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La mirada quieta (de Vargas Llosa) - Eduardo Martínez Rico - Zenda
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La mirada quieta (de Vargas Llosa)

Para mi tío Santiago Martínez-Lage Mario Vargas Llosa es un gran analista de obras narrativas ajenas, de grandes obras narrativas: García Márquez, Flaubert, Juan Carlos Onetti, Victor Hugo, ahora Benito Pérez Galdós. Como si el escritor hispano-peruano necesitara alimentarse de la obra de otros, dicho esto en el mejor sentido, para crear su propia obra,...

Para mi tío Santiago Martínez-Lage

Probablemente la faceta narrativa, novelesca de Mario Vargas Llosa sea más conocida que su faceta ensayística, o al menos, supongo, sus novelas son mucho más seguidas que sus ensayos, siendo estos espléndidos y apasionantes, aunque de diferente manera.

Mario Vargas Llosa es un gran analista de obras narrativas ajenas, de grandes obras narrativas: García Márquez, Flaubert, Juan Carlos Onetti, Victor Hugo, ahora Benito Pérez Galdós. Como si el escritor hispano-peruano necesitara alimentarse de la obra de otros, dicho esto en el mejor sentido, para crear su propia obra, en lo que no se diferenciaría en el fondo de otros escritores, o del resto de los escritores, pues parece claro que sin un buen lector no hay un buen escritor.

"Vargas Llosa alterna sabiamente la escritura y publicación de sus ensayos con las de sus novelas"

Vargas Llosa alterna sabiamente la escritura y publicación de sus ensayos con las de sus novelas. Por ejemplo, simplificando un poco podríamos decir que si tarda dos o tres años en publicar una novela, entre medias publica un ensayo, un libro fruto de muchas lecturas en las que el escritor transmite la pasión que siente por la literatura, pero también su interés por todo aquello que lee, estudiando con un método personal, entre académico y literario, los libros de los autores que ha elegido. Esto lo cuenta muy bien, entre otras cuestiones, Joaquín Marco en el prólogo al tomo V de sus Obras Completas (Ensayos literarios, tomo primero) de Galaxia Gutenberg.

Carlos Barral, editor de su primera y muy importante novela, La ciudad y los perros, decía de Vargas Llosa, según leemos en la biografía de Juancho Armas Marcelo, El vicio de escribir: “El problema es que, además, es un gran profesor”. Esto vendría a explicar la brillantez de estos ensayos, escritos al mismo tiempo por el profesor y por el escritor, por el lector que es Mario Vargas Llosa, probablemente base de todo su trabajo. Bastantes de estos ensayos, por lo que el autor ha declarado en los mismos, nacieron de clases y cursos, aunque también nacen del puro placer lector, de la pura y sanísima curiosidad intelectual, como se ha puesto de manifiesto claramente en este La mirada quieta (de Pérez Galdós) —Editorial Alfaguara—.

Ya está esto muy presente en la tesis doctoral de Vargas Llosa sobre García Márquez, publicada precisamente en ese tomo citado de las Obras Completas. Vargas Llosa es un lector entusiasta y meticuloso, un ensayista literario ameno y de gran pluma, cuya obra ensayística está a la altura de sus mejores novelas. Si no la llega a superar. De hecho, recuerdo cómo Francisco Umbral escribía, no sé si porque lo pensaba o para desacreditarlo, que era mejor ensayista que novelista. Quizá una valoración personal sincera, porque Umbral valoraba más como lector el ensayo que la novela, encomiando la faceta ensayística de Vargas Llosa por encima de la del novelista: “Gran glosador de la literatura, inteligencia urgente y lúcida. Un ensayista perdido en la novela, en fin, como tantos” (Diccionario de Literatura, p. 246).

"Ni Vargas Llosa ha dejado nunca de escribir ensayos, bastante abundantes, ni dejó de hacerlo el propio Umbral"

Yo no estoy de acuerdo con esto. Ni Vargas Llosa ha dejado nunca de escribir ensayos, bastante abundantes, ni dejó de hacerlo el propio Umbral, un caso parecido en esta cuestión. Pienso que, efectivamente, Vargas Llosa es un gran ensayista, pero que también es un gran novelista, y que en el particular ritmo creativo que tiene Vargas Llosa se encuentra escribir ensayos y novelas, así como artículos, o realizar otras actividades de carácter literario, fundamentalmente clases y conferencias. También Umbral era un gran ensayista (sobre Larra, Lorca, Valle-Inclán, Gómez de la Serna…) y tiene algunas novelas muy buenas. Los dos son grandes escritores, y esto tiñe todo lo que hacen.

Lo que se desprende de una lectura como ésta de La mirada quieta (de Pérez Galdós), precioso y profundo libro, es la total dedicación de Vargas Llosa a la literatura, cómo vive por y para ella. De lo contrario no se entiende éste su deseo y afán de leer la obra completa de Galdós (salvo sus artículos, una cantidad ingente de textos, pero que no parece valorar mucho, porque según Vargas Llosa Galdós no fue un gran pensador), y cómo lo pone en práctica aprovechando el terrible confinamiento de la pandemia.

2020 es el centenario de la muerte de Galdós, centenario que parece que se perdió en buena parte, pero el hispano-peruano lo aprovechó muy bien, aunque por supuesto, al leer todo Galdós, sus novelas, su teatro y sus Episodios nacionales, tuvo que leer obras maestras y obras no tan maestras.

"Galdós ha sido presa de múltiples y muy autorizadas adhesiones así como de críticas y descalificaciones furibundas según cuestiones políticas y literarias"

Al principio puede llamar la atención en La mirada quieta (de Pérez Galdós) la estructura del libro. Vargas Llosa ofrece las reseñas de cada novela, en el apartado de las novelas, y de cada obra de teatro, en el apartado de las obras de teatro. También ofrece un apartado de los Episodios nacionales, que estudia globalmente, además de un apartado final, “Pérez Galdós en la literatura de España”. Esta estructura puede parecer un tanto escolar. A mí me recuerda incluso a la de mi tesis doctoral, si el lector me permite decirlo. Pero Vargas Llosa utiliza todo su conocimiento, especialmente el que ha obtenido de su lectura de Galdós y de algunos estudios sobre su obra, para profundizar en cada libro, para relacionarlos y para que la figura de Galdós, escritor y ser humano, emerja de todos estos apartados con cada vez más fuerza, más intensidad.

Recuerdo que un profesor mío de la carrera de Filología Hispánica en la Universidad Complutense, Víctor de Lama, me dijo en una ocasión que lo que importaba en un estudio no eran los métodos sino los resultados, y este caso del libro galdosiano de Vargas Llosa puede resultar paradigmático. El autor ha elegido una estructura llana y sencilla pero la ha llenado con su maestría y con su entusiasmo, con su buen hacer y escribir, con su buen leer —la lectura como un forma de arte—, para recreo y satisfacción del lector. Quizá la apuesta era arriesgada, pero en mi opinión la ha ganado sobradamente.

Vargas Llosa demuestra con su libro que ha leído a Galdós entero —salvo los artículos—, que se lo ha leído muy bien, y hace disfrutar mucho al lector con esta lectura atenta y placentera —se adivina que ha disfrutado mucho con ella—, un auténtico viaje intelectual a un escritor, a una parte importante de la cultura de nuestro país, también a una época. Un escritor además polémico, al que no se sabe a veces si situar entre los grandes escritores, entre nuestros grandes clásicos, o fuera de este selecto grupo. Se le ha llamado “escritor antiguo”.

"Juan Cruz le preguntó al Nobel hispano-peruano si él le daría el Nobel a Benito Pérez Galdós, y Vargas Llosa contestó que sí"

Galdós ha sido presa de múltiples y muy autorizadas adhesiones así como de críticas y descalificaciones furibundas según cuestiones políticas y literarias. Vargas Llosa dibuja el perfil de un hombre bueno, bondadoso, moderado, respetuoso, totalmente consagrado a la literatura, algo que a él le ha debido de gustar mucho, se ha debido sentir identificado, porque Vargas Llosa tiene una dedicación igualmente total y sincera a las letras.

Estuve en la presentación de este libro en el Ateneo de Madrid, en junio de 2022, presentación con el autor y la editora Pilar Reyes, de Penguin Random House, Andrés Trapiello, que leyó el ensayo antes que ninguna otra persona, asesorando al autor, y Juan Cruz, que actuó de moderador del acto. Fue un acto muy agradable en el que se trataron temas que se desarrollan en el libro. Vargas Llosa habló de detalles que el lector atento luego puede recorrer en su ensayo, como que Galdós fue un gran escritor, pero que un escritor puede escribir también libros malos, o no tan buenos.

También comentó que Galdós no estaba acostumbrado a reescribir los libros, o a corregirlos aparte de notas superficiales, y que la cuestión era si le salían bien de primeras o no le salían. Si le salían bien era magníficos, pero si no le salían… Me llamó la atención por fin que los escritores de primera línea de su tiempo, contó Vargas Llosa, lo consideraban un autor del montón, y que lo descalificaban. Mucho debió de sufrir el escritor canario.

En su tiempo, refirió Vargas Llosa, hubo una campaña para otorgarle a Galdós el premio Nobel de Literatura —también lo escribe en el libro—. Pero en la Academia Sueca declararon que habían recibido muchas más cartas en contra que a favor de su Nobel. Juan Cruz le preguntó al Nobel hispano-peruano si él le daría el Nobel a Benito Pérez Galdós, y Vargas Llosa contestó que sí.

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Eduardo Martínez Rico

Nació en Madrid en 1976. Se licenció en Filología Hispánica en 1999 por la Universidad Complutense de Madrid, y se doctoró en Filología, por la misma Universidad, en 2002. Es autor de 17 libros publicados, de novela, biografía y ensayo. Entre sus obras se pueden citar las novelas históricas Cid Campeador y Fernando el Católico. El destino del rey, su ensayo La guerra de las galaxias. El mito renovado y su biografía Pedro J. Tinta en las venas. Ha sido profesor del Instituto de Empresa y de la Universidad de Mayores del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid (Literatura Española).

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