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La generación de la estatua invisible - Carlos Mayoral - Zenda
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La generación de la estatua invisible

Decía que, enfrascado en esta lectura de imágenes, recibí la noticia: un artista italiano llamado Salvatore Garau ha vendido una estatua invisible por la nada desdeñable cuantía de quince mil euros. Ha ocurrido en la casa de subastas de Art-Rita, y el comprador se lleva, además de «la nada» en forma de arte, un certificado...

Me pilla la noticia con un libro entre manos que la ilustradora Ilu Ros acaba de publicar en Lumen, y que lleva por título Federico. Permitan que me detenga aquí un minuto. Su rotundo encabezado ya da pistas sobre lo que vamos a encontrar en el interior: la vida del poeta García Lorca, desde su nacimiento hasta su asesinato en agosto del 36, salpicada a lo largo de las páginas desprendiendo una ternura maravillosa. Utiliza la autora para armar el relato fragmentos de las obras lorquianas, entrevistas tanto al propio Federico como a la gente que lo rodeaba, alocuciones, discursos y narraciones varias. Pero lo que realmente dota a la obra de la ternura ya significada renglones atrás es la imagen. La vida y sus retazos los refleja Ilu Ros con unas ilustraciones poderosísimas. Véanse, por ejemplo, un grupo de mujeres vestidas de negro, con el rostro tapado por el velo; un hombre maniatado bajo la figura amenazante de un Guardia Civil; las calles de Fuente Vaqueros bajo la luz de la mañana; una mujer que amamanta; un carro que recorre los caminos; un piano cuyas notas se deslizan por la página.

"Un artista italiano llamado Salvatore Garau ha vendido una estatua invisible por la nada desdeñable cuantía de quince mil euros"

Decía que, enfrascado en esta lectura de imágenes, recibí la noticia: un artista italiano llamado Salvatore Garau ha vendido una estatua invisible por la nada desdeñable cuantía de quince mil euros. Ha ocurrido en la casa de subastas de Art-Rita, y el comprador se lleva, además de «la nada» en forma de arte, un certificado donde se afirma que ha de colocar la escultura en un lugar con tal dimensión mínima y tales condiciones climáticas y térmicas. Hay una generación de artistas que apuntan a esta vanguardia: lienzos cortados, urinarios descolgados, cajas de zapatos vacías, crucifijos sumergidos en orina, una cama deshecha, y así con otras obras tan inauditas como incomprensibles. Pienso en ARCO, donde entre algunas obras meritorias se cuelan lechugas por cincuenta y cinco mil euros o una garrota marrón por seis mil.

"Federico, que coqueteó con todas estas vanguardias, pasará a la historia de la literatura precisamente por lo contrario: su arte toca la fibra más humana, está hecho para todos"

¿Y qué pinta Lorca en todo esto?, se preguntará el lector. Bueno, pues pensaba en él, que pisó los años donde la vanguardia se desplegó con más fuerza, donde los ismos colonizaron el arte y tantos relatos hacían equilibrios como un funambulista por la delgada línea entre el surrealismo y el ridículo. Se produjo eso que Ortega llamaría la deshumanización del arte, es decir, los creadores alejaban la cultura del pueblo: cuanto más incomprensible, cuanto más dedicado a las élites, más exitoso. Federico, que coqueteó con todas estas vanguardias, pasará a la historia de la literatura precisamente por lo contrario: su arte toca la fibra más humana, está hecho para todos, y en esa universalidad radica su carácter intemporal. La mujer que amamanta, el carro que no se detiene, el piano que no se agota. Es exactamente esa ternura reconocible por cualquier lector la que capta Ilu Ros de mano maestra. Reivindico desde esta columna la necesidad de arrebatarle la cultura a la élite. Quitársela a esos que, como en el traje nuevo del emperador, creen ver el arte que nadie ve en una escultura invisible.

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Carlos Mayoral

Juntapalabras. Mitad machadiano, mitad azorinista. Ha publicado, entre otras novelas, 'Empiezo a creer que es mentira' (2017, Círculo de Tiza, finalista premio Ojo Crítico de Narrativa) y 'Un episodio nacional' (2019, Espasa). @Carlos__Mayoral

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Ricarrob
Ricarrob
11 meses hace

Los puntos de vista pueden diferir y, de hecho, difieren. El mío es que, acercándose mucho la opinión a la de usted, sr. Barrero, me refiero al insigne Lorca, lo único que ha hecho el sr. Margallo es cargar la munición contra la derecha (que conste que yo no lo soy, no me considero de ningún partido político existente en España). ¡Qué estúpido! Llega a un nivel de cretinismo solo parangonable con el zapaterismo. ¡Todo un artista al echar piedras contra su propio tejado!

Apate de la munición que usted ha disparado, sr. Barrero, no deja de ser la opinión o las expresiones de una sola persona. No achaque usted dicha opinión particular a todo un colectivo. Dejemos que en España pueda haber una derecha civilizada ya que no existe una izquierda civilizada. Es como querer ampliar las acciones del sr, Koldo a todo el colectivo de izquierda. ¡Claro que la derecha tiene sus puntos negros y sus estúpidos! La izquierda también. Como decían antes los antiguos: y en mi casa a calderadas.

Gente como usted, sr. Barrero, contribuyen cada vez más en España a una polarización extrema que nos perjudica a todos. Su artículo es lícito siempre que achaque la opinión vertida solamente a una persona, a un cretino.

Felix Arellano
Felix Arellano
11 meses hace

Uno no sabe si Lorca fue partidario de una dictadura militar, lo que parece claro es que era anticomunista. Dentro del contexto de polarización extrema que nos rodea, que Margallo subrayara algo que es poco conocido (que Lorca no era de izquierdas, pese a que su figura haya sido secuestrada por la izquierda), es un hecho a apoyar. La vida intelectual de la España de los años 30 no era una de rojos y azules, buenos y malos. Se conocían entre ellos independientemente de sus ideas y hubo héroes y canallas en ambos bandos

Josey Wales
Josey Wales
11 meses hace

La legitimidad republicana se la cargó el PSOE y el PCE cuando se alzaron en armas en 1934 y cuando alcanzaron el poder en 1936 con pucherazo, secuestros de actas, amenazas y piquetes en los colegios electorales, y con un resultado invalidado por el Tribunal de Garantías Constitucionales (equivalente a nuestro Tribunal Supremo). La legitimidad republicana se la cargó la izquierda revolucionaria con cientos de huelgas, asesinatos, quema de iglesias y colegios religiosos, descarrilamiento de trenes, robos, palizas y bombas desde 1931 a 1936. La legitimidad republicana se la habían cargado los pistoleros de Indalecio Prieto cuando fueron a sacar de su casa, para matarlo, a Gil Robles; y al no encontrarlo, se cargaron a Calvo Sotelo. Las checas que montaron el 19 de julio y las listas de personas a eliminar no fueron una improvisación.

Mi gratitud a los alzados, a los caídos por Dios y por España, contra los criminales rojos. Mi gratitud a Franco por haber puesto las bases del desarrollo español, por la Seguridad Social, por la sanidad y educación universal y gratuita, por el seguro de paro y de invalidez, por la pensión de jubilación, por las universidades públicas, por la electrificación y alcantarillado a las zonas rurales, por las becas, por las viviendas de protección oficial, por las pagas extra, por la industrialización, por la elevación del nivel de vida, por la erradicación del analfabetismo, la extensión de la vacunación, por la seguridad y la libertad que conocí de niño (y hoy no tienen mis hijos) cuando podía andar sin temor por cualquier lugar y dejábamos las puertas de la casa abiertas de par en par todo el día, por las cajas de ahorro y el crédito barato con el que mis padres compraron su primera vivienda y su primer coche, etc. Gracias, Franco, de parte de un nieto de republicanos.

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