La vida es cuestión de perspectiva y las miniseries de Netflix, también. La luz que no puedes ver tiene fortalezas y debilidades que vienen, casi todas, de la mano de su equipo creativo. Por un lado, la dirección de Shawn Levy, realizador vinculado primero a películas familiares, luego consagrado a franquicias (está dirigiendo la tercera de Deadpool) y a la producción de Stranger Things, limita el alcance y peso dramático e histórico de un relato que, decididamente, apuesta más por una vertiente romántica e incluso aventurera.
La historia de una chica ciega que transmite claves vitales para el bombardeo aliado al pueblo de St. Malo, en Francia, y la de un soldado alemán que trata desesperadamente de salvar su vida en pleno desbarajuste resulta un melodrama de aventuras familiares un tanto plano pero decididamente emotivo y entretenido. Ayuda la excelente música de James Newton Howard y el incuestionable carisma que aportan Hugh Laurie y Mark Ruffalo, ambos absolutamente desaprovechados.
Desconozco la novela de Anthony Doerr, Premio Pulitzer de Ficción 2015, pero a La luz que no puedes ver, la serie, le ayuda de manera inapelable su acotada duración de cuatro capítulos, que hace apurar a Levy su narrativa como si de un largometraje se tratase. En tiempos de películas que se transforman en series y series que quieren ser películas, la aquí presente se apunta claramente a esta segunda vertiente, y el resultado ayuda a refrescar su narrativa con un ritmo que, eso sí, sacrifica profundidad.
La relativa ingravidez con la que Levy abarca sucesos históricos carece, sin embargo, de ese gravitas que le presumimos a una gran producción histórica. El norteamericano podría aprender a mirar lo que hace la competencia británica en el mismo genero, pero La luz que no puedes ver ofrece a cambio cierto aire de blockbuster americano a sus rifirrafes que tampoco molesta. Las referencias del director, que ciertamente navega en contra del tratamiento de su guionista Steven Knight, parecen más las odiseas de la Guerra Civil firmadas por Guillermo del Toro en España y films como El laberinto del fauno (no falta, incluso, un objeto legendario) que el Novecento de Bertolucci.
El resultado es un cómodo producto Netflix apto tanto para el público juvenil como el más veterano, capaz de complacer a todos, tan escasamente arriesgado como francamente distraído… si ese adjetivo puede aplicarse a lo ocurrido en la Francia ocupada por los nazis.
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