo de poder contemplar ésta y otras obras clásicas abriéndose paso por entre las atestadas mesas de novedades de las librerías se está cumpliendo. Mientras hojeo mi flamante Odisea de Blackie Books en mitad de todo ese ruido de novela actual, pienso que tenía mucha razón quien dijo que la voz de la mujer no hallará lugar mientras se desgaste en descripciones de hechos. Ese realismo pobre es de tono varonil.
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Autor: Homero. Título: Odisea. Editorial: Blackie Books. Venta: Todostuslibros
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